Elie Saab llena su discoteca de estrellas
- El libanés cambia el exotismo oriental por la estética setentera
- Haider Ackermann da una lección de estilo
- Lutz Huelle causa sensación con su costura del asfalto
Harto de que se le relacione con el exotismo de Oriente y de que se describan sus desfiles como el armario de Las mil y una noches, Elie Saab ha dado un taconazo en París y ha dejado con la boca abierta a los invitados al desfile.
El libanés se olvida de vestidos románticos en tonos empolvados y fantasías moriscas para hacer una fantástica colección setentera, con guiños evidentes a la estética disco y con estrellas, muchas estrellas.
Las vemos estampadas, bordadas y aplicadas, en mate o hechas con lentejuelas, pero siempre en vivos colores. El minivestido domina la pasarela, a veces en negro con volantes que enmarcan el escote.
Y escotes hay muchos, tantos como hubo en la mítica Studio 54. Blanco y oro, negro y oro, y oro sobre oro decoran diseños que recuerdan a la Madonna del videoclip de "Music".
Y es que toda la colección invita a bailar, a disfrutar y a celebrar la juventud. Los flecos aportan movimiento y tienen cierto aire de 'vaquero', y no faltan los chalecos en piel perforada con aros de metal, quizá más ochenteros pero igual de bailones.
Pero no todo es brillo de lentejuelas y Saab propone sastres y vestido en negro mate, que relajan la intensidad del desfile.Los vemos en versión mini con cremalleras en el escote y en versión noche, más sofisticados y elegantes.
Pero, y siempre hay un pero, el libanés no quiere perder a sus clientas de alfombra roja y recupera sus vestidos largos con escotes vertiginosos y aberturas indecentes en la falda. Los vemos con rayas de colores, en tonos empolvados metalizados, en azul laca y en cobre.
Se le perdona. Al menos ha pegado un volantazo y ha cambiado de dirección sin miedo a estrellarse. O quizá eso es lo que busca. Y hablando de estrellas, Hailey Baldwin y Gigi Hadid han brillado con luz propia en la pasarela.
Sus desfiles eran puro espectáculo y traspasó, a velocidad del rayo, la barrera de la moda para jugar a vestir, desvestir, travestir y transformar el cuerpo femenino. Ni rastro queda ahora en su firma.
Thierry Mugler fue escaparatista y dibujante pero lo aparcó para centrarse en la moda en 1974. Su estilo provocador, su aguja libre y su talento osado le llevaron a la cima del prêt-à-porter y después a la alta costura, donde hizo temblar los cimientos de algunos salones.
Sus prendas sofisticadas, perfectamente encajadas en las formas de la mujer y su olfato para el escándalo hicieron inmortales muchas de sus colecciones, marcadas por un estilo sexi y provocativo.
Hoy no queda nada, ni cenizas, del genial Mugler. Tan solo su apellido que, temporada tras temporada, se diluye en un vaso de tristeza. ¿Y por qué hablar del pasado habiendo un presente? Porque el presente es aburrido y ya está pasado de moda.
Todas las salidas, firmadas por David Koma, ya las hemos visto en los desfiles de temporadas pasadas de Alexander Wang, Stella McCartney o en Anthony Vaccarello.
Haider Ackermann es uno de los grandes de la moda actual. Su vida y sus desfiles no hacen ruido mediático y tan solo se asoma a los medios de comunicación para conceder contadas entrevistas y porque su musa y amiga Tilda Swinton ha pisado con elegancia y modernidad una alfombra roja.
Este creador lleva varios años defendiendo el estilo unisex o andrógino, apostando por prendas de largo recorrido que se pueden colgar de distintos armarios. No viste a hombres y mujeres, viste a personas.
Esta colección es, sin embargo, un canto a la neofeminidad, a la mujer libre y sin ataduras ni encorsetamientos que adora la moda, y la historia de la moda. Destaca la labor con los plisados (con guiños a Fortuny y Miyake) en prendas de estilo arty, y a veces mezclados con nido de abeja.
Los tejidos metalizados juegan al contraste con algodones mate, en blanco, creando un divertido juego de texturas. El pantalón, su prenda favorita, se combina con todo tipo de prendas y Ackermann lo utiliza con elegancia para el día y la noche.
Su propuesta es luminosa, más que en temporadas anteriores. Vemos sencillos vestidos en tonos refrescantes, como amarillo limón y naranja, que se cruzan en la pasarela con sastres. Unos con chaqueta corta teñidos de un rosa suave y otros, en granate, de estilo pijama con abrigo batín. Sensacionales.
Junya Watanabe es otro de los imprescindibles del panorama actual, tanto por su concepto de moda como por su concepto de estilo. Vanguardista y genial, este creador rastrea ahora las calles para encontrar la inspiración en las tribus urbanas.
Distintos códigos de la cultura punk se mezclan con otros de la cultura gótica, a veces en simples estampados y otras en poderosas prendas de exagerado patrón y acento vanguardista.
Prendas esculturales, de aire espacial, se combinan con otras sencillas para construir una colección de matices que juega con la tecnología y la artesanía.