Lutz Huelle causa sensación con su costura de asfalto
- El alemán propone prendas urbanas con patrones deconstruidos
- Yamamoto, fiel al negro, dibuja una moda conceptual y sensual
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Los desfiles, tal y como los conocemos parecen tener los días contados. La moda quiere subirse al tren de la calle y dejar atrás las temporadas y las esperas. Ya no hay inviernos ni veranos, siempre en primavera u otoño.
Son muchos los diseñadores que desprecian el calendario y proponen moda intemporal. Es el caso del alemán Lutz Huelle, la sensación en lo que llevamos de pasarela. Huelle vende ropa pero sobre todo estilo y actitud.Su moda, en la línea de Vetements, es urbana, moderna (actual) y fácil de llevar.
Ojo, no quiere decir esto que sus prendas sean sencillas. Al contrario. Su colección, plagada de guiños a la costura, es un escaparate de tendencias callejeras, un apetitoso menú para una mujer que no quiere ser princesa, que vive en un mundo paralelo al de Olivia Palermo y Carolina Herrera.
Vemos vestidos camiseros, un trench, vestidos rectos, faldas de encaje. Pero solo al principio. Si nos fijamos nada es lo que parece y Huelle nos engaña con un atrevido juego en el que deconstruye los patrones y mezcla con osadía dos prendas.
En su colección vemos guiños al final de los setenta y a los ochenta, y mucho amor por las grandes agujas de los 90, como John Galliano y Helmut Lang. El alemán se curtió en Maison Margiela y su trabajó allí le ha dejado una huella imborrable que se aprecia en muchos de sus diseños.
La cazadora vaquera es la estrella de la colección pero siempre mezclada con otros tejdios y transformada en un vestido o un abrigo. El calzado, botas lisas de colores vibrantes o de encaje, llama la atención y contrasta, a veces, con la sencillez de las prendas.
Nadie duda de la importante, e imprescindible, influencia de Yohji Yamamoto en la moda occidental. No hay más que mirar lo que se califica de tendencia, de rompedor y comprobar que el japonés ya lo hizo antes.
Este creador, fiel a la pasarela parisina desde 1981, mantiene su fidelidad al negro, un color que adquiere poderes para comunicar emociones y transmitir sentimientos. Sus prendas mantienen ese tono transcendental pero ,a la vez, encajan perfectamente en el armario de la mujer urbana y tienen el don de aguantar largas temporadas en el armario.
Ahora juega a desnudar el cuerpo y lo hace con prendas desestructuradas que mezclan dos piezas en un mismo patrón –idea que se desarrolla en distintas propuestas a lo largo de la colección- y con un sugerente juego de tirantes que parecen rayas trazadas sobre el cuerpo que provocan distintos escotes, todos con un trazo arquitectónico.
En contraste vemos vestidos amplios, en blanco con manchas negras, que ocultan el cuerpo pero sobre todo destacan las variaciones e interpretaciones del sastre que Yamamoto hace añadiendo detalles lenceros y deportivos, y cortes sensuales, como las ventanas por encima del pecho que dejan ver un trozo de piel.
En otro universo vive Andrew GN, un modista de alfombra roja que ahora intenta llegar a un público más joven con propuestas menos barrocas. No se olvida de sus vestidos de noche, que es lo que vende, pero ahora propone diseños de calle, algunos en denim, y un amplio catálogo de prendas de encaje, un tanto ñoñas, que mezcla con collares punk para hacerlos más urbanos. Y, claro, no cuela.