La mujer avanza hacia un nuevo concepto de feminidad
- Nina Ricci explora la sensualidad desde distintos puntos de vista
- Comme des Garçons juega a transformar las silueta de la mujer
- Westwood despliega su poderío y se burla de las nuevas tendencias
Nina Ricci es otra de las firmas que lucha por mantenerse, vendiendo perfumes e intentado salir de un presente anodino y recuperar la gloria del pasado. Su fundadora abrió el taller en 1932 y logró hacerse un hueco en París y rivalizar con Coco Chanel y Elsa Schiaparelli, demasiado ocupadas en odiarse entre ellas como para pensar en la italiana.
Ricci vistió a las damas parisinas con elegantes vestidos de colores amables y flores, muchas flores. Fue la esencia de la feminidad y el glamour pero hoy camina sin rumbo. Su director creativo, Guillaume Henry, propone ahora (¿para 2017?) sudaderas de manga corta con estampados de flores o realizadas en piel. Casi siempre en frios lavanda y lila, dos tonos que se repiten en la colección en distintas prendas de distintas texturas: mate, brillante, transparente, opaca...
Guiños al deporte, a la masculinidad y a lo andrógino intentan explorar la feminidad desde distintas ópticas, logrando tan solo un discurso disperso y falto de contenidos interesantes. No hay propuesta, no hay moda.
Comme des Garçons tiene otro lenguaje, otra forma de interpretar la moda trasladar pensamientos, conceptos y sensaciones. Su propuesta es un notable ejercicio para transformar la silueta de la mujer, ocultándola, inventado volúmenes, exagerando las formas y proyectando sombras inquietantes.
Los patrones resucitan prendas del pasado, algunas del XVIII y del XIX recreando una colección de fuerte carga, tanto en las texturas como en el color. Y tan solo un estampado de cuadros escoceses, descontextualizado, rompe la monotonía cromática.
Dramática e intensa, su propuesta basa la estructura narrativa en el color negro - siempre oscuro y opaco- y se vale de golpes de blanco o rojo, en fuerte contraste, para reforzar su poderío.
Vivienne Westwood es la reina de la moda, quizá la Reina Madre, una poderosa aristócrata de sangre rebelde que siempre va por delante de sus compañeros. Lo que en su día fueron escándalos y provocación, relacionados siempre con su etapa punk, ahora es modernidad absoluta, entendida esta como el fiel reflejo de los cambios sociales.
Ella está por encima de la tendencia unisex o andrógina, sus mujeres se visten de hombre y sus hombres desfilan maquillados, con tacones o con vestidos de ‘novia’. Su aguja es magistral y caprichosa, aunque las prendas jueguen a despistar con patrones deconstruidos y un aparente -y falso- caos de costura.
En esta colección vemos lolitas enternecedoras que se visten con vestidos ligeros de pequeñas flores estampadas, algunas llevan prendas que dejan ver la ropa interior, detalle sugerente y pícaro. Otras, sencillos conjuntos en algodón en azul y blanco, un tanto campestre.
Niñas que se transforman a medida que crece la colección, como Dorothy en El Mago de Oz. Y es que en su pasarela no faltan el espantapájaros ni el hombre de hojalata, y todo con una paleta de colores que recuerdan a Matisse, el artista preferido de la diseñadora.
Westwood es dueña de una nueva estética y mantiene un sensato discurso en el que sin tapujos desprecia lo establecido para proponer una nueva forma de vestir. Las prendas tienen cortes apasionados y patrones tridimensionales, también irresistibles mezclas de estampado y color.
Como Rei Kawakubo, alma mater de Comme des Garçons, Westwood se afana por ocultar las formas y desafía la gravedad con aparatosas estructuras que envuelven de arte el cuerpo. Ni rastro queda ya de la dulce Dorothy, ahora es la nueva Maga de Oz.