La mitad de los niños a los que ayuda Cruz Roja pasa frío en su casa
- Un diez por ciento no llega a comer tres veces al día, según un informe
- Cuatro de cada diez no disponen de material escolar o de estudio suficiente
- Sin embargo, el 95% dice ser feliz, a pesar de las carencias que sufren
"Antes no me faltaba de nada, vivía en una casa grande, con mis padres, mi cole... Pero se 'petó' la burbuja inmobiliaria, mi padre empezó a no estar estable, se hundió, y encima mi madre murió y ya todo fue mal". Tan sencillo y crudo es el relato que hace Ana, una niña de nueve años, que retrata la situación de crisis económica, social y doméstica en la que vive su familia y muchas otras.
Es el relato de la crisis de los propios menores, niños de entre ocho y 14 años atendidos por Cruz Roja, cuya realidad recoge en el informe titulado 'Lo que dicen los niños y las niñas'. De este informe de Vulnerabilidad Social se extrae que el 47% de los niños atendidos por esta organización pasa frío en sus casas en invierno y el 43% no dispone del material escolar adecuado para estudiar.
Además, uno de cada diez niños no realiza alguna de las tres comidas diarias (desayuno, comida o cena). "Siempre cenamos lo mismo. Yo cuando llego del cole siempre como lo mismo. Mi madre no tiene tiempo y falta dinero, así que hace lo que pilla", cuenta Samuel, de 14 años, en otro testimonio recogido por Cruz Roja.
Esta institución ha realizado 5.195 encuestas a niños de entre ocho y 14 años que acuden a su Programa de Promoción del Éxito Escolar, entre españoles (76,8%) y extranjeros, (22,2%, mayoritariamente de Marruecos, Rumanía y otros países de América Latina). Los resultados del informe se han presentado este miércoles, Día de la Banderita, ante la presencia de la reina Letizia.
Además, de los datos se desprende que un 18% de los niños no tiene juegos ni juguetes, que un 17% ha perdido la casa y se ha tenido que mudar y que un 41% comparte dormitorio, como es el caso de Linet, de 10 años, que pasó de tener su propia habitación a vivir en casa de sus primos. "Somos siete y dormimos en la misma habitación. Los más pequeños duermen con mis padres", explica.
Falta de recursos para el colegio y el estudio
El estudio también revela que un 29% de los encuestados no puede ir al comedor de su colegio porque sus padres no tienen dinero para ello; que un 12% carece de ropa o uniforme escolar en buen estado; un 17% no tiene equipación para hacer deporte y un 36% no dispone de ordenador o tableta en casa para hacer los deberes o jugar.
Tres de cada diez niños no estudian en el curso que les corresponde a su edad y más de la mitad dicen sentirse desmotivados.
Estas carencias son consecuencia en la mayoría de los casos de los efectos de la crisis. Así, un 52% de los chicos asegura que su familia ha pasado por problemas económicos "graves" en el último año. El desempleo es señalado como una de las principales causas de esta situación.
En el relato que hacen los niños, asocian su situación a la crisis y achacan la crisis al desempleo. El 36% de los menores consultados afirma que ninguno de los adultos de su hogar tiene un trabajo estable y otro 34%, que solo uno de los componentes de la unidad familiar lo tenían.
Felices pese a las carencias
Atendiendo al modelo de familia, el informe señala que los niños que viven en hogares monoparentales tienen más riesgo de pobreza pues estas familias muestran un porcentaje más elevado de carencias en relación a la calefacción, el coche familiar, internet o equipación para el colegio.
En cualquier caso, el 90% de los niños y niñas tiene una opinión buena o muy buena de su vida y el 95% dice ser feliz, a pesar de las carencias que sufren.
Aún más, el 86% asegura estar satisfecho con sus pertenencias y el 80% dice sentirse seguro en casa, creen que les cuidan y escuchan su opinión, unas cifras que Cruz Roja relaciona con "el optimismo vital propio de la edad".
La organización advierte de que las condiciones en las que viven los más pequeños pueden tener efectos en el desarrollo infantil a todos los niveles, desde la salud a la escuela y pueden ser "un cauce para la transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad".