Cuba y Estados Unidos, un encuentro para la historia
- Era el primer partido amistoso entre los dos países desde 1947
- Estados Unidos ha ganado a Cuba por 0-2 (Wondolowsky y Green)
- El encuentro es un paso más en la normalización de sus relaciones
Nunca antes un partido amistoso tuvo tanto valor como uno oficial. El encuentro que han disputado Cuba y Estados Unidos en el estadio Pedro Marrero de la Habana, más allá del resultado, es el reconocimiento a la normalidad en las relaciones entre los dos países desde que el pasado 17 de diciembre de 2014 Raúl Castro y Barak Obama anunciaran restablecer sus relaciones diplomáticas.
Atrás han quedado años de incomunicación entre dos territorios condenados a entenderse, lejos ha quedado la sinrazón de dos países que se deberían dar la mano a pesar de darse la espalda durante tantos años.
Éste ha sido el segundo partido amistoso en la isla desde 1947, antes de la subida al poder de los Castro. En aquella ocasión acabó 5-2 a favor de la selección cubana y desde entonces se han enfrentado en nueve ocasiones. Ocho de los nueve encuentros acabaron en victoria estadounidense y uno en empate.
Los jugadores se daban la mano como dos contendientes cuyas relaciones han estado congeladas y comenzara ahora el deshielo y las ganas de ser protagonistas en el gran espectáculo del deporte y en la gran cita de la política. Si se dice que no hay que mezclar política y deporte, éste desde luego no era el lugar ni el momento.
Este partido de fútbol llegaba precedido directamente por el duelo de pelota entre los Tampa Bay Rays de la MLB y la selección caribeña en La Habana presenciado por Barack Obama y Raúl Castro en marzo pasado, así como por el ‘clínic’ de baloncesto impartido por estrellas de la NBA en 2015. Es imposible entender este trío de sucesos deportivos de proporciones históricas sin añadir el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana intermediado por Canadá y el Vaticano a finales de 2014.
El terreno de juego, el gran protagonista
En cuanto a lo estrictamente deportivo y en un terreno de juego en no muy buenas condiciones eran los estadounidenses quienes más se acercaban a la portería cubana tratando de vencer las imperfecciones que les imponía el césped cubano. Las fuertes tormentas en la isla de Cuba estos últimos días han hecho mella en el verde del Pedro Marrero.
Las gradas eran un ir y venir de aficionados que querían vivir de primera mano la fiesta del fútbol entre dos países que se acercan día a día para vivir su relación con la normalidad que exige el acercamiento político.
Después de veinte minutos, apenas se habían creado ocasiones de gol, como si los años de bloqueo e incomunicación no les alcanzara a los delanteros a adivinar donde estaban las porterías contrarias, la timidez se imponía al descaro y a las llegadas.
Estados Unidos llevaba la iniciativa del juego con más intención que acierto y así llegaron algunas oportunidades, aunque los caribeños no se arrugaron y crearon su mejor ocasión de gol en el minuto 28 en un disparo de Caballero que se fue ligeramente desviado. Hernández llevaba la ocasión más clara para Cuba en el minuto 35 cuando remataba una buena jugada de su equipo.
Michael Reyes mandó su balón al palo tras una gran cabalgada al principio de la segunda parte. Los Estados Unidos tenían en control del juego pero los cubanos eran los que ponían las ocasiones más claras.
Pero el primer gol del encuentro lo consiguió Wondolowsky en el minuto 62 tras un rechace del portero a disparo de un compañero suyo; es el undécimo gol del jugador estadounidense con su selección. La reacción de los cubanos no se hizo esperar ya que Caballero dispuso de una doble oportunidad para haber puesto el empate en el marcador pero su cabezazo se fue al palo.
Pero fue Estados Unidos el que sentenció con un gol de Green que batía a Sandy Sanchez en el minuto 70 al culminar una jugada por el flanco derecho del ataque estadounidense.
Victoria de los Estados Unidos en la Habana pero sobre todo victoria con mayúsculas del fútbol, del deporte y de la normalización de las relaciones entre dos países que están condenados a entenderse. El abrazo final entre los jugadores de los dos equipos simboliza todo un gesto de amistad que debe tener al deporte como gran canalizador de las relaciones entre los dos países.