Inocentes en el corredor de la muerte: "Somos supervivientes, no víctimas"
- Este lunes se celebra el día mundial contra la pena capital
- Un documental relata la experiencia de 4 supervivientes del corredor de la muerte
- RTVE.es habla con dos exonerados de sentencias a muerte
"No existe ningún motivo real para defender la pena de muerte. Es un hecho que en los lugares donde existe, el porcentaje de asesinatos es mayor. Y creo que esto se debe a que el Gobierno enseña a los ciudadanos que matar es aceptable. La gente cree en el gobierno, lo que hagan está bien, y ellos matan, por lo tanto matar estará bien".
Estos argumentos no los verbaliza un jurista o un sociólogo. Así habla a RTVE.es Ron Keine, un estadounidense condenado a la pena capital en el estado de Nuevo México por un crimen que no cometió. Finalmente se demostró su inocencia y ahora un superviviente del corredor de la muerte.
Keine nos relata su historia en la sede de Amnistía Internacional en Madrid donde este lunes, día mundial contra la pena de muerte, se presenta el documental The Resurrection Club. La cinta, codirigida por Álvaro Corcuera y Guillermo Abril, es la historia de Ron, Shujaa Graham, Greg Wilhoit y Albert, cuatro hombres que renacieron tras años en el corredor de la muerte de distintas prisiones estadounidenses. Junto a Ron y Shujaa están presentes la hermana de Greg, Nancy, y la esposa de Shujaa, Phyllis.
Donde hay discriminación hay pena de muerte
“Ser condenado y sentenciado a muerte, es una de las peores vivencias que jamás podrías experimentar", nos explica Shujaa, afroamericano de 66 años. Graham nació en Louisiana, y creció en una plantación del sur sometido a la segregación vigente en los 50. Después de que sus padres se trasladaran a California, Graham vivió las revueltas raciales de Watts en Los Ángeles.
Atrapado en bandas delictivas, una juventud problemática le llevó de internado en internado hasta aterrizar en la Prisión Soledad con 18 años. Pronto se convirtió en activista dentro de la prisión, liderando un movimiento paralelo al de los Black Panther. “Nunca fui a la escuela, pero aprendí muchas cosas en prisión. Allí descubrí mi propia humanidad, y dediqué mi vida al servicio de este propósito”, relata.
En 1973, durante una revuelta, un funcionario de prisiones murió asesinado y Shujaa Graham fue condenado por este crimen. "Tenía 22 años cuando fui sentenciado a muerte", rememora. En 1979 el Tribunal Supremo de California tumbó la sentencia tras comprobar que el fiscal del distrito excluyó sistemáticamente del jurado a todos los miembros afroamericanos.
"12 personas, todos blancos, en el jurado. Blancos testificando contra mí; racistas testificando contra mí", subraya. En 1981, fue hallado 'no culpable' y liberado. Habían pasado ocho años. "Estoy aquí, no gracias al sistema", insiste Shujaa, sino "a pesar del sistema".
Shujaa recuerda los casos de violencia policial que actualmente se producen en EE.UU. y establece un paralelismo claro: "la violencia policial en las calles es la misma que se produce en el interior de las prisiones".
Hablan las víctimas: el problema de los fiscales y su carrera política
Argumenta Ron Keine que "los fiscales son el problema. No son elegidos porque sean buenos juristas. No es un concurso de méritos, sino una competición de popularidad. Son políticos, y lo único que les preocupa es la política, o cuanta gente condenan a muerte".
"El cargo de fiscal es el paso previo a convertirse en Fiscal general o gobernador", apunta Keine, y esta carrera descarnada provoca que "el 66% de los casos destinados al corredor de la muerte, dos tercios, son rechazados por tribunales superiores debido a la corrupción (...) Ningún fiscal admitirá esto, pero ese porcentaje del 66% habla por ellos", subraya.
Ron se remite a su propia experiencia, muy relacionada con los argumentos que defiende. Motero, tras cruzar el estado de Nuevo México en uno de sus viajes fue acusado del asesinato, mutilación y violación de William Velten, un joven estudiante. Fue detenido y juzgado en condiciones dudosas: "Los miembros del jurado se reían y se daban palmas en la espalda", relata. Pasó dos años en el corredor de la muerte, pero tuvo suerte: "Nueve días antes de mi ejecución el culpable confesó", explica.
El verdadero asesino era un policía llamado Kerry Lee. "Un hombre religioso", relata Keine, "que entró en una iglesia y confesó su crimen". Aún así, el rodillo judicial se resistía. "Toda la información estaba allí", añade, "pero estaba oculta". Se negaron a creer la confesión, y el problema, señala el exonerado era que "estaban en elecciones", y "habían falsificado por completo el caso". El asesinato fue un crímen "psicópata", con "mutilación sexual" incluida, "algo muy grave" en esas circunstancias.
Liberación, judicial e interior
"¿La primera vez que me sentí libre? Estaba frente al tribunal", describe Ron el momento de la lectura de su exoneración. "Llevaba unas chancletas, unos pantalones y una vestimenta ligera. Hacía frío pero no tenía ninguna chaqueta. No conocía a nadie en esa zona. No sabía qué hacer, no tenía dinero ni sitio donde ir. Los abogados me ofrecieron champán, pero no iba a tomar champán. Me preguntaron si quería cerveza y una de ellos se ofreció a comprarla en una tienda cercana. Me dijo, ¿me acompañas? Y no volví en tres días. Un periodista me llevó de regreso a Detroit, donde me esperaba mi madre", explica.
Shujaa, por su parte, reinventó una vida que, en definitiva, no había tenido antes del corredor: "Desde que empezó esta lucha, he tenido pocos objetivos en mi vida. Pero uno de ellos es vivir lo suficiente en este mundo para llegar al momento en que si un niño me pregunta ‘¿Qué es la pena de muerte? ¿Qué es la guerra?’ yo pueda contestar simplemente: ‘Es una cosa del pasado’. Ese es mi deseo, una sociedad en paz y armonía para toda la humanidad”.
“Cuando estuve con las bandas, una parte de mí se perdió, pero a los dieciocho años, me uní a los movimientos sociales y de defensa de derechos humanos de los presos. Esto dio un giro a mi vida y marcó el punto en que comencé a ser una buena persona.”, nos dice Graham.
"Aún puedo oír la voz del juez: ‘Mr. Graham, le sentenciamos a morir”. Después de ese tiempo, Shujaa confiesa entre lágrimas que “aún vuelve como una pesadilla (...) era algo inconcebible para mí”. El ahora exonerado se reafirma en lo que ha sido una lucha, no el beneficio de la ley: "Somos superviviente, no víctimas".
El después de esta travesía es incierto. Sin dinero, sin credibilidad, "en un pueblo pequeño todos te conocen, nadie te da trabajo, es imposible reconstruir una vida", se lamenta Keine. "Alcohol, suicidio o volver a prisión", es el destino tras la exnoneración que resume Graham sombrío. "Yo tengo una jubilación, pero mucha gente joven no tiene esta oportunidad", añade.
Españoles en el corredor de la muerte
Actualmente, un español, Pablo Ibar, se encuentra a la espera de juicio en Estados Unidos después de la anulación de una condena a muerte impuesta en 2000. Ibar ha presentado un recurso de apelación contra la decisión de un juez que le negó la libertad condicional.
En el juicio inicial, en 1984, cuando se produjo el triple asesinato, Un testigo llamado Gary Foe vio a dos hombres saliendo de la vivienda donde fueron asesinados Casimir Sucharski, dueño de un club nocturno, y las dos modelos que estaban con él, Sharon Anderson y Marie Rogers.
En una rueda de reconocimiento fotográfico y en otra física previa al juicio, Foe, vecino de Sucharski, identificó a Ibar como uno de los dos hombres a los que vio saliendo de la vivienda a primeras horas de la mañana en el automóvil del asesinado. Según los peritos, los procedimientos utilizados por la Policía afectaron psicológicamente a Foe, al "sugerirle innecesariamente", y eso condujo a la "falsa identificación" de Ibar como la persona que vio, explicó el letrado.
Joaquín José Martínez es otro español que en 2001 logró salir con vida del corredor tras cinco años de cautiverio.
El documental
"La idea partió de un reportaje que publiqué en 2010", explica a RTVE.es Álvaro Corcuera, uno de los codirectores. "Uno de los participantes me habló de esta organización (witnesstoinnocence) y, a partir de conocerles en persona, decidí que había un documental ahí", añade.
Aquel reportaje, publicado en El País semanal, llevaba el título de El club de los resucitados, que evolucionó hacia el inglés cuando se convirtió en el documental The Resurrection Club. "Sonaba mejor", confiesa Corcuera.
El documental es el resultado de "cinco viajes a lo largo de seis años", nos dice el codirector. Un trabajo respaldado y producido por La Claqueta en coproducción con TalyCual Producciones y Tito Clint Movies.
Las cifras
Amnistía Internacional (AI) denuncia un aumento del 50% de la pena de muerte en 2015, cuando fueron ejecutadas 1.634 personas.
Según la organización Coalición Mundial Contra la Pena de Muerte, que agrupa a más 150 ONG, (entre ellas AI),
-105 países abolieron la pena capital para todos los crímenes.
-Seis países abolieron la pena de muerte para todos los crímenes excepto crimines excepcionales, así como aquellos cometidos en tiempo de guerra. (Ron Keine recuerda que en España "era así hasta 1995").
-30 paísesiv pueden ser considerados abolicionistas en la práctica ya que no procedieron a ninguna ejecución desde hace al menos diez años y parecen tener una política o haber establecido una práctica en la cual se abstienen de toda ejecución. De este modo, son 141 países que han abolido la pena capital de jure o de facto.
-57 países y territorios mantienen la pena de muerte y aplican este castigo.
-25 países llevaron a cabo ejecuciones en 2015.
-La gran mayoría de las ejecuciones fueron llevadas a cabo en 5 países: Arabia Saudita, China, Estados Unidos, Irán y Paquistán.