Javier Fernández, a los parlamentarios del PSOE: "No hay alternativa, hay disyuntiva: abstención o elecciones"
- El presidente de la Gestora del PSOE cree que han de elegir el "mal menor"
- El Comité Federal socialista se celebrará el próximo domingo 23 de octubre
- Pide llegar "sosegados y reflexionados" a un futuro congreso de "reconstrucción"
El presidente de la Gestora del PSOE, Javier Fernández, ha transmitido a los diputados y senadores de su partido que ante la posible investidura de Mariano Rajoy "no hay alternativa, hay disyuntiva: elegir entre abstención y elecciones", y se ha mostrado partidario de la primera opción, porque, según ha valorado, "lo más probable es que unas elecciones lo que digan es cómo, cuándo y con cuántos diputados va a gobernar la derecha".
"Estamos en el territorio del mal menor, ninguna de las soluciones es buena", ha dicho Fernández ante sus compañeros, reunidos en la Sala Europa del Senado, antes de dirigirse a la sede del PSOE en la calle Ferraz para presidir la reunión de la Gestora, que ha aprobado convocar el próximo domingo 23 de octubre el Comité Federal que dilucidará la posición de los socialistas ante la investidura de Rajoy.
Fernández ha vuelto a subrayar su idea de que "abstenerse no es apoyar", tratando de darle más matices a su significado político que el de permitir un gobierno del PP. "La abstención solo es posible en democracia cuando no hay ninguna alternativa", ha dicho, y ha rechazado el relato de que si los socialistas aceptaran gobernar con Podemos es "cambio" y si se abstienen son "casta".
"Es lo que hay y sobre eso debemos discutir, porque si no lo hacemos estaríamos faltando el respeto a la gente y, por tanto, a la verdad", ha señalado el también presidente de Asturias, que ha lamentado que este debate no se hiciera después de las elecciones del 26 de junio, cuando se instaló un "mutismo" que se transformó en un "silencio mineral" del que ha culpabilizado a todos los dirigentes socialistas, por "no encarar el problema".
El resto de alternativas, cerradas
En el diagnóstico presentado a sus compañeros, en el que no ha hecho ninguna mención a la disciplina de voto de los parlamentarios respecto a lo que decida el Comité Federal, ha presentado al PP, su "antagonista natural" como un partido "correoso y roqueño" que, pese a su proyecto político "profundamente reaccionario" y su presidente "ajeno y distante" a la corrupción, ha conseguido ser por dos veces la fuerza más votada y ha vaticinado que lo volvería a ser en el caso de unas terceras elecciones.
Por el contrario, ha mostrado su rechazo a Podemos tildándolo de "partido que quiere hacer una enmienda de totalidad al pasado, que usa un lenguaje simplificador, emocional, con adjetivos y sin argumentos y con la pretensión de ser hegemónico en la izquierda y convertir al PSOE en un partido subalterno reducido a su mínima expresión electoral".
Así, el presidente de la gestora no ve alternativa posible a que gobierne el PP, porque los socialistas no pueden conformar un pacto con Ciudadanos y Podemos, "porque los dos dijeron que no era posible, y en política lo que no es posible es falso", ni con Podemos con el apoyo de "independentistas" que están "en un planteamiento insurreccional".
Un futuro congreso de "reconstrucción"
Fernández, que se reunía por segunda vez con los parlamentarios socialistas, cumpliendo la tradición de hacerlo en las dos cámaras legislativas, ha subrayado que su función al frente de la Comisión Gestora del PSOE es llevar al partido a un nuevo congreso de "reconstrucción" del proyecto, los liderazgos, el discurso y las ideas y lograr que sus compañeros lleguen a él "sosegados y reflexionados".
"El edificio del PSOE está muy dañado, pero conservamos el solar", ha dicho. "Tenemos que reconstruir la organización en un momento extraordinariamente difícil en que se habla de la crisis de la socialdemocracia".
En su intervención en abierto, Fernández ha comparado el "vertiginoso" momento por el que atraviesa en la actualidad el PSOE con el que vivió después de la Guerra Civil, cuando estaba "dividido", "cuarteado" y "debilitado" por la derrota y por el exilio, pero que fue capaz de convertirse en uno de los "actores fundamentales" de la Transición y en el partido de gobierno que cumplió sus "promesas modernizadoras".