Un juez francés imputa por terrorismo al etarra Irastorza y lo envía a prisión
- Finalmente, no ha sido acusado de dirección de una organización terrorista
- No tiene causas abiertas en España, por lo que no será extraditado por Francia
- Las fuerzas de seguridad españolas consideran que ETA queda descabezada
El presunto etarra Mikel Irastorza, detenido el pasado sábado en el País Vasco francés ha sido imputado por terrorismo en París y enviado a prisión, han informado a Efe fuentes judiciales.
El juez antiterrorista ante el que ha comparecido Irastorza y la pareja formada por Denise y Xabier Arin, que le daban cobijo en la vivienda de Ascain donde los tres fueron arrestados, los inculpó por asociación de malhechores con fines terroristas, precisaron las fuentes. Finalmente no ha sido acusado de dirección de una organización terrorista, aunque había sido presentado como el actual jefe de ETA.
Irastorza, de 41 años y nacido en San Sebastián, que estaba en paradero desconocido desde 2008, no tiene por ahora causas abiertas en España, por lo que no cabe su entrega por Francia.
Denise y Xabier Arin han quedado en libertad bajo control judicial, como había solicitado la Fiscalía. Los tres habían sido conducidos esta mañana al Tribunal de Gran Instancia de París para ser presentados ante el juez instructor al término de los cuatro días de plazo máximo que tenía la policía para interrogarlos y buscar los posibles elementos que hubiera contra ellos.
Sus detenciones se han producido a raíz de una investigación preliminar abierta el viernes por la Fiscalía antiterrorista de París por "asociación de malhechores con fines terroristas".
Descabezamiento de ETA
Las fuerzas de seguridad españolas consideraron que con esta operación, llamada Nerín, ETA queda descabezada y se queda con apenas cinco miembros liberados en sus filas tras los sucesivos golpes asestados por la policía, que la han dejado sin capacidad operativa.
De acuerdo con su versión, Irastorza era el encargado de gestionar el material del que dispone la banda y de controlar sus zulos ante un posible gesto para la entrega de armas.