'Una pierna', ¿un cuento o un juego?
- Grassa Toro y Arnal Ballester presentan un cuento al que también se puede jugar
- Cuentan la historia de un militar que busca la pierna que perdió
Una pierna (A Buen Paso), del escritor Grassa Toro y el ilustrador Arnal Ballester (Barcelona, 1955) es uno de los cuentos más originales del año por su formato, su historia y su interactividad. Y es que los autores nos proponen una historia que no sólo se lee sino que también se juega, en un tablero similar al Juego de la Oca.
“Es un cuento, es un juego, es un libro, es un objeto, es un cartel… es el resultado de la confluencia entre un escritor, una editora y un ilustrador” –asegura Grassa Toro-.
Y es que Arnal es uno de los autores que más ha contribuido a la renovación del lenguaje y los contenidos de la ilustración: “La idea de presentarlo como un tablero de juego fue decisión mía –nos comenta Arnal Ballester-. Existe la opinión de que ilustrar es hacer bonitos dibujos de acompañamiento de un texto, en cambio a mí me parece que es un ejercicio de interpretación de una historia. El cuento de Carlos habla de muchas cosas pero también del azar. Todo lo que ocurre se desencadena a partir de un lance de juego y yo me pregunté qué hubiera pasado si ese lance hubiera sido otro. De ahí a dar a la ilustración la forma de un juego sólo hay un paso... y me atreví a darlo”.
Que el cuento sea también un juego, es una original forma de conseguir que padres e hijos compartan experiencias: “El cuento se puede leer a solas; el juego no –afirma Grassa Toro-, para jugar se necesitan padres, hijos, novios, sobrinos, abuelas, vecinas, compañeros, amantes, tíos, ex parejas, cuñadas, amigas, etc…”
Un militar que busca su pierna
El cuento está protagonizado por el teniente Puesto, un malvado militar que busca una pierna para sustituir a la que perdió en el juego. “Es un militar muy malo –asegura Grassa Toro-, que hace mucho daño a sus semejantes, y que ve recompensadas sus maldades. Habla de eso y de la respuesta de sus vecinos”.
“Sí –añade Arnal- es un militar ludópata que proyecta su desgracia en una acción destructiva y casi genocida”.
Respecto a sí es una forma de enseñar a los niños que las guerras no son un juego, Grassa Toro afirma: “La guerra no es un juego, a los juegos se acude por propia voluntad; a la guerra mucha gente va obligada. En los juegos, las posibilidades de ganar o perder son iguales para todos, en la guerra no. Dicho esto, el cuento no quiere ser didáctico, no es esa la obligación de la literatura”.
Basado en el Juego de la Oca
"Corro con esmero, pero caigo en el agujero" o "De saltito en saltito me muevo como un pajarito" son algunas de las instrucciones del juego que nos recuerdan que está basado en el de la Oca: “La Oca es un juego muy popular y hasta cierto punto universal, cuyas reglas básicas conoce muchísima gente -afirma Arnal-. El reto fue conectarlo con la temática del cuento y vincular esta con las penalizaciones y recompensas que marca el reglamento de La Oca. Creo que al final esto se consiguió razonablemente bien”.
En cuanto al estilo que ha elegido para ilustrarlo: “Nunca elijo un estilo –nos comenta Arnal-, simplemente dibujo y me sale lo que me sale. Lo que sí es cierto es que las imágenes de las casillas del tablero quieren evocar un cierto imaginario clásico de los juegos deudor de la gráfica de los grabados antiguos. En cambio las ilustraciones del texto, que también son las de la parte central del juego, tienen otro registro, en mi opinión nada retro”.
En cuanto a sí los niños tienen un lenguaje visual diferente, Arnal nos comenta que: “Los niños comparten imaginario con los adultos sólo que lo interpretan de otra manera. Ilustrar para niños no quiere decir sino tener en cuenta este factor, cosa que hacemos de manera natural en la vida cotidiana, salvo quienes creen que los niños son personas deficitarias. Pero más importante que pensar si se ilustra o no para niños es saber qué clase texto se ilustra”.
En cuanto a sus proyectos, Grassa Toro está muy volcado en la dirección de la Cala de Choles (@casaabiertalaandariega) un lugar “para el conocimiento, la investigación y la creación”, donde se imparten talleres, cursos, seminarios… aparte de celebrar exposiciones y contar con una gran biblioteca.