Luces y sombras de la Cuba de Fidel
- Fidel aseguraba que la educación y la sanidad eran las grandes conquistas
- Los expertos aseguran que esos triunfos tienen muchos matices
- La represión ha sido la mayor sombra de Cuba desde los inicios
- Fidel Castro ha muerto este viernes a los 90 años en La Habana
- Así hemos contado en vivo la muerte de Fidel Castro
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Casi desde sus inicios, la Revolución de Fidel Castro ha caminado a medio camino entre la realidad y la leyenda. "Prefiero que la isla se hunda en el mar antes que renunciar al comunismo", dijo en los años noventa, cuando ya había perdido a su mecenas soviético. De sus luces y sombras el responsable parece haber sido el hombre que construyó, más que una Cuba socialista, una Cuba 'fidelista'.
"Fidel Castro estableció un sistema personalista, más que comunista. Yo veo difícil destacar algún logro de la revolución. A raíz de la caída del muro de Berlín empezó a caer todo y Cuba tiene ahora un nivel de vida mucho, mucho peor que cuando triunfó la revolución", afirma el excorresponsal de TVE en La Habana Vicente Botín, autor del libro Los funerales de Castro.
Durante sus 50 años de dictadura, Fidel dirigió la isla con estrecho celo pero sin posiciones fijas. "Fue un propagandista, y cambió sus discursos y las posiciones de su régimen en función de sus necesidades para mantenerse en el poder", añade el periodista y exjefe de Internacional de TVE y del programa En Portada Juan Antonio Sacaluga.
Sanidad y educación: ¿Mito o realidad?
Cuando llegó Fidel Castro, Cuba no tenía un sistema de salud ni ejemplar ni caótico: según un informe del Departamento de Estado de EE.UU. de 1957, ocupaba el tercer puesto en la región, por delante de países europeos como Reino Unido o Finlandia en términos de médicos per cápita. Sin embargo, el 60% de los doctores y 80% de las camas de hospitales se encontraban en La Habana, y solamente había un hospital en zonas rurales. En 1950, el Banco Mundial alertaba de que aunque "las enfermedades no son un problema serio en Cuba, la salud sí lo es".
Hoy en día Cuba cuenta con más de 280 hospitales repartidos por toda la isla. Fidel Castro utilizó estos avances como bandera y la medicina de Cuba goza de un gran prestigio, al menos regional. Los expertos añaden, no obstante, que este éxito tiene matices. "Es en parte una realidad palpable y en parte un mito", comenta Juan Antonio Sacaluga. "Los médicos cubanos son muy valorados, están desplegados por toda América Latina pero al mismo tiempo hay una gran carencia de servicios médicos a la población", añade.
"La sanidad funcionó relativamente bien cuando Cuba vivió a costa de las subvenciones soviéticas, la sanidad se mantuvo en unos niveles aceptables", apunta Botín. Ahora, "en Cuba se crean muchos médicos, pero otra cosa es la formación que tienen. Los errores médicos en Cuba y las muertes por mala praxis están a la orden del día. No se puede estudiar bien medicina sin los medios de un país normal", puntualiza.
Además, recuerda el experto y periodista, los médicos se han convertido en un activo que usa el Estado. "Por ejemplo, Venezuela paga por cada médico unos 2.000 dólares al mes y ese médico recibe al cambio unos 100 dólares mensuales. Esa diferencia se la lleva Fidel Castro en petróleo", añade.
Para el corresponsal del diario La Vanguardia y autor del libro La isla de los ingenios, Fernando García del Río, el mito de los éxitos en sanidad y educación tienen a día de hoy "algo de cierto pero también hay algo de exagerado".
"Un país que tiene su mayor fuente de ingresos externos en los médicos que exporta a Venezuela, pero también a todo el área del ALBA de América Latina, a África e incluso China, hasta un total de 50.000 profesionales de la sanidad, tiene unas carencias de infraestructura enormes en la sanidad. Le faltan medicamentos e instrumentos, unos días esto, otros días los otros… Por diferentes razones, unas por el bloqueo, otras por el robo…", advertía en una entrevista con RTVE.es.
La otra gran bandera de la revolución es la educación. La campaña de alfabetización de 1961 fue considerada por la ONU como ejemplar y a principios de los 80, la tasa de analfabetismo en la población mayor de 10 años era del 4%, la más baja de América Latina. Según un último informe de UNICEF de 2014, Cuba tiene un Índice de Desarrollo de la Educación para Todos muy elevado, incluso si se compara con los países desarrollados.
"Quizás sea el mayor éxito de la Revolución cubana", señala Sacaluga. "Tiene niveles superiores a otros países de similar tamaño y riqueza en la región. Lo cual no quiere decir que ese logro no esté contaminado por un adoctrinamiento ideológico que ha empañado notablemente esa conquista", añade.
Los vaivenes económicos
Desde 1959, la historia económica de Cuba ha pasado por muchos cambios: desde la etapa idealista a la ortodoxia soviética, del periodo especial postcomunista a la alianza bolivariana, la economía cubana se ha ido transformado y arrastrando a la sociedad. Pero si algo ha caracterizado a todas ellas, coinciden los expertos, ha sido la falta de pragmatismo.
"Los errores de gestión, la falta de realismo a la hora de organizar la producción, es anterior a que Cuba adoptara la actitud seguidista hacia la URSS. De hecho, la propia URSS mandó un comisario a Cuba para organizar el desastre de la producción", matiza Sacaluga.
Para Botín, el principal fracaso de la economía cubana ha sido el personalismo de Fidel. "La economía cubana fracasó, fundamentalmente, por las locuras de Fidel Castro", asegura.
"No podía haber una planificación como la que está haciendo Raúl, porque Fidel rompía continuamente los esquemas. Si se planificaba un dinero para hacer una carretera, Fidel lo desviaba a la guerrilla en Colombia; Fidel decidió quitar todos los cultivos de La Habana para sembrar café y luego no había ni cultivos ni café; Fidel decide cruzar las vacas lecheras y de carne para que tener vacas que dieran carne y leche y se cargó el ganado vacuno", señala el excorresponsal de TVE en La Habana.
El líder cubano siempre achacó la mayor parte de sus penurias al duro embargo de EE.UU. sobre la isla. En 2008 el Gobierno de la isla calculó que había causado un daño económico directo mayor a los 90.000 millones de dólares en 50 años y denunciaba una persecución feroz contra cualquier empresa o institución comercial o bancaria extranjera que pretendiera establecer relaciones económicas, comerciales o financieras con instituciones cubanas.
"En parte, el bloqueo o el embargo ha dañado mucho la capacidad productiva de determinados productos básicos, pero no todo se explica por eso. Tampoco ha sido capaz el régimen cubano de crear una estructura productiva sólida, modesta, adecuada a su dimensión y a su capacidad productiva, pero eficaz", comenta Sacaluga.
"En Cuba se decía una frase: 'El Estado hace como que me paga y yo hago como que trabajo’. Había pleno empleo porque en cada lugar había miles de trabajadores, pero los salarios eran muy bajos y la productividad era muy baja”, recuerda Botín. Y esa insostenibilidad, señala, se vio cuando perdió al mecenas soviético.
El periodista Fernando García del Río pone como ejemplo la industria del azúcar, un paradigma del fracaso en la economía. La isla ha pasado de ser el mayor productor de azúcar del mundo a tener que importar.
"Es verdad que la maquinara desapareció al caer el bloque socialista, es verdad que el embargo impide comprar herramientas, pero hoy es el día en que Cuba tiene que recurrir a la inversión extrajera, en una cosa que es simbólica de su soberanía, porque no queda más remedio", señala refiriéndose a esa industria azucarera.
En la década de 1990, la llegada de Chávez al poder permitió recular a un Fidel Castro que empezaba a hacer reformas. "Fue la garantía que prolongó la supervivencia del régimen cubano cuando se salió del terrible periodo especial. Fue un balón de oxígeno cuando prácticamente nadie contaba con él e, incluso, cuando el régimen había empezado a hacer algunas modificaciones que se habían hecho esperar muchísimo", recuerda Sacaluga.
Represión y derechos humanos
Pero si ha habido una sombra que ha transcendido la dictadura ‘fidelista’, esa ha sido la represión y las violaciones de los Derechos Humanos. Y lo hizo ya desde sus inicios.
"Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”, aseguraba en la Asamblea de la ONU el representante del gobierno cubano, Ernesto Che Guevara, en 1964.
Aunque esos fusilamientos de la Comisión Depuradora de principios de los años 60 no se han vuelto a producir, los 50 años de gobierno de Fidel Castro han sido denunciados, en repetidas ocasiones por su represión. Lo han hecho tanto por las ONG como Human Rigth Watch o Amnistía Internacional como por organizaciones internacionales como la UE, la OEA o la propia ONU.
"Hay una ley que se llama 'ley de peligrosidad pre-delictiva' que castiga, y cito textualmente, la especial proclividad de una persona a cometer un delito. Es lo que decía Orwell en su libro 1984: el crimen de la mente”, comenta Vicente Botín. La organización opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos (CCDHRN) ha denunciado que en 2014 se han producido 8.899 detenciones breves (de horas o días de duración), un 27% más que el año anterior.
"Los disidentes tienen una situación bastante complicada, porque nunca saben lo que va a pasar, nunca saben cuando va a llamar el policía. Hay una inseguridad jurídica permanente, pero que de cara al exterior es más llevadera, llama menos la atención que aquella condenas tan enormes", añade.
Sacaluga recuerda que esa represión no se ha limitado a los opositores políticos. "Hubo una oposición de los propios líderes o figuras destacadas que estuvieron desde la primera hora de la revolución, que sí se conoce, el caso de (Huber) Matos o el caso de (Eloy Gutiérrez) Menollo, pero hay luego una purga de los estalinistas, y una separación de elementos que habían sido próximos al ‘guevarismo’… y fue de una manera más discreta", apunta.
Para bien o para mal, la historia moderna de Cuba no se entiende sin Fidel Castro. Seguirá siendo fuente de apasionados debates, más aún después de su muerte, pero una cosa sí queda clara: las conquistas y fracasos de la Cuba moderna son, en la mayoría de los casos, obra suya.