Ceuta y Melilla, un limbo sin derechos humanos para inmigrantes y refugiados
- Amnistía Internacional denuncia hasta ocho tipos de violaciones de derechos
- Critica las expulsiones 'en caliente', los abusos policiales y la discriminación
- Asegura que los CETIS no respetan las condiciones básicas para la acogida
Los derechos de las personas migrantes y de los refugiados no se respetan en Ceuta y Melilla, asegura Amnistía Internacional en su último informe. La ONG denuncia que las ciudades autónomas son "un limbo", un territorio en el que no se garantiza la aplicación de la ley de la misma manera que en la Península y en el que se producen de forma habitual violaciones de los derechos humanos.
Los problemas, explica la organización en En tierra de nadie: La situación de las personas refugiadas y migrantes en Ceuta y Melilla, se producen a ambos lados de la frontera y tanto a la hora de intentar acceder a territorio español como una vez en él. Las expulsiones 'en caliente', los abusos policiales, las discriminaciones por nacionalidad y la falta de condiciones adecuadas en los Centros de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETIS), son algunas de las ocho violaciones de derechos humanos que detecta Amnistía en el documento.
El objetivo del informe, en el que se recogen numerosos testimonios de refugiados e inmigrantes, no es solo denunciar la situación de estos colectivos, sino también presentar un Plan de Acción para las autoridades españolas. La organización reclama como medidas más urgentes suspender la colaboración con Marruecos en materia de control migratorio, garantizar los procedimientos individuales de asilo y trasladar a las personas en situación de especial vulnerabilidad a la Península, ya que en las ciudades autónomas no reciben las atenciones necesarias.
Una entrada infranqueable para refugiados
La entrada a territorio español por Ceuta y por Melilla es prácticamente infranqueable. No solo por las vallas y concertinas, sino también por la casi imposibilidad de solicitar protección internacional en el puesto fronterizo. En Ceuta, las oficinas de asilo permanecen cerradas y en Melilla, solo las personas procedentes del conflicto sirio tienen posibilidades reales de hacerlo, relata Amnistía. A estas dificultades hay que añadir que en ocasiones los que intentan llegar a la frontera son interceptados por las fuerzas marroquíes.
Las fronteras están cerradas y se producen expulsiones masivas y 'en caliente'. Pese a estar prohibidas por el derecho internacional, en España se siguen realizando, sin garantías jurídicas y con uso excesivo de la fuerza, denuncia la ONG.
El informe presenta casos tan desgarradores como el de Muhamed, un joven de 20 años procedente de Guinea Konakri que intentó saltar la valla de Ceuta. La concertina le provocó una herida en la muñeca derecha y durante siete horas permaneció encaramado sin recibir ningún tipo de ayuda: "Veía mi propio nervio, gritaba a la Guardia Civil que estaba herido y les enseñaba mi brazo envuelto en un torniquete con mi camiseta, pero nadie me hacía caso", explica Muhamed, que fue operado más tarde, pero perdió la movilidad de la mano y el dedo pulgar.
Amnistía, por otra parte, ha documentado la discriminación por nacionalidades y el trato desigual hacia las personas que no son sirias a la hora de solicitar asilo. Y también la falta de un examen individualizado de las personas que intentan acceder a territorio español.
Los CETIS, sin las condiciones adecuadas de acogida
La situación para migrantes y refugiados no mejora una vez que logran traspasar la frontera. Los CETIS de Ceuta y Melilla, subraya el informe, no reúnen las condiciones necesarias de acogida. A pesar de que recientemente y tras varias denuncias de la ONG se han mejorado algunos aspectos, como la atención específica a la población infantil, siguen existiendo problemas graves: hacinamiento, falta de información, sistema arbitrario de sanciones...
Para Amnistía es, además, especialmente preocupante la posición de aquellos que se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad. Las personas con discapacidad, las víctimas de trata, las víctimas de violencia de género y los colectivos LGBTI están desprotegidos y desatendidos, explican desde la organización. Los centros no se ocupan de dar un tratamiento especial a estos grupos, por lo que deberían ser trasladados "de manera inmediata" a la Península.
La historia de Marian, una argelina de 27 años que lleva un año en el CETI de Melilla, sirve como ejemplo de la indefensión en la que se encuentran algunas de estas víctimas. Marian sufría agresiones continuas por parte de su marido, que incluso la obligó a prostituirse. El centro, en lugar proteger su integridad física y psicológica, acogió también a su esposo e incluso les hizo compartir habitación durante un mes, en el que las palizas no pararon.