'Hasta el último hombre', los horrores de la guerra según Mel Gibson
- El australiano regresa a la dirección con un espectacular drama bélico ambientado en la II Guerra Mundial
- Está basado en la historia real de un soldado que salvó a 75 compañeros sin usar armas
- Está nominado a 6 Oscars (Película, director, actor, montaje, montaje de sonido y edición de sonido)
6 NOMINACIONES A LOS OSCAR:
-Película
-Director (Mel Gibson)
-Actor (Andrew Gardfield)
-Montaje
-Montaje de sonido
-Edición de sonido
Una década después de su último éxito como director, Apocalypto (2016), y tras haber superado sus problemas con el alcohol, Mel Gibson vuelve a la dirección, por todo lo alto, con un espectacular drama bélico: Hasta el último hombre, que le ha valido los aplausos de la crítica, además de varias nominaciones a premios tan importantes como los Oscars (6 candidaturas), los Globos de Oro (3 nominaciones) o los Basfta (5 candidaturas), y ser incluída entre las diez mejores películas del año de la prestigiosa lista de la National Board Of Review.
Hasta el último hombre cuenta la historia real de Desmond T. Doss, un objetor de conciencia que participó en la sangrienta batalla de Okinawa negándose a llevar armas. Y encima, logró salvar la vida de 75 soldados, por lo que recibió la Medalla de Honor del congreso de manos del Pesidente Harry S. Truman.
La pantalla explota, literalmente
La película de Gibson se divive en dos partes muy diferenciadas, en la primera, el director narra los problemas de Doss (Andrew Gardfield), con su tiránico padre (Hugo Weaving), su romance con su novia (Teresa Palmer) y su alistamiento en el ejército, donde su negativa a llevar armas le hizo enfrentarse a un Consejo de Guerra y al desprecio de sus compañeros, que lo consideraban un cobarde. Una primera parte muy interesante porque plantea cuestiones morales y religiosas, aparte de mostrarnos la desigual lucha de Doss (David) contra el ejército de EE.UU. (Goliath).
Pero lo mejor viene, sin duda, cuando Doss entra en combate. O mejor dicho, en el infierno. Su unidad tiene la orden de asaltar el acantilado de Maeda, en Okinawa, una escarpada colina de 122 metros en cuya cima les esperan nidos de metralletas, trampas y soldados japoneses escondidos en cada grieta.
Desde que ponen un pie en esa colina la pantalla explota, literalmente, con algunas de las mejores secuencias de batalla que hemos visto en la historia del cine. Gibson describe a la perfección los horrores de la guerra metiéndonos en un infierno en el que la supervivencia parece imposible.
No podemos evitar comparar esta larga secuencia con la primera media hora de Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998), sin duda su referente más directo. Y es que Gibson también logra meter la cámara, y al espectador, entre los soldados, por lo que asistimos a la muerte de muchos de ellos, con un realismo inusitado. Casi como si estuviéramos allí.
Después llegarán las heroicidades de este objetor de conciencia, tan increíbles que sólo pudieron ser verdad, y más dilemas morales y religiosos. Pero lo que al final se nos queda en la retina son esas secuencias de batalla en las que el barro y la sangre salpican al espectador, y que ya figuran entre lo mejor del cine bélico.
Parte de esa espectacularidad de la película se debe a que muchas de las explosiones son reales y transcurren a muy pocos metros de los especialistas, lo que han conseguido gracias a un nuevo dispositivo conocido como "caja bomba", que crea muchos escombros sin riesgo para los actores.
Un equipo de lujo
Esas escenas de batalla vuelven a demostarnos lo bien que se defiende Mel Gibson en las escenas de acción, como ya nos probó con Braveheart o Apocalypto. Y nos hacen recuperar la esperanza en este director que, cuando quiere, hace muy buen cine. Como decimos, pocas veces el cine nos ha metido tan de lleno en una batalla, con tal nivel de autenticidad.
Destacar también el guión, coescrito por el dramaturgo ganador de un premio pulitzer Robert Schenkkan (Kentucky Cycle) y el guionista australiano Andrew Knight (El maestro del agua).
Una de las grandes bazas de la pelicula es su reparto, encabezado por Andrew Gardfield (Spider-Man), que está perfecto en su papel de joven héroe (a su pesar). El actor logra dotar de humanidad a este personaje que es tan raro como humano, y cómicamente romántico. Gardfield estudió durante años la vida de Doss, que falleció en 2006. Su nominación al Oscar a mejor actor está más que justificada.
La modelo y actriz australiana Teresa Palmer (Nunca apagues la luz) interpreta con convicción a Dorothy, la novia de Doss, que está dispuesto a apoyarlo ciegamente en todas sus decisiones, por extrñas que la parezcan.
Mencionar también a Hugo Weaving (Matriz, Capitán América), que interpreta al tiránico padre de Doss y que, con apenas un puñado de secuencias, deja patente su carisma.
Del resto del reparto detacamos a Vince Vaughn (True detective), que interpreta al sargento Howell, un personaje heredero del sargento de Oficial y Caballero (ya sabéis, un capullo con su corazoncito); Sam Worthington (Avatar, Furia de titanes), perfecto como el Capitán Glover, decidido a hacer la vida imposible a Doss, al que considera un cobarde; y Luke Bracey, el soldado líder del grupo de Doss que le puteará todo lo posible. Ya os aviso que no todos sobrevivirán.
Resumiendo, un estupendo drama bélico que, sorprendentemente, combina la espectacularidad de las batallas con un mensaje pacifista. Tiene un reparto estupendo y nos trae de regreso a un gran director: Mel Gibson.