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Kirk Douglas: Los 100 años de un fracasado con éxito

  • Issur Danielovitch (o Kirk Douglas) nació el 9 de Diciembre de 1916 en Amsterdam, Nueva York
  • Es la última gran estrella masculina viva del Hollywood clásico
  • Inquieto, culto y vitalista, también ha sido un productor creativo y brillante escritor en su autobiografía

Por
Kirk Douglas cumple 100 años

"Llegué a este mundo en una preciosa caja de oro, delicadamente tallada con frutas y flores, suspendida del cielo mediante finas hebras de plata.

Una soleada mañana invernal, mi madre estaba en la cocina horneando pan, cuando creyó ver algo afuera. Limpió la escarcha de la ventana, se asomó y vio la preciosa caja de oro que relucía en la nieve. Se cubrió rápidamente con un chal, corrió al patio, abrió la caja de oro… ¡y ahí estaba yo! ¡Un hermoso bebé! Desnudo, dichoso y sonriente. Me alzó con mucho cuidado, me apretó contra su pecho para darme tibieza y me entró en la casa.

Así nací. Sé que es verdad porque me lo ha dicho mi madre.

Cuando oí por primera vez esta historia, sólo pensé en la caja de oro.

Pero Ma, ¿qué fue de la caja, la caja de oro con hebras de plata?No lo sé. Cuando me asomé de nuevo a la ventana, había desaparecido. Pero Ma, ¿por qué no cogiste la caja y la guardaste?Hijo, cuando te vi me sentí tan dichosa que no pensé en nada más.

Me decepcionó que mi madre hubiese permitido que desapareciera la caja de oro. Pero al mismo tiempo me sentí feliz, porque para ellos yo era más importante incluso que una preciosa caja de oro con hebras de plata que llegaban hasta el cielo. A partir de ese momento supe que sería alguien.

Pero durante largo tiempo fui un don nadie."

Con esta bella historia comienza El hijo del trapero, la apasionante autobiografía de Kirk Douglas. O más bien debiéramos decir de Kirk Douglas e Issur Danielovitch, porque ambos llevan habitando el mismo cuerpo desde hace muchos años. Issur llegó antes, nació el 9 de Diciembre de 1916 en Amsterdam, Nueva York. Un territorio paupérrimo en el que el hambre, paradójicamente, era el pan nuestro de cada día. Hijo de emigrantes judíos rusos y el único chico entre seis hermanas, la infancia de Issur fue tan triste como la de cualquier niño que habita en la miseria, y tan jubilosa como la de cualquier niño con imaginación. Hasta que en su camino se cruzó una profesora que en la preadolescencia le enseñó a amar la literatura… y algunas cosas más. Y, recitando hermosos poemas, Issur descubrió que quería ser actor. Un gran actor de teatro, para ser más exactos.

Kirk Douglas, un superviviente de la época dorada de Hollywood cumple 100 años

Brillante estudiante y destacado atleta, Issur desempeñó los trabajos más variopintos para pagarse la Universidad. Se trasladó a Nueva York y en la escuela de Arte Dramático nació Kirk Douglas, la estrella que todos conocemos. Pero por aquel entonces no era más que otro aspirante al éxito. O, lo que es lo mismo, un candidato más al fracaso. Experto en lucha libre, a menudo Kirk solía decir que el ring le enseñó más cosas del oficio de actor que la escuela. Tras acumular alguna que otra decepción sobre los escenarios, una compañera le hizo dos de los mejores regalos de su vida: el abrigo de su tío y hablar de él a un gran productor de Hollywood, Hal Wallis. Esa compañera era Lauren Bacall, quien pronto iba a alcanzar el firmamento con Tener y no tener.

El extraño amor de Martha Ivers (Lewis Milestone, 1946) fue su primera película y una de sus más conmovedoras interpretaciones. A partir de entonces hubo muchas más: El ídolo de barro (Mark Robson, 1949), El trompetista (Michael Curtiz, 1950), junto a su amiga Lauren Bacall, El gran carnaval (Billy Wilder, 1951), Brigada criminal (William Wyler, 1951), Cautivos del mal (Vincente Minnelli, 1952), El loco del pelo rojo (Vincente Minnelli, 1956), etc, etc, etc… Y así hasta alcanzar casi los cien títulos.

Productor inquieto y exitoso

Inquieto, culto y vitalista, Kirk Douglas fundó su propia productora para participar en la mayor parte posible de los aspectos creativos de una película. E Issur aportó el nombre, “Bryna”, el mismo nombre de su madre con la intención de que algún día pudiera lucir en letras grandes en un luminoso. Algo que por supuesto consiguió. Puso a Stanley Kubrick en órbita tras quedar fascinado con Atraco perfecto (1956) e hizo posible que Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957) y Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) fueran las obras maestras que hoy conocemos. Aunque ello le supuso desagradables enfrentamientos con una persona a la que admiraba como artista pero despreciaba como ser humano. Con Espartaco, además, le devolvió el nombre al guionista Dalton Trumbo, tras años firmando con los más diversos pseudónimos al tratarse de uno de los más destacados miembros de la lista negra.

Fue amigo íntimo de Burt Lancaster, junto al que realizó algunos de sus mejores trabajos en títulos como Duelo de titanes (John Sturges, 1957) o Siete días de mayo (John Frankenheimer, 1964). Y Lancaster le definió como pocos cuando dijo: “Kirk sería el primero en deciros que es un hombre muy difícil para trabajar con él. Yo sería el segundo”. Porque si algo caracteriza a Douglas, además de su insaciable curiosidad y su sed de conocimientos, es un nivel de exigencia tan exagerado que pocos han podido seguir su ritmo. Porque, a pesar de su cultivado sentido del humor y de su seductora imagen, cuando se enfada, Kirk Douglas puede llegar a dar mucho miedo.

Y Kirk Douglas reveló a Issur Danielovitch

Durante las siguientes décadas, siguió haciendo películas e incluso dirigió dos. Pero no tuvieron excesivo éxito. Y un día, tras haber aprendido perfectamente francés, y defenderse en alemán y español, y tras haber recorrido casi el mundo entero como embajador de buena voluntad de su país, se miró al espejo y se topó con alguien al que hacía mucho no veía: Issur Danielovitch. Entonces decidió que escribiría sus memorias: El hijo del trapero. Si no las han leído, corran a comprar un ejemplar… Si es que lo encuentran. Yo tuve la suerte de toparme con ellas en una librería de segunda mano y así descubrí que Kirk Douglas/Issur Danielovitch no es sólo un magnífico actor, también es un gran escritor. Aunque, antes que Woody Allen, él bromeaba junto a Terenci Moix en el programa de TVE Más estrellas que en el cielo, sobre cómo la traducción al castellano había mejorado indudablemente su obra.

Podríamos decir muchos tópicos sobre Kirk Douglas, hablar de su hoyuelo, bromear sobre si se pronuncia “Duglas” o “Daglas”, mencionar a su hijo Michael y especular sobre quién va a ser más longevo. Pero preferimos destacar su poderosa personalidad, su afán por ahondar en el misterio del ser humano y conocer los secretos del mundo. Su afición por cantar fuera y dentro de las películas, y por quitarse la camisa a las primeras de cambio en la pantalla y lucir su deslumbrante musculatura. Nos gusta revelar cuál de sus películas es su favorita: Los valientes andan solos (David Miller, 1962), la desoladora epopeya de un vaquero fuera de época. Y nos conmueve recordar cómo durante diez años intentó infructuosamente poner en pie Alguien voló sobre el nido del cuco, porque le fascinaba la novela y el personaje. Y, cuando al fin su hijo Michael lo consiguió, le dieron el protagonista a otro porque él ya era mayor. Y, sobre todo, queremos destacar el hecho de que a pesar de su éxito, íntimamente se sienta un fracasado por no haber triunfado en el teatro, algo que era su verdadero sueño.

Hoy, 9 de diciembre, Kirk Douglas anda por los 80 años. Porque el que cumple 100 es Issur Danielovitch. En realidad no importa, ambos han aprendido a comprenderse y aceptarse. Y desde entonces los dos parecen más felices. Juntos han hecho frente a mil batallas y juntos aprendieron que la vida es dura. Pero ellos lo son más. O, al menos, como desvela Issur en su autobiografía, fingen serlo.

"La muerte de un progenitor te hacer madurar, y madurar es duro. Crees que cuando madures te ocurrirá algo maravilloso. Ausencia de problemas, como por arte de magia. Entonces maduras. Te conviertes en “un hombre grande”. Cambias la voz. Pero por dentro sigues siendo un niño. Pareces un adulto, y otros creen que lo eres, de modo que pretendes serlo; les devuelves el favor fingiendo que ellos también lo son. Todos compran y venden la misma ficción."