La 'guerra sucia' de Rodrigo Duterte
- Más de 5.000 personas han muerto a tiros en Filipinas desde que Duterte llegó al poder
- Organizaciones de Derechos Humanos denuncian la impunidad de policías y pistoleros
- Un informe del Senado critica la ‘guerra contra la droga’ y exige que se atenga a la ley
Rodrigo Duterte llegó a la presidencia de Filipinas con el apodo de ‘El Castigador’. Se lo había ganado a pulso en sus 22 años al frente de la alcaldía de Dávao, la tercera ciudad del país. Desde Manila ha aplicado la misma política de tolerancia cero contra la droga y el crimen organizado. Sus primeros seis meses en el poder suman ya 5.000 muertos y la condena unánime de las organizaciones de Derechos Humanos.
“Si destruyes mi país, te mataré, no lo dudes”. Con estas palabras se dirigía el todavía presidente electo de Filipinas a los narcotraficantes el pasado mes de junio. Y añadía: “Si los grupos de Derechos Humanos no lo entienden es que son estúpidos, qué le vamos a hacer”.
Seis meses después, un informe de la policía filipina reconoce que sus agentes han matado desde entonces a 2.004 presuntos delincuentes “en defensa propia”. Otras 3.060 muertes están oficialmente “bajo investigación”.
Entre ellas, las de Ace Bacorro, de 18 años, y Rondolph Droyon, de 19, dos jóvenes acribillados a tiros el pasado día 6 en uno de los populosos barrios de chabolas de la Manila más pobre. Una de las cámaras del circuito cerrado de televisión de la barriada grabó su asesinato mientras tomaban algo en la calle con unos amigos.
En las imágenes, difundidas por la agencia Reuters, se ve a dos parejas de motoristas parar a la altura del grupo, disparar numerosas veces y darse a la fuga mientras los supervivientes huyen en desbandada. Sobre la calzada quedaron los cadáveres de Ace y Rondolph.
Sus familias, sin apenas recursos para pagar el funeral, los velaban al día siguiente en plena calle. Naida Droyon, la madre de Rondolph, reconoce que su hijo era un consumidor habitual de marihuana. “Sé que drogarse está mal, pero se les debería dar a los jóvenes la oportunidad de rehabilitarse”, dice con voz trémula junto al ataúd abierto del joven. “Habría que darles trabajo y dejarlos estudiar. Mi hijo sólo tenía 19 años, ni siquiera pudo empezar una familia”.
Grace Fonollera llora de pena por la muerte de Ace y de rabia hacia quienes dan por sentado que era un narcotraficante. “Es una vergüenza, matan a nuestros hijos y nadie nos escucha”, se lamenta. “Nos juzgan porque somos pobres, la policía mira para otro lado y los jueces archivan el caso o ni lo llegan a abrir”. Ahora teme por los tres hermanos de Ace.
“Es una vergüenza, matan a nuestros hijos y nadie nos escucha“
Ejecuciones extrajudiciales
Las organizaciones derechos humanos denuncian que la policía filipina dispara a matar a los sospechosos y deja actuar con impunidad a pistoleros y escuadrones de la muerte, cada vez más numerosos.
“Hay ejecuciones extrajudiciales a diario”, asegura Wilnor Papa, coordinador de Amnistía Internacional en Filipinas. “El Gobierno dice que no las apoya, pero lo que queremos es que se lo tome en serio, que investigue todos los crímenes, que escuche a las familias de las víctimas y garantice que se hace justicia”.
El fotógrafo del New York Times Daniel Berehulak ha documentado 57 ejecuciones extrajudiciales en 35 días. Berehulak, un veterano fotorreportero de guerra que ha trabajado en 60 países, escribe que lo que vivió en Filipinas “fue como un nuevo nivel de cruedad: oficiales de policía que prácticamente le disparan a cualquiera que sospechen que vende o incluso usa drogas, vigilantes que se toman en serio la llamada del presidente Duterte para “asesinarlos a todos”.
“Nos están masacrando a todos”, le resumió un transeúnte ante los cadáveres cosidos a balazos de una chica de 17 años y su novio de 21.
Comparación con Hitler
Naciones Unidas ha expresado su preocupación. Yuri Fedotov, director de la Oficina contra la Droga y el Delito (UNODC) ha calificado la campaña de las autoridades filipinas de “violación de derechos y libertades fundamentales” y ha condenado el “aparente respaldo a las ejecuciones extrajudiciales”.
El lenguaraz e impetuoso Duterte responde a quienes le cuestionan con insultos. Ha llamado “estúpida” a la ONU e “hijo de puta” a Obama En septiembre defendió su guerra contra el narcotráfico con una comparación espeluznante: "Hitler masacró a tres millones de judíos. En Filipinas hay tres millones de adictos. Me gustaría masacrarlos a todos".
Popularidad y críticas
La popularidad del controvertido presidente filipino, lejos de disminuir, aumenta: ocho de cada diez encuestados aprueba su gestión. Pero sus excesos empiezan a publicitarse.
Edgar Matobato, un exsicario que dice haber trabajado para Rodrigo Duterte, le ha acusado ante el Defensor del Pueblo filipino de ordenar miles de asesinatos, secuestros y torturas cuando fue alcalde de Dávao.
Los expertos dicen que la denuncia no puede prosperar porque la inmunidad del cargo protege al presidente. Pero una comisión del Senado sí tomó declaración a Matobato.
Su informe, hecho público este viernes, critica la guerra contra el narcotráfico, exige que se atenga a la ley y pide que se castigue a los policías que tiran a matar.
Rodrigo Duterte, lejos de amilanarse, persiste. “No vamos a parar hasta que el último capo de la droga o el último traficante esté entre rejas”, ha asegurado en su primer discurso del Estado de la Nación.”O bajo tierra, como ellos prefieran”.