'Las inocentes', la historia real de monjas violadas en busca de la esperanza
- Se estrena la cinta sobre monjas polacas embarazadas por tropas soviéticas
- RTVE.es entrevista a la directora, Anne Fontaine, Premio FIPRESCI en la Seminci
Tras finalizar la II Guerra Mundial, en su regreso desde Berlín a Moscú, las tropas soviéticas violaron masivamente a mujeres polacas. Es un hecho documentado, pero oculto entre las múltiples aberraciones humanitarias de aquel lugar y aquel tiempo. Las inocentes, de la directora francesa Anne Fontaine (Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel), ficciona una historia con elementos reales: la de unas monjas violadas y embarazas, y la de una doctora francesa de la Cruz Roja, atea y comunista, que les ayudó. Un historia terrible y oscura que sin embargo es también un canto luminoso a la empatía. El 23 de diciembre se estrena en salas.
Según los escritos de Madeleine Pauliac, la doctora real, los soviéticos violaron sistemáticamete a 25 monjas de un convento: 20 murieron y 5 quedaron embarazadas. “Es un situación increíble, paroxística”, explicaba Fontaine en una entrevista para RTVE.es durante el último Festival de Valladolid. “Unas mujeres que llegan a dar vida después de haber sido agredidas de manera muy violente. Es algo que nos hace cuestionarnos de manera metafísica la condición humana. La película habla de la maternidad y de la fragilidad de la fe en sentido amplio”, añade.
Lou De LaÂge, como la doctora, y Vincent Macaigne, como su colega, se combinan en el reparto con las actrices polacas que dan vida a las monjas, encabezadas por Agata Buzek (Ida) y Agata Kulesza.
Las dudas se extienden a todos los personajes y cada cual tendrá que lidiar con el derrumbamiento de sus más íntimas convicciones. “La duda es lo que hace humanos, esas mujeres no podían ni imaginar los que les pasó”, dice la cineasta. “La duda es lo que nos hace investigar, progresar. La doctora, la científica, no consigue al principio tener gestos racionales. Y las religiosas, por definición, también dudan. Solo los violadores, probablemente, no han dudado”.
Polonia es un país histórica y metafóricamente violado. Y Las inocentes tiene voluntad también de microcosmos de la época, con sus personajes de creencias antitéticos. “Quería contar una situación de guerra con personajes muy distintos: un médico judío cuyos padres fueron asesinados, una francesa comunista que no sabe lo que el comunismo trae, y unas religiosas católicas. Es una reflejo de la época, pero también de ahora: la situación de las mueres no ha cambiado. Ya no son soviéticos, pero hay equivalentes fanáticos”, explica.
Fontaine reconoce que el mayor problema al documentarse fue recrear el mundo recluido, privado y secreto de las monjas. Para solucionarlo, pasó una temporada conviviendo en un convento. “Es un mundo que muchas veces imaginamos de manera caricaturesca. Lo que más me sorprendió es el ritmo, un ritmo distinto: la relación con el tiempo no tiene nada que ver con la vida corriente. En un convento he observado una dramaturgia: las personalidades están sujetas a la misma pasión”.
El oscuro tema impregna la narración de Fontaine que, sin embargo, reconoce que jamás hubiera dirigido la película “si no hubiera también luz y esperanza”. Y añade: “Existe una empatía entre esas mujeres, existe un amor en el sentido amplio de la palabra. Se trata de trascender esa pesadilla”.