'The Last Guardian', la maravilla jugable del año
- Narra la amistad entre un niño y una bestia en un mundo fantástico
- Su creador es Fumito Ueda, autor de Ico y Shadow of the Colossus
- Ha llegado este mes a PlayStation 4 tras años de retrasos
Existen productos culturales que parece que no van a llegar nunca. Se anuncian, se retrasan, se vuelven a retrasar y los fans van perdiendo la esperanza hasta que, un día, se confirma su fecha de lanzamiento. Uno de los casos más sonados es The Last Guardian, el videojuego del Team Ico de Fumito Ueda del que tuvimos primera noticia en la feria E3 de 2009. En principio iba a ser un juego para PlayStation 3, pero numerosos retrasos lo llevaron a la PS4 de la actual generación de consolas. Finalmente está aquí, y cada segundo de espera ha merecido la pena.
En The Last Guardian controlamos a un niño que ha despertado en una cueva junto a una criatura alada gigante. No sabemos cómo hemos llegado allí ni qué es esa bestia, a la que llamamos Trico. Lo primero que debemos hacer para escapar es alimentarla y liberarla de las cadenas que le impiden moverse. Trico tiene varias lanzas clavadas en su cuerpo y desconfía de nuestro personaje, pero poco a poco nos ganaremos su confianza. Un narrador (¿el niño en el futuro?) nos va dando pistas sobre lo que debemos hacer.
Comienza así un viaje fantástico a través de cuevas, edificios en ruinas y enormes espacios abiertos en los que debemos superar los obstáculos que se nos presentan para avanzar. A menudo el niño se separará de Trico porque este no puede entrar en los lugares más estrechos y tendremos que buscar la manera de reencontrarnos con el animal.
Aunque solo manejamos al niño, tendremos que aprovechar la capacidad de salto de Trico para llegar a los puntos más altos y su fuerza para eliminar a los enemigos. Cuando mejore nuestra relación podremos darle órdenes directamente, y él las cumplirá o no. De nuestra habilidad para relacionarnos con Trico dependerá que lo haga.
The Last Guardian concentra lo mejor de las dos anteriores creaciones del Team Ico en una historia que conmueve y que está plagada de escenas espectaculares. De Ico (PlayStation 2, 2001) toma el concepto de juego de plataformas con continuos puzles que resolver. De Shadow of the Colossus (PlayStation 2, 2005) recupera el diseño de criaturas gigantes a las que debemos subirnos. En aquel caso era para destruirlas, en este para que nos ayuden a volver a nuestra aldea.
Trico, una bestia imprevisible
No es un gato, ni un perro, ni un pájaro, pero lo es todo al mismo tiempo. Trico es el verdadero triunfo del juego de Ueda, quien ha creado uno de los mejores personajes no humanos de la historia del videojuego. Sus emociones son complejas e impredecibles. Al principio nos hará daño sin querer, y con el tiempo iremos comprendiendo qué es lo que pide y cuándo algo no le gusta.
El mundo en el que se desarrolla The Last Guardian es totalmente desconocido para el niño pero no para el animal, que nos irá apuntando por dónde debemos ir y cuáles son los peligros.
La agilidad de Trico y sus alas le permiten dar saltos enormes que cortan la respiración del jugador. Verlo moverse por los aires es un espectáculo, con una banda sonora que enfatiza los momentos de acción y destrucción a la manera del Uncharted 4.
Pequeños defectos que no empañan una propuesta única
A pesar de sus numerosas virtudes, no estamos ante un juego perfecto. El control del niño no termina de estar bien implementado cuando estamos a lomos de Trico y puede ser algo frustrante. La cámara, que podemos manejar libremente con el stick derecho, también da problemas y nos puede jugar una mala pasada a la hora de realizar saltos entre distintos niveles.
Otro punto discutible del juego es su propia mecánica. Aunque al principio nos cueste resolver algunos puzles, una vez que lo hayamos hecho nos resultará fácil superar los siguientes. La mayoría consisten en mover palancas o destruir símbolos que dan miedo a Trico e impiden que nos siga. Esto puede hacer el juego algo repetitivo, pero lo emotivo de la historia compensa esa sensación de déjà vu.
The Last Guardian ofrece suficientes horas de diversión para justificar su compra, pese a ser un título con pocos alicientes para volverlo a jugar una vez completado. Los desafíos de lógica que ofrece lo hacen apropiado para los jugadores más jóvenes y no es un juego violento. Pese a ello, tiene una calificación PEGI 12, para jugadores mayores de 12 años por "violencia hacia personajes no humanos".
En un mundo como el del videojuego, plagado de sagas que arriesgan poco en cada nueva entrega, se agradece un juego que apuesta por la narración y los personajes. El éxito de The Last Guardian demuestra que hay mercado más allá de los shooters y los títulos deportivos. También hay talento en muchas partes del mundo, como lo demuestran títulos independientes de la calidad de Inside. El problema es que los grandes estudios se han entregado a la rutina de publicar cada año un título nuevo de sus franquicias. Así, la historia mágica del muchacho y la bestia no deja de ser una bella excepción en unas consolas desabastecidas de poesía.