El gran reino de Peppa Pig: Cómo triunfar con humor para niños (y adultos)
- Mark Baker, uno de los creadores de Peppa Pig, analiza las claves de su éxito
- Estuvo tres veces nominado al Oscar antes de crear sus reconocidas series infantiles junto a Neville Astley
- Capítulos de Peppa Pig y El pequeño reino de Ben y Holly, en Clan
Si compartes la vida con un menor de cinco años, Peppa es una más. La creación de dos amigos animadores británicos sobre una cerdita y su familia es un fenómeno global: una serie para televisión que se emite en 180 países y que, el pasado noviembre, dio el salto al cine con Peppa Pig y las botas de oro.
Dos británicos, Mark Baker y Neville Astley son los responsables de las historias y argumentos de Peppa Pig, además de su animación y diseño. La serie fue emitida por primera vez 2004 y, en 2007, Astley y Baker añadieron a su factoría El pequeño reino de Ben y Holly, otra serie de éxito.
Su logro no nace de la nada. Baker, de 57 años, es uno de los animadores más importantes del Reino Unido desde los años 80. Tres de sus cortometrajes, The Hill Farm (1988), The Village (1993) y Jolly Roger (1998), estuvieron nominados al Oscar al mejor cortometraje de animación. Todos tenían la misma marca de estilo: dibujos sencillos, como realizados por niños, aunque mostrasen un mundo sofisticado para público adulto. Un buen día, tomando buenas pintas en un buen pub londinense, Baker y Astley se dijeron: ¿Y por qué no crear una serie para niños?
Desde su cuartel general en Londres, Baker recuerda para RTVE.es los rostros inexpresivos de los ejecutivos de cadenas televisivas durante las primeras reuniones en las que vendían su proyecto. “No les gustó precisamente porque es una idea muy obvia. Cuando una idea es sencilla piensan: ‘bueno, necesitamos algo nuevo’. Por eso las ideas que la gente vende son tan complicadas y suenan a cosas que no se ha hecho antes”, explica Baker.
El punto de partida es una simplicidad apabullante: Peppa Pig es un cerdita con un vestido rojo que vive con su padre, madre y hermano pequeño. Va al colegio, visita a sus abuelos, juega con sus amigos. Una sencillez revolucionaria en un panorama de series infantiles cargadas de tecnología y futurismo. “Hicimos lo opuesto: queríamos ser originales, pero creo que las cosas buenas te hacen sentir también que ya has estado allí, que ya las has oído antes”.
De hecho, todo el proceso fue absolutamente natural. ¿Por qué una cerdita? “Cualquier animal de granja funcionaría pero fue la primera idea que tuvimos y sonaba bien. Lo que a los niños les gusta de la animación es que no es real. Les gusta pero sienten también una distancia, una seguridad. Una razón para usar animales en animación es porque son, de algún modo, ‘superreales’. Y elegimos cerdos por dos razones: los gruñidos son divertidos y, dos, a los cerdos se les permite ensuciarse, cosa que a los niños les encanta aunque no se les permita”.
Una economía que adaptaron al universo visual, como Baker señala con cierta ironía británica. “Hago animación desde hace 30 años, al principio todo era dibujado, sin ordenadores, así que hacerlo lo más sencillo posible siempre me pareció una buena idea”, dice sin evitar una pequeña risa. “Además, ahora, con los ordenadores, no puedes tener texturas: funciona mejor con colores planos. El encanto es que parezca casera, no te preguntas cómo está hecha, te lo muestra. Cuando mostramos una casa en una colina pensamos en cómo ven los niños una casa en una colina. Es la visión de un niño, no la mía”.
Todos los capítulos finalizan con los personajes riendo. Un humor que intencionadamente busca traspasar edades. ¿Es la inclusión del espectador adulto la clave del éxito? “Lo creo. Buscamos algo que valiera a padres porque ellos ven las series con los hijos. Fue algo natural: las animaciones que hacía con Neville antes de Peppa Pig eran para adultos y no pudimos liberarnos del todo de ese humor. Fuimos cuidadosos porque los niños son los espectadores principales. Si va muy lejos, es irritante para los niños”, asegura. “Siempre que el humor haga avanzar la historia no importa que no se entienda, porque al menos cuenta la historia. Lo molesto es cuando una broma no funciona y detiene la narración”.
Los personajes masculinos son los objetos de la mayoría de bromas. “Cuando era un niño no me gustaba que los padres fueran graciosos. Creo que especialmente a los padres les gusta jugar a hacer el tonto cuando juegan con los niños. Y pensé que al público le gustaría reírse del padre. No hacemos bromas sobre Peppa porque creemos que es malo reírse de un niño. Papá Pig es muy listo, pero a veces pretende ser un poco tonto. Es bueno con las matemáticas, pero no mirando un email. Es un poco como somos los animadores: inteligentes, pero nada prácticos en el mundo real”.
Ben y Holly: el mundo real a través del mundo mágico
En un capítulo Peppa jugaba a ser un hada. Fue la chispa para el inicio El pequeño reino de Ben y Holly, otra serie con un target enfocado a niños con un poco más de edad, en el que ya abrieron sin disimulo el humor a los adultos. Las chanzas, ironías y humor en general de la serie tienen siempre dos niveles. Un oasis para los padres que acompañan el visionado de los pequeños.
“Es una suerte de reacción a Peppa Pig que, en cierto sentido, vive en un mundo realista. Así que pensamos un mundo en el que la magia es real. Y también en el que las cosas son muy pequeñas porque la animación siempre juega con la escala”, explica.
En El pequeño reino de Ben y Holly, poblado de duendes que representan un universo masculino y hadas con un marcado lado femenino, las lecturas se multiplican. “La magia es muy interesante desde el punto de vista de la escritura. En cierto modo, es como el dinero. La familia de Holly es rica, vive en un castillo; Ben viene de un contexto más pobre. Y la serie trata de hacerles amigos”, explica el animador.
Las primeras reacciones de los ejecutivos fueron todavía más viscerales: “La odiaron, porque decían que la animación tiene que ser sobre cómo el mundo debe ser. Y nosotros decíamos: Peppa es un mundo perfecto, Ben y Holly es más sobre cómo el mundo es. Cuando haces magia, puedes resolver tus problemas. Pero también tiene inconvenientes si la usas mal, como sucede en Harry Potter. Ahí viene el humor”.
El merchandising de Peppa Pig inunda las grandes superficies del mundo. “Es una sensación extraña porque por un lado es algo que está conectado conmigo y por otro no. Supongo que ocurre con cualquier creación que se vuelve popular: quieres que la vea mucha gente, pero al mismo tiempo asusta”, describe.
Además de los millonarios beneficios, también hay sorpresas agradables. “Ayer vi un show de marionetas y era similar a lo que hacemos pero también diferente. Fue genial ver algo conectado a los personajes”. Porque al final, por supuesto, todos ríen.