Enlaces accesibilidad

El turismo de observación de lobos ayuda a conservar la especie

  • Se constituye como un factor de desarrollo económico de las zonas rurales
  • Es la conclusión de un análisis realizado en la Sierra de la Culebra
  • Allí, ha generado más ingresos que las actividades cinegéticas

Por
Imagen de archivo de un ejemplar de lobo ibérico.
Imagen de archivo de un ejemplar de lobo ibérico.

El turismo de observación de lobos puede ser, según un estudio, una herramienta eficaz para mejorar la percepción local de este depredador en zonas rurales al constituirse en un factor de desarrollo económico que, de paso, contribuiría a la conservación de la especie. Ésta es la principal conclusión del análisis elaborado en la Sierra de la Culebra (Zamora) a partir de una comparativa con encuestas a la población en una localidad con esta actividad -Villardeciervos, con 464 habitantes- y otra donde no existe -Tábara, con 832 habitantes-.

El documento, que ha sido presentado recientemente en el IV Congreso Ibérico del Lobo organizado en Castelo Branco (Portugal) "sugiere que este tipo de turismo puede beneficiar al lobo", ha explicado en una entrevista con Efe el director de la empresa de ecoturismo Llobu, especializada en la observación de este carnívoro canino.

El estudio ha detectado una "estima general" hacia la especie en ambas poblaciones pero sólo en Villardeciervos se consideraba un "factor positivo" para el desarrollo rural. Esto se explica por el impacto económico generado por los turistas que acudieron a la región con el objetivo específico de observar lobos y que, sólo en 2012, aportó unos ingresos anuales de 450.000 euros por pernoctación y gastronomía.

En el caso de Llobu, "nuestros clientes generaron unos 57.000 euros en la zona, una cifra a tener en cuenta cuando sabemos que en toda la Sierra de La Culebra la caza genera unos 50.000", por lo que "cada vez está más claro que es preferible conservar el animal en lugar de acabar con él y no sólo por razones medioambientales".

Si bien el análisis no registra disconformidad con la presencia del lobo, al que "incluso se le tiene estima" según Talegón, los habitantes de la zona tampoco se muestran partidarios de prohibir su caza, pues esta actividad también les reporta ingresos.

Turismo lobero, pero controlado

A la espera de estudios más completos, este especialista insiste en que "el turismo lobero mejora la percepción que tenemos del animal" lo que "no puede servir de justificación para practicar los avistamientos de cualquier forma" ya que hacerlo "de forma no profesionalizada genera distintos problemas".

Así, denuncia "las malas prácticas y los comportamientos poco éticos" que puede apreciarse en algunos casos como por ejemplo molestar a la hembras con sus crías recién paridas.

Estos animales poseen capacidades sensoriales "muy agudas" y la presencia de turistas en las zonas que han elegido para su reproducción puede provocar la huida de la manada hacia áreas de peor calidad o su acostumbramiento a la presencia humana "lo que supone una gran desventaja para su especie".

Distancia mínima de 2,5 kilómetros

Por este motivo, Talegón considera que los ecoturistas deben mantener una distancia mínima de 2,5 kilómetros respecto a los lobos, especialmente entre los meses de mayo y noviembre, además de prohibir el acceso directo a las zonas de reproducción. A su juicio, "el lobo necesita respeto y hay que anteponer su bienestar a su avistamiento" lo que en este momento "no sucede porque la línea es fácil de traspasar y se hace con excesiva frecuencia con el objetivo de verlo a toda costa".

Un riesgo añadido de las actividades de turismo lobero es que puede delatar las costumbres y las áreas preferidas por las manadas, algunas de las cuales han sido abatidas por cazadores furtivos que practicaron previamente su observación.

Talegón cree que es necesario limitar, a la vez que proteger, el desarrollo del turismo lobero sobre todo en las zonas donde este mamífero ha comenzado a reasentarse, como el Sistema Central, y en aquellos lugares donde es duramente combatido, como distintas áreas de la Cordillera Cantábrica.

"Necesitamos que la sociedad rural de hoy valore y respete al lobo vivo, que tradicionalmente ha sido odiado y perseguido" y para ello "el turismo lobero es una herramienta útil", ha sentenciado.