Giorgio Armani, de aquí a la eternidad
- El italiano cierra la semana de la moda masculina de Milán
- Bottega Veneta, Gucci y Calvin Klein harán desfiles mixtos
- La moda de la ropa 'sin género' provoca cambios en las pasarelas
Giorgio Armani cierra el calendario de Milán con una propuesta serena y tranquila aunque se guarda algún que otro as en la manga para sorprender. Su colección es, como siempre, un placer para los sentidos que destaca de manera especial en la ruidosa jungla de la moda. Para el otoño e invierno de 2016/17 el italiano es fiel a los principios de su casa y utiliza tejidos cálidos, envolventes, de esos que apetece acariciar.
Terciopelos y lanas construyen prendas clásicas pero también otras de caracter más actual, con detalles sutiles inspirados en la estética deportiva. Las prendas llevan un patrón cómodo, que permite la libertad de movimiento, las chaquetas se cruzan con elegancia, sin apretar, y los pantalones, a veces con pinzas, tienen cierto aire cinematográfico.
Los tonos 'no-color' se imponen para dejar todo el protagonismo a la estructura de la prenda y a os tejidos, que van muy trabajados o tienen una nobleza exquisita y no necesitan ornamentos y ni tratamientos. Las superposiciones aportan riqueza a la colección, casi siempre con prendas tintadas en el mismo color.
O no. Destacan los pañuelos, fulares y bufandas que abrazan el cuello y recorren hombros y brazos en un potente juego visual.
El marino y el gris son los colores conquistan la colección, declinados en todas sus expresiones y utilizados para prendas que viajan desde el pasado y para otras de nueva factura. Destacan, por su excentricidad, los abrigos de pelo largo, caprichos para combatir el frío y, de paso, el hastío.
“Antes de actuar, escucha; antes de reaccionar, piensa; antes de gastar, gana; antes de criticar, espera; antes de renunciar, inténtalo”.
Esta famosa frase de Ernest Hemingway es el leiv motiv de Silvia Venturini, directora creativa de Fendi, que lanza un mensaje de esperanza con una colección optimista y colorista en la que destacan las prendas decoradas con palabras como Amor, Sí, Fantástico, Intentar…
La carta de colores es extensa y variada, y va desde los oscuros marinos, negros y caqui hasta otros más alegres, entre los que destacan el naranja y el blanco.
El estilo deportivo marca toda la colección, con guiños claros a los deportes de invierno. Junto a texturas clásicas como el paño vemos materiales más osados como la piel de pelo largo, que nos traslada directamente a un paisaje nevado.
La sastrería clásica se moderniza con pespuntes pero sobre todo al mezclarla con prendas que llegan directamente del mundo del deporte: con cremalleras, elásticos, rayas de colores vibrantes y tejidos polares.
No faltan los acolchados, la prenda estrella de esta pasarela italiana y que ya vimos en las colecciones para la temporada 2016/17 de firmas como Martin Margiela, Dior o Calvin Klein. Casi todos los diseñadores los han presentado ahora, tanto en tonos lisos como con alegres estampados.
Hay abrigos, chalecos, pantalones e incluso complementos.Y todo relleno de plumas para que cumplan su principal misión: abrigar.
El deporte es una eterna fuente de inspiración para los creadores, conscientes del poder de la calle. La sociedad cambia constantemente y ahora reclama prendas cómodas – para desplazarse en bicicleta o caminar- y fáciles de llevar.
Pero lo más importante es la ausencia de géneros. La ropa deportiva tiene, por lo general, los mismos códigos para las mujeres y los hombres y por eso tiene tanto éxito ahora, cuando emerge la moda agender o genderless.
Esta tendencia ha provocado lo inevitable: las pasarelas mixtas. Vivienne Westwood, que ha vuelto a casa, presentó en Londres una colección ‘sin género’ y firmas como Bottega Veneta, Calvin Klein y Gucci han abandonado la pasarela masculina de Milán para hacer, en febrero, una pasarela mixta.
Las vacantes del calendario han permitido la entrada de nuevos nombres, como Moschino, Antonio Marras, Frankie Morello y Nº21, que ha presentado una magnífica colección firmada por Alesandro dell’Acqua en la que el punto -muy apetecible- va muy trabajado.
El desfile de Prada mostró prendas para chicos y chicas, y todas con un marcado acento retro. Demasiado. La firma no atraviesa sus mejores momentos y las ventas del textil caen empujadas por el desprecio de los clientes que no entienden ese feísmo que se ha instalado en la casa italiana.
Dice Miuccia Prada que, sin querer, que topó con los años setenta y que esta década, “tan importante para las protestas, los derechos y la humanidad” ha marcado la colección que, como en la de Nº21 el punto llama la atención.
Milán ha tenido, además, dos estrenos. El de Guillaume Meilland, al frente de Salvatore Ferragamo, y el de Lee Wood en Dirk Bikkembergs. Dos nuevas apuestas para dos casas que entienden de forma distinta la moda masculina pero que conviven en esta pasarela que, a la vista de los cambios que el sector está viviendo, tiene un futuro un tanto incierto.
Milán pasa ahora el testigo a París, la gran capital de la moda, que fue la primera en entender que la moda es el reflejo de lo que somos, no de lo que los demás creen que somos.