El verdadero éxito del boxeador Olli Mäki
- Se estrena la película del cineasta finlandés Juho Kuosmanen premiada en Cannes
- Basada en la historia real de un boxeador que no encuentra la felicidad en la competición
- RTVE.es entrevista al director que estrena su película el 3 de febrero en España
¿Merece la pena centrar tu vida en los éxitos profesionales? Las dos películas más relevantes estrenadas en lo que va de 2017 plantean la misma pregunta: La La Land, ambiguamente, y Toni Erdmann, en su núcleo. Está en el aire. El día más feliz en la vida de Olli Mäki, dirigida por el finlandés, Juho Kuosmanen, se suma el 3 de febrero a la cartelera con el aval de su premio a mejor película de la prestigiosa sección 'Una cierta mirada' del Festival de Cannes.
El día más feliz en la vida de Olli Mäki recrea unas semanas en la vida de un personaje real, Olli Mäki. Una gloria nacional del boxeo que en 1962 disputó el título mundial de la categoría peso pluma. Con toda el país pendiente, Mäki descubre que el amor hacia su pareja es más profundo y lo único que realmente le importa. Una película con un argumento y conflicto simple, pero admirablemente contada con sencillez, ternura, y un realismo documental en añejo blanco y negro.
“Soy del mismo pueblo que Mäki y por eso conocía su historia, aunque las nuevas generaciones ya no le conocen”, explica el cineasta, de 37 años, en una entrevista para RTVE.es. Multipremiado por sus cortometrajes, trabajaba en el guion de su primer largo hasta que se dio cuenta que escribía “para cumplir las expectativas de los demás” y no para sí mismo. “En Finlandia me consideraban una joven promesa y no quería perder ese reconocimiento. Fue un momento revelador y empecé a preguntarme: ¿Por qué hago películas? ¿Por el éxito o por alguna otra razón?
Así que la historia real de Mäki y la suya engarzaban perfectamente. “Definir el éxito es una cuestión que tenemos que abordar. Porque el modo que lo hemos hecho durante tantos años no ha traído la felicidad. Hemos visto mucha gente autodestruirse porque la distancia entre su imagen pública y los vacíos de su vida son enormes. En cierto sentido es como una droga: los logros y premios son grandes momentos, pero cuando el momento se va, estás solo”, explica.
La valentía de la sencillez
Olli Mäki tiene ahora 80 años, aunque enfermo de Alzheimer no ha sido consciente de la cinta. Su pareja, Raija Mäki, asegura que ver la película “fue como revivir aquellos días”, dice Kuosmanen.
No hace falta haberlo vivido para empatizar con la ligereza, muy lejos de cualquier empalago, con la que Kuosmanen retrata la felicidad. “Creo que todos los que realizan una primera película tienen miedo de ser sencillos, cursis o inocentes. Y nosotros tuvimos la valentía de ser sencillos. No es una elección fácil. Es una película sencilla sobre cosas básicas”.
Rodada cámara en mano, en un granulado blanco y negro en 16 mm que sitúa la época automáticamente, Kuosmanen afirma que sus mayores influencias fueron el Paul Greengrass de Domingo sangriento y el Lars Von Trier de Rompiendo las olas o Los idiotas.
Irónicamente, su magnífica relativización del éxito fue reconocida en el mayor festival de cine del mundo. “Sí, aunque mi único lema en todo el proceso de hacer la película fue ser honesto. Así que estoy feliz porque la razón de ser de la película era muy saludable”, razona.
Y recuerda, como guía vital, el comentario de Mäki que inspiró todo. Horas antes de decepcionar a un país entero con su derrota, el boxeador había comprado unos anillos de compromiso. “Me dijo: ‘Fue el día más feliz de mi vida’”.