El cadalso de Sidnaya, la maquinaria de la muerte en la principal cárcel de Siria
- Amnistía Internacional denuncia que 13.000 personas han sido ahorcadas allí
- Cada semana, decenas de presos son colgados tras un simulacro de juicio
- Las ejecuciones en masa forman parte de la estrategia de terror del régimen
- Lee el informe completo, en inglés, sobre los ahorcamientos en Sidnaya (.pdf)
Cada semana, los lunes y a veces también los miércoles, los guardias de Sidnaya, el principal centro de detención de los servicios de inteligencia de Siria, sacan de sus celdas a medio centenar de presos asegurando que van a ser transferidos a cárceles civiles; esa promesa, en realidad, es la puerta de entrada a la maquinaria de la muerte, cuyo final es el cadalso en el que serán ahorcados para engrosar una lista que, según Amnistía Internacional.
La organización ha documentado a través de 84 entrevistas con antiguos presos, funcionarios, guardias y exjueces, entre otras personas, las ejecuciones masivas que regularmente tienen lugar en la prisión, que se ha convertido en el símbolo de la estrategia de terror y exterminio contra la población civil emprendida por el régimen de Bachar al Asad desde que comenzó la guerra civil en Siria.
“Se oía el ruido de algo cayendo -como un trozo de madera, o algo así- y luego se les oía ahogarse. Si ponías la oreja en el suelo, podías oír una especie de borboteo“
Los testimonios revelan como en Sidnaya, entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015, se han sucedido los ahorcamientos en masa: "Se oía el ruido de algo cayendo -como un trozo de madera, o algo así- y luego se les oía ahogarse. Si ponías la oreja en el suelo, podías oír una especie de borboteo. Duraba unos diez minutos. Nosotros dormíamos encima de esas personas, oyendo cómo se asfixiaban hasta morir. Esto era lo normal para mí entonces”, relata un exoficial sirio detenido en 2011, al que en el informe se le llama por el nombre falso de Hamid.
Aunque no hay pruebas de que las ejecuciones continuarán después de ese período de cinco años que abarca el informe, los detenidos siguen llegando a la cárcel, por lo que Amnistía Internacional se aventura: "Es probable que desde diciembre de 2015 se haya ejecutado a miles de personas más".
Ojos vendados y palizas
El horror sigue un procedimiento establecido, por el que los presos condenados son recogidos de sus celdas durante la tarde con la promesa de ser trasladados a una prisión civil. Sin embargo, se les lleva a una celda del sótano de la prisión, donde reciben palizas brutales de los guardias.
“Empezamos a pegarles. Ya sabemos que van a morir de todos modos, así que hacemos con ellos lo que queremos“
"Decimos el nombre de un detenido y éste se pone la camiseta sobre la cara. Los colocamos en fila y se mueven en la 'postura del tren'. Los recogemos así y los llevamos a la sala de abajo", relata uno de los antiguos guardias de la prisión entrevistados. "Tienen prohibido sentarse, permanecen de pie. Y empezamos a gritarles. Empezamos a pegarles. Ya sabemos que van a morir de todos modos, así que hacemos con ellos lo que queremos", explica.
Ese ruido llega hasta los presos, en las celdas del piso superior, extrañados por los gritos: "Oíamos un ruido enorme. Desde las diez hasta las doce de la noche, o desde las once hasta la una, oíamos gritos y voces justo debajo de nosotros. Esto es muy importante. En Sidnaya, si guardabas silencio, te pegaban menos", recuerda otro prisionero, llamado en el informe Nader.
En todo momento, los reclusos permanecen con los ojos vendados. No conocen su destino hasta el final, cuando son trasladados a otro edificio y entran en la sala de ejecuciones. Allí, se les toma la huella digital para documentar su muerte y se le pide un último deseo. "Algunos se desmayaban allí mismo. Pero no sabían cuándo iba a ocurrir ni cómo iba a ocurrir: si los iban a ahorcar, a fusilar o qué", detalla un exfuncionario sirio.
Simulacros de juicios
Siempre con los ojos vendados, suben al cadalso, en fila. Y cuando todas las sogas están ocupadas, la plataforma de metal se vence o les empujan fuera del estrado. "Los tenían allí diez o quince minutos. Algunos no morían porque pesaban poco. En el caso de los jóvenes, su peso no los mataba. Los ayudantes de los funcionarios los bajaban y les rompían el cuello", asegura un antiguo juez del Tribunal Militar de Campaña.
Porque todos los reclusos ejecutados en la horca de Sidnaya pasan ante el llamado Tribunal Militar de Campaña, un trámite superficial que no guarda ningún parecido con un procedimiento judicial, totalmente al margen del sistema jurídico sirio.
"Está fuera de las normas", corrobora otro exjuez. "Los detenidos pasan muy poco tiempo allí -uno o dos minutos- y después se los llevan afuera. El juez preguntará al detenido su nombre y si ha cometido el delito. Sea cual sea la respuesta, será declarado culpable. Este tribunal no tiene nada que ver con el Estado de derecho. Esto no es un tribunal".
Los detenidos, muchos de ellos víctimas de desapariciones forzadas y sin contacto alguno con el exterior, no tienen acceso a un abogado ni oportunidad alguna de defenderse de las acusaciones, basadas en confesiones falsas obtenidas mediante torturas. Y los condenados a muerte no conocen la sentencia hasta minutos antes de ser ahorcados.
Fosas comunes
Aún de madrugada, los cadáveres son trasladados en camiones al hospital militar de Tishreen, donde se registra su fallecimiento; en cualquier caso, los certificados de defunción son retenidos por las autoridades sirias y la suerte de los condenados permanece totalmente desconocida para sus familiares y allegados. Según los testimonios recopilados en el informe, los cuerpos son enterrados en fosas comunes excavadas en terrenos militares cerca de Damasco.
Amnistía Internacional señala que el funcionamiento de Sidnaya responde a una "política de exterminio" diseñada de forma deliberada para degradar, maltratar y, en última instancia, matar a los prisioneros, en su mayoría civiles a los que el régimen etiqueta como opositores. "Los horrores expuestos en este informe revelan una campaña oculta y monstruosa autorizada por las máximas instancias del gobierno sirio, encaminada a aplastar cualquier forma de disidencia en la población siria", recalca Lynn Maalouf, directora adjunta de investigación en la oficina regional de Beirut.
La organización exige en el informe que las autoridades sirias cesen cualquier tipo de ejecución extrajudicial, así como las torturas y tratos inhumanos que se han documentado en Sidnaya y en otros centros de detención, así como plantear estos asuntos en las conversaciones entre el Gobierno y la oposición que se celebrarán en Ginebra bajo el auspicio de Naciones Unidas.
"La ONU debe realizar inmediatamente una investigación independiente sobre los crímenes que se están cometiendo en Sidnaya y exigir el acceso de observadores independientes a todos los centros de reclusión", reclama Maalouf. Mientras tanto, el terror sigue reinando en Sidnaya.