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Nick Waterhouse deja a Madrid con ganas de más

  • El cantante y músico californiano presenta en España su tercer disco, Never twice
  • Un directo que ha comenzado falto de energía pero que ha ido creciendo en intensidad
  • Visiblemente débil por enfermedad, Waterhouse tuvo que sacar fuerzas de flaqueza
  • La calidad de las canciones ha salvado un concierto que supo a poco

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Nick Waterhouse deja a Madrid con ganas de más

Claramente debilitado por problemas de salud, el cantante y músico de soul/rock californiano Nick Waterhouse, ha presentado este martes en el Teatro Barceló de Madrid su tercer disco, Never Twice, y ha tenido que tirar de la reserva de combustible para poder llegar hasta el final de un concierto más corto de lo previsto.

Refugiado en su banda, formada por batería, bajo, teclado, saxofonista/flautista y una corista que puso la dosis extra de vitalidad, el artista estadounidense pareció ir dosificándose a lo largo del espectáculo. No en vano, en los primeros momentos optó por sentarse en varias ocasiones para, en cambio, terminar el recital exprimiendo las últimas gotas que le quedaban en el depósito.

Sin embargo, la calidad del repertorio y la exquisita ejecución del directo hicieron disfrutar a un público maduro y sobrio que fue acoplándose y mimetizándose-para bien y para mal- de los cambios de marcha del artista.

De menos a más

Lo que podía haber sido un comienzo arrollador, con "I had some money", una de las canciones más populares de su tercer trabajo, Never Twice, quedó ligeramente deslucido por esa contención inicial que mostró el californiano. Casi parecía premonitoria la frase de la propia canción "I'm sorry I can do it better" (Lo siento, puedo hacerlo mejor). Aún así, las buenas canciones se defienden por sí solas y el público, que dejó sin entradas el madrileño Teatro Barceló, supo apreciar y agradecer el esfuerzo del artista.

Tras repasar "Dead room" y "Sleeping pills" de su trabajo anterior (Holly, 2014), ocurrió algo similar con "It's time", canción que abre su último disco, que también ha sido elegida como single y que también fue una de las más celebradas. Los intentos de Nick Waterhouse por sacar fuerzas de flaqueza le llevaron a tener que tomar asiento para recuperar resuello en uno de los interludios del show.

"Si os apetece bailar, deberíais. Aunque yo no os voy a decir cómo, para eso mejor miradla a ella". Así animaba Nick Waterhouse al público a contagiarse de la vitalidad de su corista, un auténtico torbellino, en la presentación de "Straight love affair". Se llegaba así al ecuador del concierto y ésta, junto a la siguiente, "Holly", y de manera definitiva "Tracy" servían de punto de inflexión para terminar de calentar al respetable.

Y con "Katchi", probablemente su mayor éxito (con la colaboración de Leon Bridges en la versión de estudio, una de las grandes promesas del soul), se alcanzó seguramente el punto más álgido hasta ese momento de concierto, tras el cual empezó a intuirse ya la proximidad de un final prematuro.

Cundió el pánico

Con "LA Turnaround", tema que cierra el álbum Never Twice y el pegadizo riff de guitarra de "Is that clear", canción de su primer disco, Time's all gone, parecían llegar los coletazos finales del concierto, ya con el público entregado. Bailes, palmas e incluso los coros más sonoros de la noche con "Trouble".

Y fue entonces el momento de la primera despedida y el correspondiente bis. Y viendo la determinación y entrega con las que regresó para cantar la muy californiana "This is a game", según él mismo su canción más popular en youtube (ciertamente lo es, con más de 700.000 visitas del videoclip), el público le devolvió el ímpetu a la vez que sobrevoló el temor de que fuese este el broche final.

Tanto fue así que los habituales cánticos y gritos entonados para pedir un bis más, tomaron un cariz de enfado y protesta al iluminarse los focos que indicaban la marcha definitiva del artista. O casi. Porque quizá fuese ese descontento popular el que le llevó a sacar fuerzas de donde ya no las había para aún tocar una más. Un "Old Place" con sabor a gloria para los asistentes, que respondieron a la petición de palmas del artista y disfrutaron con agradecimiento ese último esfuerzo. El gran solo final de batería, ya en ausencia de Waterhouse, dejó un regusto dulce que compensó el agrio del obligado recorte en la duración.

Y es que, como se oía comentar a los asistentes a la salida: "Se ha hecho corto". La próxima vez será.