'Desierto de metal', ciencia ficción ucrónica basada en las Tres Culturas del Magreb
- Un cómic que consiguió el premio 'Tres Culturas' en 2011, y que permanecía inédito en España
- Entrevistamos a sus autores, los argentinos Diego Agrimbau y Fernando Baldó
En 2010 el guionista argentino Diego Agrimbau (Buenos Aires, 1975) visitó el Magreb y se quedó sorprendido por la mezcla de culturas de judíos ortodoxos, marroquíes musulmanes y españoles católicos. A su regreso a Buenos Aires descubrió que la Fundación española-marroquí Tres Culturas convocaba un concurso de cómic que tenía que transcurrir en esa zona y decidió presentarse, junto al dibujante Fernando Baldó (Buenos Aires, 1975), con una historia en la que se mezclan la historia y la ciencia ficción: Desierto de Metal, con la que ganaron el certamen (2011) y que ahora publica Grafito Editorial.
“Desiertos de Metal es una ucronía –asegura Agrimbau-, transcurre en 1945 y los nazis han conquistado el mundo entero. La última esperanza para la humanidad está escondida en el desierto del Sahara. Se trata de Axedra, una ciudad móvil que fue construida seis siglos atrás por los hombres más sabios de todo el mundo y que ahora se traslada por las arenas del desierto para evitar ser invadida. En sus bibliotecas, todo el conocimiento de la humanidad es custodiado por sus celosos habitantes: los autómatas. Pero ahora ellos están ante su más grande desafío: la guerra. Y el tiempo se les está acabando”.
Un universo fascinante, sobre todo cuando Baldó lo plasma con sus dibujos y sus diseños: “Este mundo es muy rico visualmente para trabajar. Combina elementos fantásticos, artilugios mecánicos, una ciudad móvil con una arquitectura por momentos extraña pero a la vez familiar, habitada por diversos robots autómatas que interactúan naturalmente con personajes atractivos. Y por si fuera poco, el asedio por parte de las fuerzas del eje...”.
Las arenas del tiempo
El tiempo es uno de los elementos más importantes del cómic. “No sé por qué –confiesa Agrimbau-. Simplemente es uno de los grandes temas sobre los que se puede escribir. No hay muchos. Siempre pensé que la naturaleza intrínseca del tiempo es su circularidad, una composición eterna de ciclos que se repiten. Esta es la historia de una ciudad que puede ser una ciudad, pero también puede ser un reloj”.
Otra de las inspiraciones del cómic son las tres culturas que comentábamos al principio: “Fue un descubrimiento ver y conocer la verdadera situación –asegura Agrimbau-, ver que “Las Tres Culturas” no es solamente un slogan o algo que se repite con más ilusión que convencimiento. Es algo que sucede y sucedió y que puede enseñarnos muchas cosas hacia el futuro. Sobre todo en estos tiempos. Lo que más me quedó grabado es pensar que en algún momento histórico confluyeron religión y ciencia en un mismo camino y ese punto de encuentro fue clave para el desarrollo de nuestras formas de vida occidental”.
Por eso el guionista hace coincidir a sus versiones de personajes como Rommel o el Rey Alfonso X, el sabio (en realidad un autómata). “Es un riesgo suponer que lo que hace encajar estos hechos históricos es solo una cuestión de imaginación, de insolencia guionística. Esta historia un apenas un discreto catalizador. Los hechos están conectados más allá de la línea temporal unidireccional en la que creemos vivir. El pasado se reescribe todo el tiempo a través de la historia, que como entidad, es mucho menos fiable. Todo el tiempo corremos el riesgo de volver al principio. No es un secreto, está pasando en este preciso momento, lo vemos todos los días por television y por facebook.
La ciudad de Axedra es la gran protagonista
Preguntamos a Agrimbau por los protagonistas del cómic: “Onur y Helmut son dos soldados de las tropas de Romel que han desertado de sus regimientos. Son rescatados en medio del Sahara por los Autómatas, gracias a quienes logran conocer la ciudad autómata de Axedra. Ellos son los protagonistas en los papeles, aunque en rigor, la protagonista real es la misma ciudad”.
Una ciudad ambulante que cuenta con los alucinantes diseños de Baldó: “Mi intención era que en la ciudad se reflejasen ciertas características de las arquitecturas de las tres culturas (arcos moriscos, columnas, cúpulas, etc), pero sin dejar de percibir que está emplazada sobre una colosal máquina, con engranajes, tubos, estructuras de hierro y madera”.
Destacan también los robots que mantienen la ciudad en marcha y que tienen un estupendo diseño retrofuturista: “Me interesaba la idea de que los autómatas tuvieran un diseño rústico –confiesa Baldó-, que se vieran más con un aspecto mecánico que tecnológico. Vistiendo túnicas, capas con capuchas, etc., para "humanizarlos" en la interacción con las personas que habitan la ciudad. Me resultaba atinado que el aspecto de estos robots diera la sensación de que deambulaban por el mundo hacía ya mucho tiempo”.
Documentación e influencias
Destaca la habilidad de guionista y dibujante para mezclar todos esos elementos (nazis, robótica, el tiempo, el desierto, la historia…) en un conjunto perfectamente equilibrado. Algo para lo que han necesitado documentarse, sobre todo el dibujante: “Hoy en día –asegura Baldó-, gracias a la web, es bastante sencillo obtener material visual de referencia, sobre todo de ciertos temas o lugares. Es cuestión de reunir todo el material, estudiarlo detenidamente durante un tiempo y luego encender la licuadora mental para recrear lugares, vestimentas, objetos, etc., mezclándolos con aquello que sale de uno mismo, el mundo propio. El resultado es una amalgama de todo eso”.
En cuanto a sus influencias, el dibujante confiesa que: “Son muchas y muy variadas. Pero si debo citar a un autor que me pudo haber influenciado, sin duda es el historietista argentino Enrique Alcatena, un maestro en lo que tiene que ver con mundos fantásticos, y que yo admiré desde pequeño”.
Baldó nos detalla el estilo que eligió para este cómic: “Dada la considerable cantidad de páginas, busqué una línea bastante sintética, trabajando los planos de profundidad con distintos valores de medios tonos. En ese sentido, trabajar en ordenador, facilita mucho las cosas. Hoy en día, en Photoshop, Painter, Manga Studio, etc, se pueden hacer cosas extraordinarias y el trabajo de planos con las capas (layers) es muy sencillo, ofreciendo un control absoluto, pudiendo corregir, ajustar o modificar lo que sea”.
“En cuanto a mi método de dibujo –continúa Baldó- trabajo absolutamente todo en ordenador, desde el boceto inicial hasta la página terminada. En una capa hago el dibujo, luego bajo la opacidad y comienzo a entintar en 4 o 5 capas variando el tono de gris para tratar de dar sensación de profundidad en algunos casos, o jerarquizar ciertas partes de la viñeta que deseo destacar. Luego solo resta ubicar los bocadillos y textos por encima de todas las capas. Eso es todo”.
Un equipo de lujo
Agrimbau y Baldó son dos de los historietistas argentinos más destacados de la actualidad, tanto por separado como juntos, ya que han colaborado en varias ocasiones como en la tira Los Canillitas/Vida diaria que realizaron, durante seis años, para el diario Tiempo Argentino.
“Diego y yo –asegura Baldó- nos conocemos hace muchos años, y además de trabajar codo a codo en múltiples proyectos, forjamos una amistad a prueba de balas. Tenemos la misma edad y compartimos nuestra pasión por el cómic. A la hora de trabajar, nos entendemos de inmediato. Confiamos el uno en el otro. En los casos en que decidimos generar un proyecto en conjunto, nos reunimos a compartir ideas, hay una ida y vuelta en donde buscamos dar forma a la idea general de la historia. Luego Diego desarrolla la sinopsis y comienza a escribir el guión, mientras yo hago algunos diseños de personajes, buscando el estilo más apropiado. Una vez que Diego me envía el archivo word con las primeras páginas del guión, lo leo varias veces y empiezo a hacer el layout para luego comenzar a dibujar”.
A pesar de los galardones internacionales que acaparan, Agrimbau asegura que el premio Dibujando entre Culturas, que ganaron en 2011, fue una sorpresa, un honor y una decepción, al saber que la editorial que lo iba a editar había dejado de existir. Por suerte un par de años más tarde apareció la oportunidad de publicarla por Grafito. Ahora finalmente y luego de varias ediciones en el resto del mundo, Desiertos de Metal se reencontrará con los lectores que siempre debió tener”.
Sus proyectos
En cuanto a sus proyectos ambos están muy ocupados. “Tengo decenas –asegura Agrimbau-. Los de más cercana concreción son dos libros que estoy haciendo para el mercado francés: Acosta Ñu junto a Gabriel Ippóliti, sobre ciertos episodios de la Guerra de la Triple Alianza en Sudamérica; y por otra parte una historia fantástica llamada La Buena Compañía junto a Pablo Túnica. Hay muchos más en diversas etapas de realización, espero que el tiempo me permita hacerlos”.
A Fernando Baldó también le falta tiempo para sus proyectos: “Muchos. Probablemente demasiados. Con Diego tenemos un viejo proyecto, postergado durante mucho tiempo. Tiene varias versiones, actualmente decidimos trabajar seriamente en él, ya que nos entusiasma mucho la idea y queremos que, de una vez por todas, vea la luz. No quiero revelar de qué va el asunto, pero les aseguro que es genial”.
“Además –continúa el dibujante- estoy trabajando en dos proyectos propios. Una novela gráfica un tanto oscura, sórdida pero con ciertos toques humorísticos, por un lado. También estoy desarrollando una serie de historias cortas, de géneros muy variados pero con un eje en común, para compilar en libro, si todo va bien, para fines del corriente año. Luego tengo otros proyectos, en diferentes estados de desarrollo”.