Juan Vidal, la costura del olvido
- El joven diseñador retrata la sensualidad de los años 20
- La obra de Gustav Klimt se traslada a los tejidos de la colección
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Si Verino nos llevó a los años 80 en el arranque de MBFWM con su desfile en la Pueta del Sol, ahora Juan Vidal nos traslada a la década de los 20. Fueron años modernos y revolucionarios. Cambiaron la forma de pensar de las mujeres y eso se trasladó a los armarios, auténticos cofres de tesoros que guardaban vestidos-joya.
El alicantino revisa esta época dorada, tanto por su esplendor como por el uso de los metales nobles para los tejidos, y rescata la silueta alargada y esa verticalidad de las prendas que se inspiraban en las columnas.
Eran años en los que el orientalismo estaba de moda, tanto para la decoración como para la ropa. Por eso Vidal hace guiños al art déco, a los quimonos japoneses, a los tonos laqueados chinos y se permite añadir flecos españoles.
“Utilizo el patchwork para reflejar la mezcla de recuerdos y esta colección lleva una mezcla de estilos y de lugares, un viaje con muchas referencias pictóricas, como Gustav Kimt"
Y añade que "es una colección sofisticada, como esos años, pero un tanto deshabillé, por ese toque folk que he añadido a las prendas”, dice nervioso porque abre los desfiles de Ifema por primera vez.
Muchas de sus prendas llevan patrones envolventes y sedas cortadas al bies que se abrazan al cuerpo y presumen de una feminidad un tanto decadente pero muy atractiva.
Vidal ha puesto todo el foco de atención en el cuello y los hombros. Vemos un enorme trabajo de deconstrucción en los patrones y además gigantes joyas realizadas en cuero y madera laminados en oro, piezas que enfatizan ese estilo artístico y a veces dramático, potenciado con el uso de atrevidas pieles.
La paleta de color es más oscura que en otras ocasiones y por eso destacan un verde y un fucsia, femeninos y atractivos. Los 20 fueron sofisticados y las chicas jóvenes querían bailar y hacer que sus vestidos bailasen.
Los flecos aportaban movimiento y Vidal lo logra ahora con enormes plumas de avestruz que decoran las salidas finales, diseños que hablan de viajes en el tiempo; unos hechos con el corazón, otros gracias al opio.
Vidal ha iluminado su pasarela con una luz mortecina que nos trasladaba a los fumaderos, lugares donde "comprar el olvido y destruir el recuerdo de los antiguos pecados con el frenesí de los recién conocidos", como escribió Oscar Wilde.