Teresa Helbig, la costura con sangre azul
- La modista sorprende con un trabajo fabuloso de costura joven
- Se inspira en la estética 'old money' y en la elegacia intemporal
- Los guiños a los años 20 y 70 se advierten en la colección
- Mira todos los desfiles de la 65ª edición de MBFWM
Imagínense a una joven aristócrata que hereda joyas y vestidos de su madre y abuela. Imagínense que los customiza, rejuvenece y reinterpreta con su estilo personal, su elegancia- también heredada- y su punto canalla.
Pues así es la mujer que inspira a Teresa Helbig para construir su nueva colección, una lección de buen gusto y buen hacer que está muy encima de la media de los trabajos presentados en esta irregular 65ª edición de la Pasarela Cibeles, rebautizada, sin éxito, como MBFWM.
Helbig retrata la estética del Old Money, que es como el vintage pero con buen gusto. Old Money, dice la diseñadora, es un esmoquin en brocado de seda pero también es un minivestido de terciopelo azul con calaveras de ciervos formadas por perlas.
Su aguja tiene una elegancia intemporal y su estilo una sofisticación contenida, sutil, capaz de barnizar las prendas de una pátina de sublime belleza.
Helbig y su equipo han estado cuatro años aprendiendo a coser como un sastre, un master de lujo para hacer chaquetas perfectas y pantalones impecables que ahora saltan a la pasarela con una actitud desenfadada.
Vemos minivestidos que recuerdan a la Deneuve de Belle de Jour, afrancesados y burgueses; picantes, también.
Otros con largos, rozando el suelo, y se decoran con jardines metalizados o con divertidos dibujos casi infantiles, tomados prestados de un álbum de recuerdos.
Su moda es lujosa, pero de un lujo fácil de llevar por mujeres que adoran la costura de los años 20 y los 70, “épocas de mujeres fuertes, luchadoras”, dice Helbig. También con un toque de locura, locura genial, de diva, para ponerse una levita de moaré en verde osado o un llamativo vestido en rosa y gualda que solo una mujer con carácter podría defender.
Es irresistible un vestido con falda tulipa –más todavía cuando lo luce Marina Pérez- y un abrigo-vestido con franjas de muflón de lana unidas por una ligera malla.
No faltan sus vestidos camiseros, setenteros siempre pero siempre distintos y como en la década de los 20 se deja seducir por ese aire orientalista, sensual y matador.
Hablar de aristocracia implica hablar de motivos heráldicos y aires marciales, por eso saca a la pasarela prendas de estilo militar.
En esta ocasión vemos más pinceladas de negro pero llama la atención un vestido de fiesta en azul noche que parece estar trenzado con cintas de deseo.
Las modelos parecían hijas de condesas y marquesas, de princesas sin palacio y reinas sin cetro. A ellas les da igual, conservan su mayor tesoro: un armario repleto repleto de vestidos de Teresa. Dice la diseñadora que la mujer Helbig no pasa desapercibida. Ella, y sobre todo su trabajo, tampoco.