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Los auténticos monstruos de Frankenstein de Mary Shelley

  • Un cómic indaga en la vida y la personalidad de la escritora
  • Sus autores son el guionista Julio César Iglesias y la dibujante Raquel Lagartos

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Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Todos conocemos al monstruo de Frankenstein, uno de los mitos más famosos de la historia, pero la mayoría desconocemos la vida y la auténtica personalidad de su creadora, Mary W. Shelley, una pionera del pensamiento feminista. Por eso, el guionista Julio César Iglesias y la dibujante Raquel Lagartos reivindican su figura en el cómic Mary Shelley: La muerte del monstruo (Diábolo ediciones).

“Mary Shelley –nos cuenta Julio César- ocupa una encrucijada histórica y literaria. En primer lugar, es hija de Mary Wollstonecraft, la pionera del pensamiento feminista y una de las grandes intelectuales del radicalismo de finales del XVIII. Mary hereda el prestigio de su madre, y de su padre, William Godwin, pero crece en un ambiente cada vez más conservador, en plena reacción contra la revolución francesa”.

“Por otra parte –continúa el guionista-, el estilo de Mary Shelley es plenamente moderno, y su visión fría del terror contrasta con los castillos, criptas y cortinajes de la novela gótica de autores como Ann Radcliffe o Walpole. Frankenstein no solo es la primera obra de ciencia ficción moderna, sino que supone una ruptura con la literatura precedente, tanto en temas y enfoque, como en la forma de escritura. El encuentro entre un contexto social conservador, una herencia política radical y una visión moderna de la literatura cristaliza en una obra madura, impropia de la temprana edad con la que Mary escribió Frankenstein. Y me pareció importante reivindicar la compleja relación entre factores biográficos, culturales, sociales y artísticos que hay que tomar en cuenta a la hora de analizar cualquier obra, especialmente en el caso de una mujer que se adelantó varias décadas a lo que la moral de su época estaba dispuesta a soportar”.

“Mary Shelley –añade Raquel Lagartos- no tuvo una vida fácil: vio morir a la mayoría de sus seres queridos (tres de sus hijos y su esposo) y sufrió el rechazo de la sociedad conservadora que la culpó de la muerte de su marido, Percy Shelley, y condenó su manera de vivir. Tuvo que plegarse a los formalismos y convenciones y, de alguna manera, renegar de lo que había sido. Nosotros utilizamos al monstruo para encarnar la parte de Mary Shelley que ella desecha para poder sobrevivir. Representa la pasión creativa y la voluntad de seguir su propio camino”.

Portada y página de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Portada y página de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Portada y página de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

“Uno de los mitos más hermosos”

Aunque la tradición popular ha acabado convirtiendo al monstruo de Frankenstein en una criatura con buen corazón, en la novela simbolizaba una idea muchísimo más profunda: “En la criatura de Frankenstein se reflejan ideas políticas de los padres de Mary Shelley, nociones filosóficas de su tiempo, una atenta lectura de El Paraíso perdido, de Milton, y probablemente una reflexión acerca de la condición de la mujer y su propia infancia como huérfana de madre. No cabe duda de que a Mary Shelley le marcó haberse formado prácticamente en solitario, al igual que el monstruo de su relato, leyendo a los clásicos y buscando la atención que su “creador” no le quería prestar”.

“También, en el propio nacimiento de la criatura –continúa Julio-, podemos imaginar que Mary Shelley expresaba la ausencia dramática de su madre, que había muerto de septicemia pocos días después de dar a luz. Como dicen Sandra Gilbert y Susan Gubar en La loca del desván, los libros actuaron como sustitutos de sus padres, de su carne y de su sangre. Esto también es cierto para la criatura de Frankenstein”.

Viñeta de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñeta de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Viñeta de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

“En cuanto a la evolución del monstruo en el imaginario popular –continúa Julio-, hay que decir que la trayectoria ha sido compleja. Desde los primeros intentos por rebajar la carga radical de Frankenstein y convertirla en un aviso frente a la ciencia, hasta lecturas más relacionadas con la búsqueda de la identidad, y de la propia subjetividad arruinada, la interpretación del monstruo se ha ido acercando y alejando de la obra original”.

“Es probable –añade Julio- que la mayor parte del público aún piense en Frankenstein como ese monstruo lento, balbuceante y con tornillos en la cabeza del cine de los años treinta, pero hay que admitir que las películas de Gonzalo Suárez, Kenneth Branagh o series como Penny Dreadful han contribuido a transmitir una imagen más real. Como icono falseado del terror clásico el monstruo de Frankenstein estúpido y balbuceante no vale gran cosa. Como reflexión acerca de la identidad, la soledad, el amor y el odio, el monstruo sanguinario que es capaz de emocionarse con un poema es uno de los mitos más hermosos de la era moderna”.

Un retorno a los orígenes de la criatura que Raquel ha querido plasmar con sus dibujos: “Desde el principio tenía claro que quería ser muy fiel al monstruo de la novela y alejarme de la versión imprecisa popularizada por Boris Karloff. Desde mi punto de vista Mary Shelley lo utiliza como un vehículo para gritar al mundo su sufrimiento, así que para tratar la vida de la propia Mary con veracidad había que respetar el diseño de la criatura. Mi intención no era hacer una versión del monstruo sino profundizar en él y mostrarlo al lector tal y como había sido concebido”.

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Una mujer adelantada a su tiempo

Pero la gran protagonista de esta novela gráfica es Mary Shelley, una mujer pionera en muchas cosas, como nos comenta Julio César: “Mary Shelley vivió en una época difícil para los hijos de la revolución francesa, y sufrió la reacción conservadora de principios del XIX. Le marcó muy especialmente leer los ataques contra su madre, a la que se tildaba de prostituta, y se celebraba su muerte como una venganza divina. Esa herencia le perseguiría, y solo en algunas ocasiones junto a Percy Shelley, especialmente en Villa Diodati, encontró un refugio en el que ser feliz. No mucho tiempo, porque la muerte de sus hijos, y de su marido, así como las traiciones de su círculo más íntimo, fueron constante motivo de dolor”.

“Gracias a una tremenda fortaleza interna –continúa el guionista- consiguió salir adelante, como mujer y como escritora, pero lo hizo a costa de renunciar a sus creencias, y a parte de su compromiso artístico. Sin embargo, no quisimos ver en ello únicamente un motivo de lamento. Incluso en la desgracia y en la injusticia, no se puede comprender a una persona sin apreciar con honestidad sus esfuerzos para ser feliz, y Mary Shelley, pese a todo, encontró la forma de vivir en paz consigo misma”.

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

La reunión literaria más famosa de la historia

El libro recrea la reunión literaria más famosa de la historia, la noche del 16 de junio de 1816 cuando el poeta Lord Byron recibe a cuatro invitados en Villa Diodati, Suiza, y los reta a escribir una historia de terror. Se trataba de Percy y Mary Shelley, su hermanastra Claire Clarmont y John Polidori (que idearía El Vampiro, 1919).

“Aunque la Historia haya dejado atrás a Lord Byron y a Percy Shelley –asegura Julio-, hay que recordar que eran dos de los autores más grandes de su tiempo y, especialmente Lord Byron, auténticas estrellas. Lo sorprendente fue que solo la joven Mary Shelley lograse escribir un relato en aquella reunión, una de las más importantes de todos los tiempos”.

“De Villa Diodati –continua el guionista- nace la versión definitiva del mito del vampiro (El Vampiro de Polidori) y la primera gran novela de terror psicológico, una reflexión sobre la identidad que se adelanta en casi un siglo al Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson. Y su importancia en la literatura va pareja a su importancia en la vida de Mary Shelley, que pasó en Diodati los días más felices de su vida”.

“Queríamos rendir un homenaje a Villa Diodati a través del análisis psicológico de Mary Shelley –añade Julio César-. Queríamos saber cómo era la joven Mary antes de llegar a Diodati, y en qué medida las relaciones humanas, sociales y artísticas condicionaron su psique y su pensamiento. Nos hemos tenido que dejar fuera escenas tan interesantes como la llegada de Lewis Monk o los intentos de seducción de John Polidori, pero esperamos haber podido reflejar el clima de aquel año sin verano, lleno de ternura, drogas, alcohol y cierta violencia contenida sin el que no se puede comprender plenamente Frankenstein”.

De izda. a dcha. Mary Shelley, Percy Bhysse Shelley, Lord Byron, J.W. Polidori y Claire Clairmont

De izda. a dcha. Mary Shelley, Percy Bhysse Shelley, Lord Byron, J.W. Polidori y Claire Clairmont

“’Remando al viento' es una de nuestras influencias”

Los que hayan visto la película Remando al viento (Gonzalo Suárez, 1988), que recrea esa famosa reunión de Villadiodati, reconocerán su influencia en este cómic. “La película Remando al Viento es una de las primeras obras en estudiar al monstruo de Frankenstein desde el interior de la mente de Mary Shelley –asegura Raquel-, respetando la profundidad psicológica de la obra original y reflejando, además, toda la fuerza y dramatismo de los autores reunidos en Villa Diodati”.

“En lo estético y en lo literario -continúa la dibujante-, Gonzalo Suárez es un antes y un después en la representación fílmica del romanticismo y, sin duda, una de las cimas del cine español. En el cómic incluimos un discreto homenaje a Remando al Viento: en la presentación de Polidori y Byron, contamos la misma anécdota que Gonzalo Suárez utiliza durante la escena en la que José Luis Gómez García y Hugh Grant llegan, en barca, a Diodati. Los pasajes del lago de Remando al Viento resultan extraordinariamente vívidos y nos hubiera gustado disfrutar de espacio para poder brindarles mayor protagonismo”.

Entre sus otras influencias Raquel destaca que: “Mis principales influencias vienen del mundo del cómic. Sigo, admiro y aprendo de muchos autores. Si tuviera que citar algunos nombres serían, entre otros, Frederik Peeters, Raymond Briggs, Jillian Tamaki, Naoki Urasawa y Jiro Taniguchi”.

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Una estupenda recreación de época

Destaca el cuidado que ambos autores han dedicado a la documentación, fundamental en un cómic como este: “Era muy importante entender los cambios que se habían operado en la visión del mundo de Mary Shelley, desde la primera versión de Frankenstein en 1818 hasta la reescritura, conservadora y moralizante, de 1831. He trabajado con ambas versiones, así como con los diarios de Mary Shelley, Percy Shelley, Lord Byron y Polidori, y la correspondencia cruzada entre ellos. También hemos consultado los diarios y correspondencia de personajes secundarios, por breve que sea su intervención en nuestra obra”.

“Creo que es interesante –asegura Julio César- destacar que todas las escenas del cómic, aunque estén reconstruidas de forma libre, se basan en pasajes literales de fuentes primarias. También la versión teatral de Frankenstein que incluimos en el Prólogo, es una versión libre de la primera adaptación de la obra de Mary Shelley, cuyo libreto, escrito en 1823, hemos podido estudiar. Quien quiera conocer la historia de Mary y de su época, incluyendo elementos de la ciencia y creencias de principios del XIX, puede acercarse con confianza a este cómic para encontrar algunas pautas generales”.

Raquel también se ha documentado en profundidad, aunque no ha sacrificado la atmósfera por una excesiva fidelidad: “Me interesaba combinar las dos cosas. Creo que cuando se dibuja una historia basada en hechos reales es muy importante que todos los elementos estén bien documentados y que no haya anacronismos o invenciones que puedan sacar de la trama a un público conocedor del tema. El proceso de documentación fue complejo: busqué descripciones de personajes en biografías, retratos, cuadros, grabados y planos arquitectónicos de la época, películas, libros….”

Conseguir una atmósfera adecuada –continúa la dibujante- fue más fácil: los escenarios, los vestidos y el clima (fue el año sin verano) ya me proporcionaban una primera base para crear una atmósfera romántica y trágica. Esa atmósfera la terminé de definir con los distintos efectos plásticos y con la gama de colores. Tuve bastante claro desde las primeras fases del proyecto el acabado que quería conseguir”.

Raquel Lagartos y Julio César Iglesias
Raquel Lagartos y Julio César Iglesias

Raquel Lagartos y Julio César Iglesias

Dibujando a Shelley

Raquel nos detalal un poco más su método de trabajo: “Una vez que el guionista me pasa el guión terminado, preparo un storyboard muy esquemático y lo revisamos juntos. En general prefiero los textos poco detallados, me gusta darle vueltas a las escenas y aportar mi punto de vista, eso sí, respetando siempre la idea del guionista. Tras consensuar la distribución de viñetas, empiezo a dibujar las páginas. Prefiero el papel y los pinceles frente a los medios digitales, así que procuro que el proceso sea todo lo manual posible. Por otra parte, me gusta hacer los detalles de los dibujos directamente a tinta para que las viñetas conserven la gracia y frescura del primer trazo”.

“En cuanto al color –continúa la dibujante-, lo concibo como un elemento narrativo y expresivo; debe tener un papel en la historia. En este caso, opté por combinar grises y rojos para que las páginas ganasen dramatismo. El tiempo cumple una función narrativa en este cómic, y buena parte de los elementos dramáticos se expresan en flashbacks que nos hablan del pasado de Mary Shelley”.

“Por norma general –añade-, los flashbacks tienden a colorearse en grises, o en sepias; en gamas más apagadas, en todo caso, pero en este cómic, los recuerdos de Mary Shelley conducen los aspectos psicológicos de la trama. Por ello decidí añadir el color rojo al pasado de Mary Shelley: El rojo es el color de la sangre y de la violencia, pero también de los atardeceres y las mejillas sonrosadas: me ofrecía toda la gama emocional que necesitaba para esta historia”.

El éxito de Frankenstein eclipsó a las otras obras de Mary Shelley, por lo que hemos pedido a Julio César que nos recomiende algunos títulos: “El resto de su obra narrativa tiene menor valor literario y es difícil de disfrutar para el lector contemporáneo, a excepción de El Último Hombre, la última novela que escribió Mary Shelley; se trata de una ficción postapocalíptica realmente interesante, en cuyos personajes se puede reconocer a Claire, Percy Shelley y a Lord Byron. Ya las primeras reflexiones del “último hombre” de la novela dejan claro que se trata de un texto moderno y muy disfrutable para el lector de ciencia ficción: “A los muertos ilustres. ¡Sombras, levantaos y leed vuestra caída! ¡Contemplad la historia del último hombre!”

Por cierto que este 2017 se estrenará la película británica Mary Shelley (Haifaa Al-Mansour), basada en este misma historia y protagonizada por Elle Fanning en el papel de la escritora.

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'
Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'

Viñetas de 'Mary Shelley: La muerte del monstruo'