Chico de 14 a 17 años de clase media-alta, perfil del adolescente que maltrata a sus padres
- España registra 13 denuncias al día por hijos que pegan a sus padres
- Un informe constata que crece la proporción de chicas que agreden
- Bajo rendimiento escolar o haber sido agredidos, otros rasgos característicos
El perfil de los menores que ejercen violencia contra sus padres ya no se limita a casos claros de exclusión social, sino que la mayoría son chicos de entre 13 y 17 años, de clase media o alta y con problemas de consumo de drogas los que cometen estas agresiones, principalmente a sus madres.
Es una de las conclusiones del informe Violencia filio-parental. Una realidad invisible, realizado por la Fundación Amigó, en el que alerta también de una tendencia creciente del número de chicas que desarrollan conductas violentas en casa, aunque en su caso es de carácter más psicológico y emocional frente al físico de los chicos.
La Fundación recoge datos de la última memoria de la Fiscalía General del Estado, según la cual los expedientes abiertos a adolescentes por este tipo de delito han ido aumentando desde 2013, cuando se contabilizaron 4.659 denuncias de padres a hijos, lo que equivale a unas 13 diarias, frente a las 4.898 de 2015. De hecho, el 18,53% de los delitos cometidos por los jóvenes son derivados de la violencia intrafamiliar.
"Aun así, se estima que sólo se denuncian los casos más graves, entre un 10% y un 15% del total, por lo que estamos hablando de un problema que en la mayoría de las ocasiones es oculto y es necesario dar visibilidad y concienciar a la población del problema existente", ha señalado en una nota de prensa la psicóloga de la Fundación María Jose Ridaura.
Además de los citados, el perfil de maltratador adolescente presenta un bajo o irregular rendimiento académico, e incluso muchos han presentado conductas violentas en los centros escolares o han sido víctimas de agresiones por parte de otros en el ámbito social, familia o escolar.
La violencia de hijos a padres, un problema "aprendido"
Pese a que la mayor parte tiene problemas leves o graves de consumo de drogas, este no es la causa del maltrato, sino que supone una influencia indirecta "por ser un desinhibidor conductual y aumentar las discusiones familiares".
En el caso de las chicas, el tipo de violencia que ejercen contra sus padres es de "contenido psicológico y emocional", mientras que la de los chicos es "más física".
En ambos casos, pueden tener características psicológicas propias como "distorsiones cognitivas, justificación de la violencia, creencias de grandiosidad, suspicacia, necesidad de aprobación, necesidad de control y perfeccionismo, baja tolerancia a la frustración y tendencia a la impulsividad, baja empatía y exposición a la violencia".
Sin embargo, en la mayoría de los casos la violencia filio-parental es un "problema aprendido y, por tanto, meramente conductual", si bien en ocasiones puede estar asociada a problemas emocionales o psiquiátricos, como trastorno obsesivo-compulsivo, de ansiedad y del estado de ánimo o por déficit de atención e hiperactividad, entre otros.
Pegan más a la madre que al padre
El informe también recoge el perfil de los progenitores maltratados, y aunque ambos son potenciales víctimas, los chicos suelen agredir más a sus madres, de entre 40 y 45 años, porque pasan más tiempo con ellas y ceden más.
En la mayoría de los casos, estos padres y madres están entre los 40 y los 50 años de edad y son de clase media o media alta. No hay consenso en los expertos sobre la incidencia mayor en un tipo u otro de familia, pues coexisten estudios que apuntan mayor prevalencia en las monoparentales con otros que señalan a las nucleares. También hay estudios que ven mayor riesgo cuando hay un hijo único o adoptado.
Asimismo, las pautas de crianza suelen ser "inadecuadas, sin normas coherentes y consistentes, y con déficit en la comunicación, siendo los estilos que mayor riego suponen el sobreprotector, el autoritario y el negligente-ausente.
Por último, el documento destaca que cada vez con más frecuencia, los padres y madres tienen comportamientos antisociales, abusan de sustancias adictivas o presentan una sintomatología depresiva y/o ansiosa.
El informe ofrece a los padres una guía con pautas para reconocer esta situación en su propia familia así como consejos de actuación tanto para prevenirlo como atajarlo en función del nivel de conflicto. "Es de vital importancia dar visibilidad a este problema y actuar desde la prevención para conseguir detectar los casos cuando el vínculo afectivo no está demasiado deteriorado", apunta la psicóloga de Fundación Amigó María Jose Ridaura.