El ultraderechista Breivik pierde su demanda contra Noruega por violación de derechos humanos
- Breivik perpetró la matanza de Utøya, donde asesinó a 77 personas en 2011
- En 2016 ganó una demanda contra el Estado por violación de derechos
- Según el fiscal noruego, el condenado vive en un régimen de privilegio
- Análisis: Breivik, ¿psicópata o frío asesino?
El Tribunal de Apelación noruego ha dictaminado este miércoles que Noruega no ha violado los derechos humanos del ultraderechista Anders Behring Breivik, condenado por asesinar a 77 personas en julio de 2011. El veredicto revoca así la demanda civil ganada por Breivik contra el Estado por su régimen penitenciario.
Noruega fue condenada el año pasado en primera instancia por violar el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, al considerar que Breivik recibía un trato inhumano o denigrante y que éste había afectado a su estado mental, pero fue absuelta de conculcar el artículo 8 sobre el respeto a la vida privada, un fallo apelado por las dos partes.
El ultraderechista fue sentenciado a 21 años prorrogables de forma indefinida, sin la atenuante de enfermedad mental, por hacer estallar en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011 una bomba, que mató a ocho personas. Justo después se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde perpetró una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas, donde murieron otras 69 personas.
Medidas excepcionales para un ultra radical
El Tribunal de Apelación resaltó que medidas como los continuos cacheos desnudo o el uso de esposas en los primeros años de su condena, aunque criticables, eran necesarias por motivos de seguridad, al igual que el régimen de aislamiento al que está sometido, por lo que no se puede hablar de trato denigrante.
Las autoridades penitenciarias han introducido además medidas compensatorias para fomentar el contacto con funcionarios y personal contratado, lo que se adapta a las necesidades del reo, explicó el tribunal, que invitó no obstante a que se pruebe también la posibilidad de que interaccione con otros presos.
Aunque el aislamiento conlleva una carga psíquica considerable, "no existen claras indicaciones de que Breivik sufra daños por el régimen de condena", ha afirmado el tribunal, para quien el ultra "aún está muy marcado por su universo extremista y político".
El Tribunal de Apelación ha considerado también que el estricto régimen está justificado por la existencia de "un alto riesgo" de que Breivik planee acciones violentas en el futuro. Asimismo, se adapta al margen discrecional del Estado en su lucha contra el terrorismo o su prevención.
Breivik, un preso privilegiado
El primer fallo, contra Noruega y que ahora queda desautorizado, obligaba al Estado a pagar las costas del juicio, denunciaba la duración del aislamiento a la que está sometido el reo (más de cinco años), las limitadas posibilidades de queja y que no se tuviera en cuenta su salud mental, además de condenar la falta de alternativas para alguien que vive "en una cárcel dentro de la cárcel".
Sin embargo, afirma el fiscal general, Fredrik Sejersted, "Breivik es por desgracia un preso VIP en muchas cosas y se han destinado grandes recursos para planear su condena". El fiscal ha recordado que dispone de tres celdas de 10,5 metros cuadrados, televisión, prensa y una consola.
Sejersted, que asumió la dirección del caso en el segundo juicio, acusó al primer tribunal de poner "bajísimo" el umbral para considerar que se ha violado el artículo 3 y calificó a Breivik de "un mentiroso" que trata de manipular a los jueces.
Las quejas del asesino
Este juicio de apelación, resuelto a favor del Estado, se ha celebrado en el gimnasio de la cárcel de Skien (sur de Oslo), donde cumple condena Breivik.
El ultraderechista, por su parte, denunció la falta de contacto humano y que solo se le permita interactuar con funcionarios y profesionales, además de asegurar por primera vez que el régimen penitenciario le ha hecho mella y le ha radicalizado más.
"Me he mentido a mí mismo antes, el aislamiento me ha hecho daño. La radicalización es una consecuencia. No he sufrido pocos daños, sino muchos, y eso empezó en Ila (cárcel en la que estuvo hasta 2013 antes de pasar a Skien)", ha dicho en el juicio.