La novia dice sí a la tradición y la artesanía
- Santos Costura y Juana Rique destacan por su excelente trabajo
- Cristina Piña sorprende con una colección madura pero joven y refrescante
- Esta pasarela se dedica a la exclusividad y la moda hecha a medida
Homenajear a Coco Chanel, reinterpretar a Balenciaga, rendir tributo a Wes Anderson o recuperar las técnicas artesanales de la cultura tradicional gallega. Son muchas y variadas las fuentes de inspiración y, las intenciones, de los creadores que han presentado sus colecciones en la pasarela Atelier Couture que acaba de cerrar su tercera edición.
De nuevo el majestuoso palacio de Fernán Nuñez ha acogido los desfiles y entre obras de arte, muebles imponentes, lámparas de araña y alfombras con historia se han presentado las colecciones de novia y fiesta para 2018, moda hecha a medida, exclusiva. Artesanía. Una novia menos sexi y atrevida, una novia más 'vestida de novia'.
De todo ello sabe mucho Santos López, de Santos Costura, autor de los vestidos que Cayetana Guillén Cuervo y Clara Lago llevaron en los Goya. El modisto recrea la feminidad absoluta con vestidos muy trabajados pero con una carga estética menos intensa que la marcó la colección anterior.
Esta es un canto a mujeres de fuerte personalidad como Coco Chanel o Josefine Baker. Por eso nos embriagan los aromas de los años 20 y 30 del siglo XX y apreciamos cierto aire orientalista, vestidos con el bajo al tobillo, trabajos de nido de abeja y patchwork de hilos metalizados.
“Hay una parte más técnica, con vestidos decorados con lentejuelas forradas de gasa porque he cuidado hasta los detalles más insignificantes; hay vestidos de oganza plisada, siluetas que tienden a la verticalidad…”
Luego hay una parte más divertida, en la que se juega con los tejidos, las plumas y los patrones para vestir y desvestir el cuerpo. Junto a minvestidos ligeros vemos prendas en tweed con la que López ha querido ser “respetuoso con Coco Chanel, sin caer en lo evidente pero dando a cada pieza nuestro punto”.
Cada uno de sus vestidos es un canto a la costura, a la tradición. También un grito desesperado para llamar la atención de las nuevas generaciones. “Solo quedan cuatro buenas manos para bordar, no hay oficio, es preciso preservar toda esta artesanía”.
El equipo de mujeres que hay detrás de la firma Juana Rique hacen moda pero también poesía. Algunas de sus prendas se inspiran en los trajes tradicioanales gallegos del siglo XIX que combinan fortaleza y fragilidad, con tejidos y colores potentes y detalles que recuerdan a los ajuares de las novias.
Vemos ‘mantelos’ y ‘mandiletes’ reinterpretados, vestidos lenceros envueltos en nostalgia, diseños en tul de seda cuajados de perlas y cristal y joyas en oro y plata que son reproduciones de piezas antiguas.
“Nosotras no hacemos colas, ni frufrús”, dicen las hermanas Verde que trabajan codo con codo con Pura, una veterana que trabajó con Pedro Rodríguez. “Nuestra apuesta es muy personal, aglutinando artesaníaa y trabajo” .
Los tejidos van marcados por una paleta interesante de grises que parece sacada de la película El piano. "Nos gusta esa mujer fuerte, con carácter, muy del norte pero también la luz y esos tonos bruma, un gris especial que también llevan las perlas".
Estos valores rigen su pequeño taller situado cerca de Santiago de Compostela. Un pequeño espacio del que salen grandes maravillas.
No todas las novias se visten de blanco. No todas las novias se visten de novia. Cristina Piña se dirige a ellas. “Huyo de los brillos excesivos y los volúmenes recargados”,dice.
Su propuesta rinde tributo a la estética del cineasta Wes Anderson y es, quizá, la más especial de esta pasarela. Especial en su esencia y en la forma de mostrarla. “He querido alternar una novia con un abrigo y luego otra novia y luego un abrigo especial”, cuenta. “No faltan el toque de amarillo, tan de Anderson, un blanco ‘muy yo’ y un ligero brochazo de beige o rosa empolvado.
Destacan un sutil estampado de piñas con confeti y el uso del terciopelo de seda, “hay mucha feminidad pero no de forma evidente”. Piña, que lleva seis años en la moda, siempre pega un giro importante en su carrera apostando por la costura.
Piña, con tan solo 23 salidas, recrea el vestuario completo de una nueva mujer, con prendas fáciles de llevar, versátiles y con un toque rebelde, casi irreverente, como la obra de Anderson. Irreverente en la intimidad, en los detalles.
Con la colección para 2018 Franco Quintans celebrará que lleva 25 años en la moda. “Estoy contento por haber podido mantenerme todos estos años sin haberme prostituido, siendo fiel a mi estilo y mi trabajo. Ha habido momentos duros pero hoy estoy aquí”, confiesa.
Su colección es un resumen de su historia. “Por eso he incorporado el punto a los vestidos de novia, algo que hacía al principio y luego dejé de hacer, y he utilizado camelias y perlas que son un guiño a Galicia y a Vilagarcía de Arousa”.
El tul rizado, plisado o formando microvolantes recorre la colección en las que no faltan el encaje de camariñas, los detalles de arcilla polimérica y las plumas. Algunos vestidos son un canto a la naturaleza, a la primavera, siempre con un estilo joven, urbano y natural.
“Un estilo que encaja muy bien con mi novia, una novia sin cura, de ceremonia civil que se celebra en un pazo”, cuenta.
Nihil Obstat mezcla, quizá demasiado, iconos de los años setenta, jugando con los tejidos tecnológicos, como el neopreno o el hule, y texturas nobles cono el tafetán o el tul de seda. Guiños a Balenciaga y Halston contrastan en una propuesta de extremos que va desde el estilo afrancesado al look 'disco' de la famosa Studio 54.
Armiche Rodríguez, su diseñador, evitos los encajes y apuesta por las texturas rotundas, siempre jugando a los contrastes de brillo y mate, opaco y transparente… Siempre en color blanco pero logrando una gran variedad de tonos por la enorme variedad de tejidos.
Los velos llaman la atención porque parecen vivir desterrados de la pasarela y destacan los vestidos más sencillos en los que el patrón, fabuloso, es el protagonista. Menos siempre es más.
Clara Brea debuta con una pequeña pero interesante colección inspirada en la elegancia de Rania de Jordania, con vestidos camiseros, siluetas muy fluidas y decentes transparencias que recrean los armarios de las princesas del desierto.
Gasas, bámbulas bordadas y tules de seda se aplican a patrones juveniles y ligeros que se alejan de lo encorsetado y rígido que, a veces, marca las colecciones nupciales.
Tul de seda, tul ilusión, tul de armar, plumeti, blonda… Paula del Vas declina este tejido en todas sus versiones en una colección rica en texturas. Destacan el uso de las flores naturales que, una vez prensadas, se colocan sobre el tejido y su pasión por el encaje que tiñe de colores y coloca en las espaldas que atrapan todas las miradas.
Uno de los vestidos que más ha llamado la atención es uno inspirado en el ballet, confeccionado con decenas de metros de tul rosa empolvado. ”Yo hago costura, decir que esto es alta costura me resulta ostentoso”, decía con humildad la diseñadora murciana.
La madrileña Raquel Ferreiro, que se inspiran en los movimientos culturales de principios del XX, y la sevillana María José Suárez, que quiere vestir a una novia cosmopolita con flecos larguísimos, volantes y perlas, se estrenan en esta pasarela en la que solo participan creadores que hacen costura, que atienden a sus clientas en el taller, que trabajan a medida y que no hacen prêt-á-porter. Agujas que viven por y para la exclusividad y la excelencia. Lujo.
Como Carmen Soto que se decantan por la estética vintage o Laura Lomas, otra de las debutantes, que pone énfasis en las espaldas de los vestidos.
Fernando Claro, un veterano de la costura, se afana en bordar y aplicar pedrería a una colección barroca, muy trabajada, en la que por primera vez hay una parte dedicada a los vestidos de fiesta que van muy marcados por el volumen.
La teatralidad de su propuesta se intensifica con el uso de los tonos más oscuros logrando vestidos de fuerte carga estética. El mismo estilo se aplica a los diseños nupciales que al estar tintados en distintos blancos amortiguan el impacto visual.
Claro es uno de los modistas preferidos por las estrellas del cine y la televisión como Inma Cuesta, María León, Blanca Suárez o Eva González que pisan, radiantes, alfombras rojas y platós.
El malagueno Rafael Urquizar ha abierto el calendario y firma un excelente trabajo de costura clásica. Los pespuntes visibles y las botonaduras cumplen su función pero además sirven como elemento decorativo.
Los tonos vivos y alegres tintan prendas festivas, de día y de noche, pero el negro llama la atención tanto por los contrastes en conjuntos sofisticados como en los bordados de hilo o pasamanería.
Predominan los tonos lisos pero el malagueño se atreve con estampados de animales salvajes y transparencias generosas.
Muchos de sus vestidos llevan dos colores, dos texturas o dos ideas en un mismo patrón. Otros llevan volantes que caen en cascada, cosidos en vertical, que aportan dinamismo a las prendas.
Su colección nupcial se aleja del look alfombra roja y apuesta por bellos vestidos que destacan sobre todo por sus estupendos bordados o por su originalidad.
Vemos vestidos en punto jersey, jóvenes y seductores, y llama la atención el caftán con aplicaciones de lujo, un diseño arriesgado pero fabuloso.