80 años del 'Guernica' de Picasso, el mayor icono del siglo XX
- El Reina Sofía reúne hasta septiembre 180 obras para analizar el camino de Picasso al Guernica
- Incluye piezas que rara vez salen de sus museos, como Las tres bailarinas de la Tate
- Su denuncia del sufrimiento humano lo ha convertido en un símbolo antibélico universal
- Pese a su delicado estado, tras más de 40 viajes en 80 años, no se restaurará
Símbolo antibélico universal, denuncia contra el ataque armado a la población civil y del horror, gran icono del siglo XX y obra fundamental de la historia del arte de todos los tiempos. Todo eso y mucho más es el Guernica de Pablo Picasso, la obra que el artista malagueño realizó en 1937 por encargo del Gobierno de la República de España en plena Guerra Civil inspirado por el bombardeo aéreo de la ciudad vasca el 27 de abril de 1937 por parte de la Legión Cóndor de Hitler durante tres horas y media que dejó entre 150 y 300 víctimas civiles.
80 años después, el Museo Reina Sofía de Madrid ha organizado una exposición tan única como el propio Guernica, con 180 obras de Picasso extremadamente difíciles de reunir, procedentes de museos como el MoMA y la Tate y de colecciones privadas, y fundamentales para comprender el significado de su mural. Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica, presentada este lunes a prensa de todo el mundo, recorrerá, desde este 4 de abril al 4 de septiembre, la trayectoria artística del genio desde finales de los años 20 y su propia metamorfosis hasta la concepción de su gran obra y cómo esta influirá en su producción posterior hasta casi después de la Segunda Guerra Mundial.
"Han viajado piezas que nunca viajan y que dudo que las veamos viajar de nuevo en mucho tiempo", explica a RTVE.es una de las comisarias de la exposición, la historiadora del arte estadounidense Anne M. Wagner, que cita entre ellas Las tres bailarinas (1925), de la Tate de Londres. También están la Mujer arreglándose el pelo (1940), del MoMA, Desnudo de pie junto al mar (1929), del Metropolitan, o la delicada acuarela Le crayon qui parle (1938).
Excepcional por los préstamos y también por su planteamiento, la exposición, bajo la dirección del director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel y la jefa del área de colecciones, Rosario Peiró, y comisariada por Wagner y el también historiador Timothy James Clark, sigue la tesis planteada por estos últimos en el estudio Picasso y verdad: Del Cubismo al Guernica (2013) en el que plantean una nueva mirada sobre la evolución de la obra del pintor, desde el espacio interior y cerrado del cuarto, heredado del siglo XIX, al exterior; de lo íntimo a lo público y político.
Diez salas y una obra fundamental
Dividida en diez salas que guardan un orden cronológico, la que sera una de las exposiciones internacionales del año se fija en el tratamiento del espacio y los cuerpos por parte de Picasso. La primera sala, "El mundo es un cuarto", muestra varias naturalezas muertas y de interiores de 1924 y 1925 en los que el artista se empieza a despedir de su visión cubista del cuarto, que ya no es un recipiente firme. La segunda sala, "Belleza y terror", acoge Las tres bailarinas -para Picasso una obra mejor que el Guernica por ser "un cuadro más real, un cuadro en sí mismo, realizado sin ninguna consideración exterior"-, una obra que supone un "punto de inflexión" en su trayectoria en la que irrumpen la oscuridad y el desmembramiento en el mundo del cuarto y en la que aparecen ya las primeras mujeres angustiadas, el pánico y el horror.
En "Caras y fantasmas" las caras acechantes pueblan sus cuadros, como en Figura, del Centro Pompidou, y, a medida que se acerca el año 1930, las figuras fantasmales se vuelven gigantescas y ya salen al exterior, sobre todo al mar, como en Desnudo de pie junto al mar (1929), del Metropolitan, que puede verse en la sala "Monstruos y monumentos". Coincidiendo con las atrocidades de Hitler en el poder, sus cuadernos se llenan de escenas brutales que reflejan la crueldad humana, recogidos en la sección "¿Qué sucede con la tragedia?".
Año y medio antes de pintar el Guernica, Picasso entró en una fase de dudas y de bloqueo artístico. Tras recibir el encargo del Gobierno de la Repúblico, Picasso incluso se planteó abordar el tema del estudio, pero entonces se produjo el bombardeo de la ciudad vasca. En el Guernica, su tratamiento del conflicto bélico es muy diferente a como se había venido haciendo hasta el siglo XX y, en lugar de los monumentos de y para militares, el artista malagueño realiza "el primer antimonumento de la Historia" al introducir el dolor y el sufrimiento de los civiles, que además son víctimas anónimas y mujeres, convirtiéndose en una obra de "sufrimiento de madres, niños y animales", según la comisaria. Además, en esta obra confluyen ese espacio interior y el exterior entre los que se había debatido su obra de años anteriores, se confunden el cuarto y la calle, se ve el techo de un cuarto y el panorama de los tejados en llamas.
El Picasso post Guernica
Las tres últimas salas de exposición ("Memento mori", "Máquinas de sufrimiento" y "Medianoche en el siglo"), abordan aspectos de la persistencia del Guernica en la posterior producción de Picasso. Así, la calavera se convierte en compañera constante y persiste como motivo durante toda la Segunda Guerra Mundial y la posguerra y sus retratos de Dora Maar la representan atrapada en búnkeres o cámaras de tortura, mientras que Mujer arreglándose el pelo (1940) del MoMA lo pintó mientras las tropas nazis ocupaban París.
"Picasso desde un principio es muy consciente de que ha hecho una obra realmente fundamental para el siglo XX y luego los acontecimientos históricos le obligan a intentar seguir haciendo una pintura de historia tan importante. Y tiene varios intentos, como Masacre en Corea (1950), que él mismo reconoce como fallida", explica Peiró en referencia a la influencia del Guernica en la producción posterior del artista español.
Comparte esa opinión Wagner, que asegura que, pese a que en los años 50 y 60 el panorama cambió, Picasso siguió siendo "un artista político sin vuelta atrás" y fue capaz de crear incluso algún otro "icono persistente de la paz", como su paloma que decoró el cartel del "Primer Congreso Mundial de Partidarios de la Paz" en 1949 en París.
Y es que le conversión del mural de Picasso en pieza icónica de la historia del arte es otra de las premisas que Piedad y terror en Picasso pretende desentrañar. "Para la exposición hemos rastreado también la historia de las veces que ha sido utilizado como icono de movimientos de protesta y manifestaciones alrededor del mundo", señala Wagner, que apunta que ese "enorme valor icónico" que posee el Guernica hace que sea un "punto de peregrinación". "La gente aprende sobre él y habla de él y, aunque tengamos internet, quieren verlo por sí mismos. Y, por supuesto, no hay nada que pueda prepararte para la experiencia: cuando entras en esa galería, no solo por primera vez, sino repetidamente, te quedas sin aliento y recuerdas la cosa impresionante que es. Ves todos los trazos y ves que todos están donde deberían estar y hay tantos detalles saturados de complejidad y significado que es realmente un trabajo profundamente sugerente", afirma Wagner sobre una obra que, tristemente, sigue y seguirá teniendo vigencia mientras se libre una guerra en cualquier rincón del planeta.
"Esa una de las cosas de la que debemos hacernos cargo como parte de la identidad humana, de que no hemos encontrado una solución para vivir juntos y de modo pacífico, lo que es trágico pero también terrorífico para la gente que lo vive", concluye la comisaria.
El Guernica no se restaurará
El Reina Sofía también celebra con esta muestra -y la multitud de actividades paralelas organizadas, como el ciclo de conciertos de Radio 3 Suena Guernica-, los 25 años de la llegada del mural a su Colección Permanente en 1992, después de haber pasado once años en el Casón del Buen Retiro tras su llegada a España el 10 de septiembre de 1981 procedente del MoMA de Nueva York, donde Picasso decidió que fuera custodiado hasta que volviese la democracia a su país natal. El cuadro de Picasso, pintado entre mayo y junio de 1937, se exhibió entre el 12 de julio y el 25 de noviembre de 1937 en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, tras lo que realizó 42 viajes desde 1937 hasta 1958. Esa gran multitud de viajes -el último que realizó fue el que hizo desde Nueva York a España en 1981- causaron en el lienzo de 3,49 x 7,77 metros algunas "fisuras" y "zonas de desprendimiento", aunque no se va a restaurar, según ha asegurado el director del museo, que ha admitido que en todo caso solo se plantean retirar el barniz que se le aplicó en 1992. "El cuadro ha sufrido intervenciones durante mucho tiempo y lo mejor es dejarlo como está y no tocarlo más. Ahora está estable y bien, lo que no puede es viajar, pero siempre que esté en las condiciones que está aquí, está bien", ha explicado por su parte Peiró.