'Un millón de años', la nueva alucinación gráfica de David Sánchez
- Un cómic que gira en torno a una figura divina que tiene sus propios planes
- “Me gusta lanzar enigmas y ver cómo cada lector saca sus propias conclusiones”, asegura
Desde que consiguió el Premio al Autor Revelación del Salón del Cómic de Barcelona de 2011 con su primera novela gráfica Tu me has matado (Astiberri), el dibujante y diseñador David Sánchez (Madrid, 1977) se ha convertido en uno de los artistas de vanguardia del cómic español, gracias a obras tan interesantes como La muerte en los ojos (¡Caramba!), No cambies nunca, Videojuegos, Con dos huevos o Cagando leches (todas editadas por Astiberri). Su nuevo enigma gráfico se llama Un millón de años (Astiberri) y gira en torno a una figura divina inalcanzable, inquietante, turbadora e incomprensible, un poco como sus viñetas, casi bíblicas.
Y es que, lejos de contarnos una historia cerrada, Sánchez nos lanza una imagen enigmática tras otra, de forma que nuestro cerebro no deja de elucubrar ideas que nos conducen a nuevas experiencias psiquicas e incluso sensoriales. El joven autor lo define así: “No tenía ninguna intención de contar o explorar nada concreto, empecé dibujando el primer capítulo que está basado en un sueño que tuve, y a partir de ahí fui improvisando historias que sucedieran en el mismo universo y tuvieran ingredientes parecidos”.
Al preguntarle ¿Cómo es el universo en el que se desarrolla la historia?, y si ¿es nuestro pasado o podría ser nuestro futuro?, David nos responde con más incógnitas: “Son ese tipo de preguntas las que creo que sugiere el título, precisamente por eso no les doy respuesta, quiero que sean preguntas para el lector”.
El lector también es creador
Gracias a esta narrativa tan original, David consigue que los lectores también nos convirtamos en creadores. “Todo lo que no he contado de una manera explícita en el cómic –asegura- es porque prefiero dejarlo a la interpretación del lector, es él quien completa el significado, por ejemplo me gusta mucho leer reseñas y ver como cada uno hace una lectura distinta y saca significados que están en el cómic pero no estaban en mi cabeza cuando lo estaba dibujando”.
El autor llega a indicar que le gustaría pensar que sus personajes han tomado drogas. “Me temo –afirma David- que se trata de una especie de broma privada, es evidente que varios de mis cómics son psicodélicos y otros tienen una narrativa tramposa, para explicarme esto a mí mismo me gusta pensar que los personajes están bajo los efectos de alguna droga pero no lo saben”.
Llegados a este punto, lo único que podemos afirmar con certeza es que la acción se desarrolla en un escenario desértico y que una figura divina vertebra las historias. “La divinidad o la idea de Dios es algo que me interesa de manera personal y lo utilizo como inspiración –confiesa-, pero mi intención es hacer ficción, dejar volar la imaginación, y ver qué pasa”.
“La muerte y la violencia forman parte de la vida”
Otra de las constantes del cómic es que los conflictos entre los personajes suelen resolverse mediante la violencia: “No creo que los seres humanos seamos incapaces de entendernos –afirma David-, pero la muerte y la violencia forman parte de la vida, somos nosotros los que nos empeñamos en evitar verlo así, sólo hay que echar un vistazo a la vida salvaje, la muerte y la violencia están a la orden del día, la diferencia es que los animales lo aceptan porque es lo que hay”.
Desde su primera obra larga, David también suele utilizar escenarios desérticos, que aumentan la potencia de algunas de sus historias. Y que en Un millón de años, son otro de los protagonistas de la historia. “No sé por qué me gustan los escenarios desérticos –confiesa el autor-, pero lo que sí tengo claro es que no me imagino estas historias ocurriendo en ningún otro lugar”.
“Todo lo hago un poco por instinto”
En cuanto a sus posibles influencias en esta obra, David asegura que: “Las influencias son inevitables, y ayudan mucho a camuflarse un poco cuando vas a sacar tu primera obra y estás asustado, pero creo que llega un momento en el que tienes que esforzarte por quitártelas de encima”.
La combinación de los paisajes desérticos y la paleta de colores que usa David, hacen de sus cómics obras reconocibles a primera vista. “Mi formación es autodidacta así que no tengo mucha teoría, lo hago todo un poco por instinto, en este cómic he usado por primera vez degradados para las puestas de sol y la verdad es que me encanta el resultado”.
En cuanto a sus proyectos David asegura que: “De momento ninguno, quitarme de encima todo el trabajo que tengo acumulado, quiero empezar otro cómic dentro de poco pero todavía no tengo ninguna idea”.
Un cómic que, como toda su obra, está lleno de símbolos (como ese cráneo con cuatro ojos de la portada) que cada lector interpretará a su manera. Una lectura apasionante gracias a la que también nos convertimos un poco en creadores.