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Ricardo Darín: "En mi carrera he decidido correr riesgos para no perder el apetito artístico"

  • RTVE.es entrevista al actor, protagonista de Nieve negra junto a Sbaraglia
  • La película, participada por RTVE, se estrena en los cines el 12 de abril
  • "El ser humano sobrevive a situaciones increíbles", dice respecto a su personaje

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Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia protagonizan 'Nieve negra'

A caballo constantemente entre Argentina y España, Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) no para de trabajar y de compaginar cine y teatro a los dos lados del Atlántico. Su cita cinematográfica anual con los espectadores españoles es esta Semana Santa, el miércoles 12 de abril, con Nieve negra, una coproducción hispano-argentina, participada por RTVE, en la que comparte cartel por primera vez con su compatriota Leonardo Sbaraglia, que se estrenó en el pasado XX Festival de Málaga tras arrasar en la taquilla argentina.

Nieve negra es el segundo largometraje de su amigo Martín Hodara -con el que compartió tareas de dirección, por primera y única vez, en La señal (2007)-, y el artífice de haber conseguido juntar a los dos actores argentinos más internacionales del momento en un thirller visceral en el que interpretan a dos hermanos, Salvador (Ricardo Darín) y Marcos (Leonardo Sbaraglia), que vuelven a verse 25 años después tras la muerte de su padre para discutir la venta de las tierras recién heredadas. En el reparto también están la española Laia Costa, que interpreta a Laura, la mujer embarazada de Marcos, y Dolores Fonzi y Federico Luppi.

Darín, en el personaje más parco en palabras que ha interpretado jamás en sus 40 años de carrera, tiene que meterse en la piel de un cazador que vive aislado en su cabaña en la Patagonia y que, al reencontrarse con su hermano, surge el enfrentamiento entre ambos y reaparecen los oscuros secretos del pasado.

"Es un personaje que me encantó cuando lo leí por primera vez y es cierto que no tengo muchas oportunidades de hacer personajes así. Siempre me tocan mucho más verborrágicos, urbanos, locuaces y movedizos. Y este es un tío que si uno intenta imaginarse cómo debe ser la vida de un hombre aislado durante tantos años, debe ser muy tiste, por un lado, y también trágico", explica el actor argentino en una entrevista con RTVE.es sobre su personaje, al que, admite, le fueron recortando texto "sobre el terreno" porque "cada vez que declaraba comprometía de alguna manera el desarrollo de la historia".

En su opinión, la situación y la relación familiar de Salvador y su hermano Marcos son un "ejemplo clarísimo" de casos que se dan en la vida real en los que "una figura paterna tan rígida, tan áspera y tan autoritaria, inhibe de alguna manera el desarrollo de sus hijos y de la gente que está a su alrededor". "La presencia de ese padre y la ausencia de la madre alimentan el núcleo de una tragedia familiar", añade Darín, a quien le pareció "inteligente" la forma en que Nieve negra "declara mucho con pocas palabras".

Ricardo Darín en una secuencia de Nieve negra'.

El desafío del odio fraternal

El intérprete de El hijo de la novia y Nueve reinas reconoce que fue un "gran desafío" componer junto a Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970) a dos hermanos con esa "historia particular" a sus espaldas y que hace dos décadas que no se ven.

"Imaginar una ausencia de esas características no es fácil a la hora del reencuentro, pero gracias a que nos conocemos y nos respetamos y a que llevábamos muchos años con este proyecto entre manos, a la hora de salir al rodeo ya estábamos más que preparados", dice Darín, que recuerda que dirigió en teatro en 1990 a Sbaraglia y que ya entonces, pese a ser muy joven, "descollaba por su profesionalismo, dedicación, seriedad y responsabilidad".

Aunque cree que la "fantasía generalizada" de cualquier habitante de las grandes ciudades "intoxicado de urbanidad" es vivir aislado y en silencio cerca del mar o la montaña, Darín no cree que lo soportase: "No soy ni tan fuerte, ni tan valiente, ni tan estoico como para vivir solo a tres mil metros de altura, con tanto frío y tantas privaciones. Estoy demasiado intoxicado de urbanidad como para imaginarme una cosa así. Pero sé que hay gente que sí lo vive de esa forma, a lo mejor no con historias tan trágicas como esta, o sí, vaya usted a saber".

De cualquier manera, para el actor bonaerense esto es una prueba de que "el ser humano sobrevive a situaciones increíbles" y pone el ejemplo de los refugiados: "Solo tenemos que imaginarnos lo que es la vida de esa pobre gente que vemos todo el tiempo tratando de escapar a situaciones horribles en sus ciudades y que se suben a las lanchas y se terminan ahogando en el Mediterráneo o tantos otros lugares. Si nosotros pudiéramos seguir, no digo mucho, solo 24 horas, la vida de alguna de cualquiera de esas personas, estaríamos llorando todo el tiempo", reflexiona el actor de 60 años.

Las claves del éxito

Con casi 40 largometrajes a sus espaldas en otros tantos años de carrera, la "Bombita Darín", tras participar en algunas series televisivas, debutó en el cine con La culpa (1969), con apenas 12 años. Su fama trascendió las fronteras argentinas de la mano de su compatriota el director Juan José Campanella, con el que protagonizó El mismo amor, la misma lluvia (1999), El hijo de la novia (2001), Luna de Avellaneda (2004) y la oscarizada El secreto de sus ojos (2009). Nueve reinas (2000), de Fabián Bielinsky, fue una de las cintas que marcaría su carrera y comenzaría a darle popularidad en España, y puede vanagloriarse de haber protagonizado la cinta más taquillera de la historia de Argentina, Relatos salvajes (2014), de Damián Szifron.

"Yo estoy en movimiento todo el tiempo, voy y vengo, me subo a óperas primas, le pongo el cuerpo a cosas de las que no estoy seguro cómo van a ser… He decidido correr riesgos", explica el intérprete argentino cuando se le pregunta cuál es la clave para mantenerse tantos años en la cima de la profesión, que parafrasea a Coppola cuando dijo que 'no se puede ser un artista sin correr riesgos'.

"Si uno está anclado en un lugar de confort empieza a perder ese apetito artístico y eso es peligroso. No quiero decir que sea una regla inapelable, pero me parece que correr riesgos es importante porque es el alimento. Todos hemos llegado de una forma u otra a nuestro oficio en esta actividad hambrientos. Y es cierto que lo que te moviliza, lo que te pone en marcha, lo que te hace levantarte a las 5 de la mañana en medio de un campo a -10 grados, es querer correr riesgos. No hay otra fórmula. No hay una garantía, pero es un buen camino. Y a veces sale bien y otras no. A mí muchas cosas no me han salido bien, y no pasa nada, hay que permitirse equivocarse", apunta.

Probablemente esta actitud ante su profesión y ante la vida es lo que hace que Darín nunca se aleje de los escenarios. Este abril vuelve de nuevo a los teatros argentinos con Escenas de la vida conyugal, junto Erica Rivas, y en septiembre repetirán en España, pues nada puede aportarle la "sensación tan placentera y enérgica" que le brindan las tablas.

"El teatro para mí es todo. El teatro es el campo de juego, el taller de entrenamiento, el lugar de aprendizaje, el lugar donde nos equivocamos y corregimos sobre la marcha sin edición posible y es un espacio que todo lo que tiene de adrenalínico lo tiene de peligroso, al estar ocurriendo todo lo que ocurre en vivo y en directo. Es lo más artesanal que tenemos y el espacio de refugio del actor, de donde nunca nos van a poder sacar. Ya se hacen películas sin actores pero no se va a poder hacer funciones teatrales sin actores. Es como la trinchera, el lugar de refugio, de resistencia", concluye el también director teatral.

"En mente" volver a dirigir

En 2007, junto a Martín Hodara, director de Nieve negra, Ricardo Darín asumió las tareas de dirección de La señal -que se emite este domingo en Versión Española- por el prematuro fallecimiento de Eduardo Mignona a escasas semanas de comenzar el rodaje. Ha sido hasta ahora la única experiencia del actor argentino detrás de las cámaras, aunque reconoce que volver a dirigir es algo que tiene "en mente". No obstante, tras aquella primera experiencia y sus circunstancias, a Darín sí le quedó claro que solo dirigiría un largometraje "si tuviera una historia entre manos en la que yo sienta que le pueda aportar algo y tener el control para poder hacerla como a mí me gustaría". "¡Ojalá se dé, ya el tiempo lo dirá! Lo que pasa es que también es cierto que para los directores hace falta encontrar el espacio y el tiempo específico para poder desarrollarlo y, por mi dinámica de trabajo tanto en teatro como en cine, yo no tengo ni mucho tiempo ni mucho espacio", reconoce el porteño.