Marine Le Pen, "en nombre del pueblo"
- Ha roto el techo de votos del FN en la primera vuelta de las elecciones
- Desde 2011, cuando reemplazó a su padre, ha labrado la imagen de respetabilidad del FN
- El caso de los contratos falsos ha ensombrecido su campaña
Crecida políticamente a la sombra de su padre y fundador del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen; considerada en sus inicios, por algunos de sus correligionarios, como poco más que una cara bonita; tachada de "ultra" por sus enemigos, Marine Le Pen ha logrado el pase a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, que tendrá lugar el 23 de abril, y nadie puede descartar que se convierta en presidenta, después de romper el techo de votos de su formación.
Le Pen, que dice hablar "en nombre del pueblo", según su lema de campaña, representa el ascenso de la ultraderecha a ambos lados del Atlántico: partidos y candidatos con un discurso abiertamente excluyente pero con un fuerte contenido social pescan votos entre las clases populares, acuciadas por la crisis y descontentas con los partidos y líderes tradicionales.
La candidata se ha convertido también en una de las principales preocupaciones actuales de la Unión Europea, temerosa de la decisión de los votantes franceses, visto lo ocurrido al otro lado del Canal de la Mancha con el Brexit. Por eso, los líderes europeos se han posicionado a favor del que será su contrincante en la segunda vuelta, Emmanuel Macron.
La familia Le Pen
Nacida en 1968 en la exclusiva localidad de Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París, la tercera hija del líder ultraderechista Jean Marie Le Pen se formó como abogada en uno de los mejores colegios de Francia. A continuación se unió a la lista de defensores públicos de oficio.
En 1998 dejó de ejercer la profesión para asumir la jefatura del Departamento Jurídico del Frente Nacional.
Sus primeros pasos en política los dio en 2002, en una campaña presidencial en la que su padre logró clasificarse para la segunda vuelta desbancando al candidato socialista Lionel Jospin. En aquella ocasión, la izquierda francesa acudió a la llamada de un "cordón sanitario" y dio su voto a Jacques Chirac, que renovó mandato.
En 2003, Marine se convirtió en vicepresidenta del partido y en 2009 ya era una figura nacional por propio derecho. Pocos se sorprendieron cuando esta madre de tres hijos y dos veces divorciada derrotó con facilidad a su rival Bruno Gollnisch en la contienda por el liderazgo del FN en enero de 2011.
Resultado histórico en 2012 y 2014
Las alarmas volvieron a sonar en la política francesa en las presidenciales de 2012: el Frente Nacional, ahora con Marine a la cabeza, consiguió 6,4 millones de votos, un 17,9% del total, en la primera vuelta, y se convirtió en árbitro del duelo definitivo entre François Hollande y Nicolas Sarkozy. Ganó el primero, en buena parte gracias a la abstención de los ultraderechistas.
Un dato importante: el 35% de los votantes identificados como "obreros", tradicionales votantes de partidos de izquierda, habían votado por Le Pen.
"La batalla de Francia no ha hecho más que empezar (...) Todo es posible si estamos unidos", arengó la candidata a sus partidarios enardecidos.
La confirmación del éxito llegó con las Europeas de 2014: la ultraderecha se convirtió en la primera fuerza en Francia. El entonces primer ministro, Manuel Valls, calificó el resultado de "terremoto", y la líder ultraderechista no dudó en pedir la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Moderarse para llegar al Elíseo
Pese a los buenos resultados, Le Pen estaba convencida de que el FN debía ampliar su atractivo electoral. El Frente y sobre todo sus líderes debían cuidar su imagen y moderar su discurso, asociado a la xenofobia rampante y el antisemitismo, para sortear un nuevo "cordón sanitario".
Para ello, Marine escenificó una agria ruptura con su padre en abril de 2015. Fue por unas declaraciones en las que Jean Marie Le Pen defendía al mariscal Petáin (dirigente de la Francia colaboracionista con los nazis) y aseguraba que los franceses estaban "gobernados por inmigrantes".
"Parece haber caído en una estrategia entre la tierra quemada y el suicidio político", dijo entonces Marine en un duro comunicado. "Su estatus como presidente honorario no le da el derecho de secuestrar el Frente Nacional con vulgares provocaciones que parecen destinadas a dañarme a mí pero que desafortunadamente golpean a todo el movimiento".
Desde entonces, Marine es la líder indiscutible e indiscutida, y su partido no genera ya el miedo que empujaba a una gran mayoría de electores a apoyar a cualquier otro candidato. Su tradicional discurso antiinmigración encuentra eco en los miedos despertados por la crisis de los refugiados y los atentados yihadistas en París y Bruselas; mientras su antieuropeismo, marginal antaño, se ha convertido hoy en una corriente ascendente en una UE en crisis existencial tras la decisión británica de abandonar el club.
Acosada por el caso de los contratos falsos
Una única sombra ha recorrido su campaña presidencial. El Parlamento Europeo la acusa de desvío de fondos y le reclama 340.000 euros por contratar a su asistente en el partido y a un guardaespaldas con cargo al presupuesto de la cámara.
Le Pen, siempre retadora, se había negado a declarar ante los jueces durante la campaña pero la Eurocámara le ha retirado la inmunidad por un motivo distinto (publicar en Twitter imágenes de ejecuciones del Estado Islámico), por lo que si es citada tendrá que declarar.
Este caso de corrupción no parece, sin embargo, haberle restado popularidad.