Las raíces del Frente Nacional francés: el partido que nació de la nostalgia colonial
- El ultraderechista FN se posiciona en las presidenciales francesas de 2017
- Antieuropeista y xenófobo, el FN ha ganado apoyos tras la crisis migratoria
- Especial: Elecciones en Francia 2017
Entre el 16 y el 17 de julio de 1942, más de 13.000 judíos franceses fueron arrestados y confinados en el llamado “Velódromo de Invierno” de París, un recinto deportivo utilizado con fines diversos en la época. Pocos días después fueron deportados y asesinados en las cámaras de gas nazis.
Las detenciones fueron prescritas por el ejército alemán de ocupación pero las ejecutaron policías franceses bajo la autoridad del régimen de Vichy. Apoyado por la ultraderecha, el Gobierno colaboracionista del mariscal Pétain transmitió la orden sin ambigüedades. Una Francia avergonzada repudió estos hechos tras el fin de la guerra.
El 9 de agosto de 1944, el Gobierno provisional de De Gaulle declaró ilegítimo el gabinete de Vichy. La ordenanza se publicó en Argel, y toda la extrema derecha gala quedó condenada al oprobio de los traidores. Un década y media más tarde también sería en Argelia, entre otros lugares, donde este radicalismo resucitaría, como reacción a la emancipación del país norteafricano.
Argel, punto de partida
En 1953, el ultraderechista Pierre Poujade funda un movimiento populista, el poujadismo, sobre un partido, el UDCA (Unión de Comerciantes y Artesanos), que dice defender los intereses del pequeño empresario. Critica la descolonización y los crecientes cambios sociales. En las elecciones de 1956 consigue 51 diputados incluyendo a un jovencísimo Jean Marie Le Pen que, con 27 años, se convierte en el diputado más joven de Francia.
En 1954 Argelia lucha por su independencia y Francia se desestabiliza. Muchos habitantes europeos de la colonia se organizan y revuelven al otro lado del Mediterráneo para oponerse a esta emancipación. Entre ellos, un grupo de generales del ejército galo protagonizarán en 1958 el fallido golpe de Estado conocido como Putsch de Argel.
La asonada fracasa gracias al retorno de De Gaulle ese mismo año, pero esto debilita al poujadismo y Le Pen viaja a Argelia alistado como paracaidista. Sus acciones para la inteligencia militar francesa le granjean una oscura reputación de torturador en plena guerra con los argelinos independentistas. Allí perderá el ojo izquierdo, precisamente, que sustituirá con una prótesis de cristal. El parche que luce para ocultar la herida será parte del imaginario icónico del FN.
Populismo y nostalgia de la Francia colonial: nace el FN
Del fracaso del Putsch nacería la OAS (el Ejército Secreto), una organización armada ultraderechista que cometió asesinatos tanto en Argelia como en Francia. Algunos de sus líderes encontraron refugio en la España franquista lo que generó tensiones diplomáticas con Francia.
Con De Gaulle al mando y en plena reformulación, tesis como las de joven escritor François Duprat, personaje clave, misterioso y controvertido, ex comunista reconvertido a ideólogo filofascista, serán un polo de atracción. Ex partidarios de Vichy, neofascistas, anticomunistas, tradicionalistas católicos, antigaullistas radicales, nostálgicos de la Argelia francesa y ex militantes de la OAS acudirán a la llamada ideológica de Duprat, que los unifica bajo su discurso.
Por otro lado, como alumno aventajado de Poujade, Jean Marie Le Pen sabe condensar estos ingredientes en un movimiento fuertemente populista. Junto a Duprat y un grupo de afines, fundan el Frente Nacional (FN) el 5 de octubre de 1972. Entre los asistentes se cuenta Pierre Bousquet, antiguo SS nazi. Le Pen, con 44 años, es designado presidente de la formación.
En la víspera de las elecciones legislativas de marzo de 1978, un coche bomba mata a François Duprat. Tenía 37 años y las sombras en su vida se convierten en mito a su muerte dentro del imaginario ultraderechista francés. Le Pen queda libre como cabeza visible de la extrema derecha gala.
El triunfo en Europa de un antieuropeista
Voto a voto, el FN fue haciéndose un hueco en el ecosistema político francés y en el de la UE. Las elecciones europeas de 1984 dan al FN su primer escaño y convierten al antieuropeísta Le Pen en eurodiputado con un respaldo de casi tres millones de votos.
A partir de ahí, la extrema derecha gala mantiene un suelo de votos favorables del 9% en los comicios en los que participa, europeos o franceses. En 2002, con cinco millones y medio de sufragios que le dan un 17,79% de apoyos, Le Pen supera a Lionel Jospin en la primera vuelta de las presidenciales francesas. Gracias a una movilización sin precedentes, el ultraderechista logra pasar a la segunda ronda, que finalmente ganaría el conservador Jacques Chirac.
A este hito electoral que hace historia en el partido y le concede el visado de presidenciable, le suceden diez años de sequía y resultados discretos. El siguiente gran avance vendrá en las regionales de 2012 cuando el partido ya está bajo el mando de Marine Le Pen, la hija pequeña de Jean Marie. El crudo conflicto de sucesión entre padre e hija, aún vivo, ha sido un reflejo perfecto del cambio de rostro con el que la ultraderecha afronta el siglo XXI.
Marine conquista el trono: del látigo a la diplomacia
Estaba previsto que la sucesora de un Jean Marie Le Pen ya septuagenario fuese la primogénita, Marie Caroline. Candidata a las legislativas de 1997, su 14,94% de apoyos en la primera vuelta se desploma en la segunda después de que su padre irrumpiera en campaña con escandalosos actos de tinte fascista.
Entre otras cosas, el ultraderechista agredió a la candidata socialista Annette Peulvast-Bergeal. También apareció con una reproducción de la cabeza de la alcaldesa socialista de Estrasburgo en una bandeja. Hundida, Marie Caroline renuncia a liderar el FN. En 1998, la crisis del partido precipita un intento de escisión a manos del número dos, Bruno Mégret. Pero le sale al paso la menor de los Le Pen.
La 'pequeña' Marine Le Pen toma el testigo en 2011. El indomable Jean Marie, ahora octogenario, insiste en destrozar la imagen del FN con sus continuos alegatos negacionistas y antisemitas y el partido elige a su hija menor para representarlo. A ella y a sus planes para suavizar la imagen de la formación.
En las presidenciales de 2012, con un rostro más amable, la candidatura “antisistema” de Marine Le Pen cala en el electorado y logra un tercer puesto en primera vuelta con el 17,9% de votos.
Marion Marechal Le Pen: tercera generación
En 2012 irrumpe también la tercera generación de la saga Le Pen bajo la candidatura de Marion Marechal Le Pen, nieta de Jean Marie y sobrina de Marine. El relevo de rostros consolida aún más el relevo de formas.
Con 22 años en ese momento y una estricta educación católica, Marion se maneja bien con los medios y combate los ataques con argumentos, al contrario que su abuelo. Orgulloso, el patriarca dejó paso franco a su nieta y anunció que la ayudaría a lograr un escaño en la región de Vaucluse, en el sudeste del país, uno de los bastiones del Frente Nacional.
Este éxito convierte definitivamente al FN en un actor con peso dentro del panorama político francés. Este extremo se confirma en las europeas de 2014, elecciones en las que la ultraderecha pasa a ser la primera fuerza de Francia con el 25% de los votos a favor de Le Pen.
La crisis de los refugiados y la fractura de la UE
Sumada a la crisis económica de 2008, la avalancha de refugiados que golpea a Europa en 2015 desata una fractura sin precedentes en el seno de la Unión Europea. Proliferan los discursos nacionalistas que defienden el cierre de fronteras; Hungría, Polonia, Austria y los Balcanes entre otros, se significan en este sentido, con particular énfasis en los países de Visegrado.
Las instituciones europeas y el sistema de valores que defiende Bruselas quedan en entredicho. Esto alimenta un fragor xenófobo, que se multiplica tras el triunfo del Brexit, avalado por un referéndum limpio. El discurso antieuropeista del Frente Nacional ya no está solo.
El grito de “Francia para los franceses” no rechina como en otro tiempo, y los modales templados de Marine Le Pen abren puertas y oídos. A esto se suma una presunta fuga de votos conservadores hacia el FN tras la caída en desgracia de François Fillon provocada por el Penelopegate.
¿Es amable la cara de la ultraderecha?
A las puertas de la primera vuelta de las presidenciales de 2017, a Marine Le Pen se le ha atravesado la debilidad que arruinara la imagen de su padre y que ha intentado controlar, la expresión del radicalismo.
En febrero de este año, el Parlamento Europeo la acusa de desvío de fondos y le reclama 340.000 euros por contratar a su asistente en el partido y a un guardaespaldas con cargo al presupuesto de la cámara. En plena campaña, Marine Le Pen tendrá que someterse a la investigación tras perder su inmunidad como europarlamentaria por publicar en redes sociales fotografías con ejecuciones del Estado Islámico.
El caso de corrupción, similar al Penelopegate que atenaza a Fillon, no parece haberle restado popularidad. Sin embargo, a poco más de dos semanas de la votación, Marine Le Pen se descuelga con un comentario que exonera a Francia de los crímenes del régimen pronazi de Vichy. Precisamente, de las 13.000 detenciones de judios del “velódromo de invierno” que acabaron en las cámaras de gas nazis y que mandaron a la tumba histórica a la ultraderecha francesa.