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Día del Libro

Retorno a Max Aub, el escritor errante

  • Una exposición en el Instituto Cervantes repasa la vida y obra de Max Aub
  • El autor del Laberinto Mágico es uno de los grandes de la escena española
  • La retirada de su nombre de una de las salas de Matadero suscitó la polémica

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Retrato de Max Aub en su despacho de Radio UNAM. México, 1962. (Foto: Ricardo Salazar. Fundación Max Aub)
Retrato de Max Aub en su despacho de Radio UNAM. México, 1962. (Foto: Ricardo Salazar. Fundación Max Aub)

Dramaturgo, crítico, ensayista, poeta, cineasta, cuentista superdotado y novelista genial. Las múltiples facetas del escritor hispano-mexicano Max Aub (París,1903-México D.F., 1972) componen un poliedro fascinante, que lega obras maestras como Campo Cerrado, novela cumbre sobre la Guerra Civil española contenida en su hexalogía Laberinto Mágico.

La guerra partió en dos la vida del llamado “eterno judío errante de la literatura española”, y marcó una azarosa existencia en perpetuo movimiento, en la que sufrió el silencio y el olvido en nuestro país durante su largo exilio mexicano.

Como forma de reconocimiento, el Instituto Cervantes de Madrid vuelve su mirada a un autor fundamental con la exposición “Retorno a Max Aub” (hasta el 15 de mayo), que se imbrica en las actividades de la semana cervantina, donde también se exhibe el gabinete bibliográfico Viaje alrededor del Persiles, sobre la última novela póstuma de Miguel de Cervantes. Todo, en una semana consagrada a las letras cuyo cúlmen será la entrega del Premio Cervantes al escritor Eduardo Mendoza, este jueves, y la celebración del Día del Libro, el 23 de abril.

Un espíritu inquieto

La muestra sobre Max Aub del Instituto Cervantes pretende aproximar la figura del escritor a personas que lo desconozcan todo sobre él, pero también aspira a aportar novedades a los especialistas.

“No se puede decir que estuviera desatendido ni olvidado ni que estuviera mal editado, pero sí que merecería algo más de lo mucho que ha tenido", señala para RTVE.es el comisario, Juan Marqués.

La muestra viaja al particular universo de Aub de forma cronológica y con cuatro apartados que entroncan con etapas de su novelesca vida.

Nacido en París, de padre alemán y madre francesa, llegó a España con 11 años y elegió ser español "porque se es de donde se hace el bachillerato". A pesar de dominar varias lenguas por origen, Aub explicó que no podía escribir en otro idioma que no fuera el castellano.

La selección se centra en su prolífica producción literaria con la exhibición de 120 obras, que incluyen publicaciones en revistas, documentos originales como agendas con anotaciones y correcciones, manuscritos, pasaportes y fotografías originales procedentes de su álbum personal.

Entre los objetos inéditos, se encuentran algunas cartas escritas por Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego o la carta que escribió Aub al presidente de la República Francesa, Vicent Auriol, explicando que él no era comunista sino "socialista de toda la vida", cuando quiso entrar en Francia en 1951 y estaba fichado como comunista.

El Correo de Euclides, nº 2. (Foto: Fundación Max Aub)

El espíritu inquieto del escritor también le llevó a colaborar como guionista, traductor y productor con André Malraux en la película Sierra de Teruel, que se proyecta en el Instituto Cervantes.

La exposición también nos recuerda una de las múltiples bromas que gastó el novelista, que llegó a inventarse la figura de un pintor ficticio llamado Jusep Torres Campalans, del que publicó una biografía, y cuyos cuadros pergeñó el propio Aub, algunos de los cuales pueden contemplarse en la exhibición madrileña.

“Fue un bromista absoluto, y esta broma engañó a mucha gente. Se inventó toda la vida y toda la obra de Campalans, y además tenía buena mano para la pintura”, señala el también crítico literario y poeta Juan Marqués.

'Hombre Azul', acuarela, Jusep Torres Campalans, (Foto: cortesía Familia Aub)

Marqués explica que el humor a través de “gamberradas, bromas, insolencias y artefactos literarios a lo Gómez de la Serna” es parte esencial de la obra de Aub, que militó en las vanguardias y fue íntimo de Buñuel.

Su humor tenía vocación trascendente “siempre como un medio no como destino. Era un medio para llegar a sitios más hondos y revelar cosas sobre quiénes somos”, señala el comisario, que explica que esta tendencia se truncó con Laberinto Mágico al destapar el horror de la guerra que el literato vivió en primera persona en Barcelona. “No quería escribir novelas trágicas pero lo hizo y fueron magistrales”, explica Juan Marqués.

“Si existe un escritor español cuya obra no haya repercutido la guerra abominable que nos ha sido impuesta o no es escritor o no es español”, aseguró el autor de La calle de Valverde.

“Su producción es muy variada pero la guerra les partió la vida y él sintió la necesidad de escribir sobre lo que estaba pasando porque ellos tomaron partido”, señala sobre su familia Teresa Álvarez Aub, nieta del escritor y presidenta de la Fundación Max Aub.

Pasaporte mexicano de Max Aub, que le permitió la entrada en España en 1969. (Foto: Fundación Max Aub)

Siempre itinerante y con corazón apátrida, Aub militó en el socialismo y ocupó diversos cargos diplomáticos durante la República con la que se comprometió estrechamente, llegando a gestionar el encargo a Picasso de El Guernica. Tras la derrota huyó a París, donde fue denunciado y detenido en varias ocasiones. Fue recluido en varios campos de concentración y tras un largo calvario consiguió exiliarse a México donde vivió durante treinta años y dio rienda suelta a una fecunda etapa artística.

La vuelta a la patria de adopción no se produciría hasta los años 60. Un retorno agridulce cargado de dolor y desengaño que plasmó en el diario La gallina ciega.

“Cuando llegó a España en el 69 se llevó el gran golpe porque se dio cuenta de que a la España que había conocido antes de la guerra no se podía volver porque no existía, era un mundo irrecuperable”, señala Marqués.

Max Aub y las salas de Matadero Madrid

El director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, ha explicado en rueda de prensa que la exposición sobre Max Aub se ha puesto en marcha como una forma de reivindicar su nombre y “no condenarle a seguir siendo un escritor errante”, en referencia a la polémica sobre la sala teatral de Matadero Madrid que lleva el nombre del autor.

“Sí hacen falta nombres y tener memoria de los grandes, sobre todo después de una vida azarosa”, ha señalado Bonet.

El pasado marzo, trascendió que el equipo de Cultura del Ayuntamiento había decidido eliminar los nombres de las salas de Matadero dedicadas a Max Aub y Fernando Arrabal, en razón de un cambio en la orientación de estos espacios escénicos hacia la vanguardia.

La nieta de Aub y presidenta de la Fundación que lleva su nombre, Teresa Álvarez Aub, remitió una carta a la alcaldesa de Madrid en la que denunciaba la “injusticia y el absurdo” por la retirada del rótulo y la denominación. Tras las protestas de las familias de los escritores, Manuela Carmena anunció que el error sería subsanado y pidió disculpas.

“En aquel momento, nos quedamos estupefactos y sentimos una tristeza tremenda”, recuerda la nieta a RTVE.es.

Teresa Álvarez Aub espera que el rótulo con el nombre de su abuelo se restablezca tal y como estaba porque “si ponen el nombre es un pequeño homenaje pero no es lo mismo que lo que había y la gente no lo ve hasta que no entra en la sala (...) Tiempo ha habido para hacerlo”, añade.