El Papa denuncia que los centros de refugiados se han convertido en "campos de concentración"
- Lo ha heho durante un acto por los mártires contemporáneos
Ha recordado una experiencia personal durante su visita a Lesbos en abril de 2016
El papa Francisco ha celebrado este sábado un misa por los mártires del siglo XX y XXI en la que ha recordado especialmente la situación que viven los refugiados que huyen de la guerra y que, en ocasiones, son internados en verdaderos "campos de concentración".
El pontífice argentino, con tono apesadumbrado, ha recordado una experiencia personal durante su visita a Lesbos en abril de 2016 y que este sábado le ha servido para ilustrar las difíciles condiciones de quienes se ven obligados a huir de la barbarie en sus países.
Fue el caso de una cristiana asesinada por los terroristas a causa de su fe y del que supo por el testimonio de su esposo, un musulmán de unos treinta años al que conoció en Lesbos, donde se encontraba junto a sus tres hijos tras huir de su país.
"Me miró y me dijo 'padre yo soy musulmán, mi mujer era cristiana, y a nuestro país llegaron los terroristas. Nos preguntaron por la religión. Vieron el crucifijo y le pidieron que lo tirara. Ella no quiso y la degollaron delante de mí", recordó.
Francisco ha reconocido que desconoce si el hombre y sus hijos siguen en el campamento o si, por el contrario, fue capaz de salir de lo que calificó de "campo de concentración".
"Los campos de refugiados, muchos son de concentración por la cantidad de gente dejada allí. Los pueblos generosos que los acogen deben llevar adelante ese peso. Porque los acuerdos internacionales parecen más importantes que los derechos humanos", ha criticado.
Sus palabras han sido improvisadas, pronunciadas al margen de la homilía que llevaba preparada y en la que ha denunciado que numerosas comunidades cristianas son perseguidas actualmente por "el odio", promovido por el diablo.
El acto, organizado por la Comunidad de Sant'Egidio, tuvo lugar en la basílica romana de San Bartolomé, en la isla del río Tíber, que desde 2002, por deseo de Juan Pablo II, recoge el testimonio de los mártires contemporáneos.