Checco Zalone y la xenofilia de los italianos
- El cómico italiano, una celebridad en su país, estrena en Un italiano en Noruega
- Es la película más taquillera del año en Italia
- “Para los italianos, cualquier cosa funciona mejor fuera de Italia”, sostiene
Incluso en tiempos tan globalizados el humor tiene férreas fronteras. Checco Zalone no podría andar 10 metros en Italia sin ser reconocido, pero puede pasear por Madrid como un perfecto desconocido. Zalone es uno de los cómicos más célebres del país transalpino, una estrella de la televisión convertida en la gallina de los huevos de oro del cine italiano: Su última película, Un italiano en Noruega, ha sido la más taquillera en su país superando en solo seis semanas a Star Wars: el despertar de la fuerza. El 28 de abril se estrena en España.
Checco Zalone no es solo el nombre artístico de Luca Pasquale Medici, también es el nombre de personaje que interpreta en las cuatro películas que ha protagonizado. Zalone, el personaje, es una sarcástica recreación de todos los tópicos y estereotipos del italiano meridional: machista, vago, corrupto, enmadrado e incívico.
En Un italiano en Noruega, Zalone es un funcionario vocacional. Desde niño su único sueño ha sido un puesto fijo: el funcionariado, como destino vital. Pero llegan los recortes y el ministerio, desesperado por que renuncia a su puesto, le traslada a una unidad científica italiana en Noruega. Y ya tenemos el cómico contraste entre europeos del norte y europeos del sur.
“A los italianos les gusta mucho reírse de ellos mismo, quizá demasiado. Más que reírse, es una conmiseración”, explica Zalone en una entrevista para RTVE.es. “Y luego son xenófilos: cualquier lugar que no sea Italia es mejor que Italia. Todo funciona mejor fuera de Italia para los italianos”.
La principal sátira de Un italiano en Noruega, los funcionarios, se le ocurrió “porque nunca lo había hecho nadie antes y, muchas veces, lo más sencillo es lo más eficaz. Me acuerdo que mi madre me decía: estudia, oposita y serás un buen funcionario”.
Zalone no oculta que se sentía un poco marciano rodando en la civilizada Noruega. “He intentado cruzar el paso de peatones ignorando el semáforo y casi me meten en la cárcel de por vida. Nadie supera el límite de 70 km por horas, por lo tanto tienen mucho tiempo para pensar en el suicidio, porque no se llega nunca”. ¿Es entonces el tópico de la felicidad del sur y la tristeza del norte cierto? “Para mí, sí”, responde.
Zalone alcanzó la fama en Zelig, un programa televisivo de stand-up comedy en el que desde 2002 realizaba monólogos e imitaciones. Su verdadera vocación, músico, nunca falta en sus películas, en las que incluye canciones por las que ya ha recibido tres nominaciones en los premios David di Donatello.
“Desde Zelig nace este personaje y su relación con el público ha ido creciendo y creciendo”, explica Zalone, natural de Bari, que explota sin parar las diferencias de las dos Italias. “Es un poco como Cataluña y el sur de España, imagino. Hay norte más productivo e industria, pero colonizado por los sureños que viven ahí desde los años 60. Ahora, los nuevos sureños son los africanos”.
El gran reto de Zalone es atravesar fronteras y no quedarse en la idiosincrasia nacional, como ha sucedido con el resto de sus películas o la saga Ocho apellidos… en España. “Para mí, el verdadero suceso cómico en Europa fue Intocable, que trata un tema universal. Es mi aspiración, pero es muy difícil. Para mí ya es un milagro ser actor, así que pensar que Europa vaya a ver tus películas es poco probable”.
¿Cuál es la llave del éxito de Zalone? “Solo es suerte, en Italia decimos ‘tener culo” ¿En España se dice ‘flor en el culo’? Me parece magnífico: es una tierra de poetas”.