'Los demonios', Philippe Lesage retrata la confusión moral de la preadolescencia
- Se estrena en España la película canadiense que participó en el Festival de San Sebastián de 2015
- RTVE.es entrevista a su director
El cineasta canadiense Philippe Lesage ha buceado en sus recuerdos para retratar la confusa etapa de la preadolescencia en Los demonios. Una cinta biográfica e iniciática que juega con una atmósfera turbia de thriller mientras llevar al espectador por pistas falsas. Tras participar en la sección oficial del Festival de San Sebastián de 2015, se estrena en España el 5 de mayo.
Félix, un niño de 10 años, atraviesa un periodo en el que no comprende bien las señales que recibe de la familia, amigos, colegio y entorno en general. Tiene que aprender a lidiar con sus temores, reales e imaginarios, en los aparentemente ideales suburbios de Montreal, impregnados sin embargo de un inquitud provocado por un pedófilo asesino de niños.
“Es verdad que la ópera prima autobiográfica es un cliché, pero no fue una elección: quise volver a esa parte oscura de mi vida en la que estaba avergonzado del niño que era”, explica Lesage en una entrevista para RTVE.es. “Quería hacer un retrato honesto de ese periodo extraño”.
La arriesgada propuesta de Lesage es mostrar la vida interior de un niño sin subrayar ninguna explicaciones. “Siempre subestimamos a los niños, pero olvidamos que cuando somos niños comprendemos muchas cosas intuitivamente. Y, como adultos, también olvidamos que cuando somos niños no somos esos seres puros e inocentes que nos gusta pensar. Somos capaces de cosas crueles e inquietantes, a menudo somos como pequeños monstruos, casi psicópatas”.
Precisamente el viaje de Félix es aprender la empatía. “De pequeño a veces pensaba que era muy malo y lo peor es que a veces hacía cosas malas solo porque estaba aburrido. Recuerdo que experimentaba mucho sentimiento de culpa. En la película muestro algo que ocurrió en la realidad: había una ola de secuestros de niños. Y, extrañamente, no estaba asustado de los psicópatas, sino de los niños que morían y se me aparecían como fantasmas. Me ponía más en la posición del asesino que la de la víctima”.
Lesage rodó con un equipo mínimo y planificó en largas tomas para dar espacio y confianza a sus niños-actores no profesionales. “Hay un proverbio taoísta que dice que el mejor nadador es el que olvida que está en agua. Los mejores momentos de interpretación siempre se producen cuando los actores sienten que no están actuando. Y es lo mismo para los directores: la magia sucede cuando se olvidan que están haciendo una película".