Miles de centroamericanos sufren secuestros, violaciones, desapariciones o mueren al cruzar la frontera sur
- Nueve de cada 10 migrantes sufren algún tipo de violencia en su ruta a México
- Según Médicos Sin Fronteras se trata de "una crisis humanitaria olvidada"
Sólo se habla del muro del norte, ese que Donald Trump prometió construir o reforzar con el dinero de los mexicanos para evitar la llegada de migrantes. Una promesa electoral que, por ahora, se queda sólo en eso, en promesa. Pero 3.000 kilómetros al sur, en la frontera de México con Guatemala, hay otro muro del que se habla menos; que no es visible porque no está construido con cemento y alambradas.
Es "un verdadero muro humano", tan silencioso como los pasos de los 500.000 centroamericanos que entran cada año. Un muro plagado de trampas, puestas por los cárteles de la droga, los delincuentes comunes y hasta la policía mexicana, y cuyas víctimas son siempre los mismos: los más vulnerables. Ellos protagonizan una crisis humanitaria sin parangón.
"Al cruzar la frontera sur de México la situación se convierte en un verdadero infierno. Los están esperando los criminales, los cárteles de la droga para secuestrarlos y exprimirles no sólo el poco dinero que traen sino la poca propiedad que tienen", asegura Fray Tomás Gonzales, que intenta paliar la situación dirigiendo un albergue para migrantes en Tenosique, Tabasco (México).
Testimonios: "Me pusieron un cuchillo en el cuello y no me resistí"
Médicos Sin Fronteras (MSF) también está en el terreno ofreciendo asistencia psicológica y sanitaria. En su último informe, titulado "Forzados a huir del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador): una crisis humanitaria olvidada", la ONG ha recabado numerosos testimonios que denuncian la colusión de autoridades y delincuentes. Uno de esos testimonios es el de una hondureña de 35 años que prefiere no decir su nombre y que ha cruzado cuatro veces la frontera sur mexicana.
"Esta vez vine con mi vecino, y fuimos capturados por un grupo de delincuentes. Lo peor es que ellos también eran de Honduras. La Policía Federal era su cómplice y nos entregaron a los miembros de esta banda. A mí me violaron. Me pusieron un cuchillo en el cuello, así que no me resistí. Estoy avergonzada de decir esto, pero hubiera sido mejor que me hubieran matado", cuenta.
Médicos Sin Fronteras pone cifras: el 60% de las 166 víctimas de violencia sexual atendidas en sus clínicas habían sido violadas y el resto sufrieron otros tipos de agresiones y vejaciones sexuales, incluida la desnudez forzada.
Doble victimización
La inmensa mayoría de quienes dejan sus países atrás lo hacen huyendo de la pobreza, pero también de la violencia. "Asesinatos, secuestros, amenazas, reclutamiento por actores armados no estatales, extorsiones, violencia sexual y desaparición forzada son realidades propias de una guerra, pero también son situaciones que estas personas procedentes de la región centroamericana están sufriendo", explica Bertrand Rossier, coordinador de MSF en México. Y cuando cruzan la frontera la situación empeora. 9 de cada 10 migrantes y refugiados atendidos por MSF ha sufrido algún tipo de violencia en sus países o durante la ruta mexicana hacia Estados Unidos. Es una doble victimización.
Axel lo ha sufrido con sus apenas 15 años. Huyó de Honduras junto a su hermano, que había presenciado cómo una pandilla asesinaba a un amigo. Al cruzar la frontera las cosas empeoraron. "En la ruta nos asaltaron y de ahí nos tiraron al monte. Nos quitaron las mochilas. A mí me quitaron los zapatos y a los otros muchachos les robaron el dinero y los golpearon", cuenta desde un refugio en México.
Desde hace meses, la presión policial en la frontera sur ha hecho que muchos migrantes busquen otras rutas para cruzar tierras aztecas. "Muchos han dejado de utilizar el ferrocarril (La Bestia, como se le conoce) y ahora utilizan otros medios de transporte, autobuses o pidiendo aventones (autostop) en las carreteras. Caminan mucho por lugares a veces deshabitados que se traducen en un riesgo para ellos", explica Alonso Fernández, coordinador del refugio FM4 Paso Libre en la ciudad mexicana de Guadalajara.
México aumenta el ritmo de deportaciones
El panorama es desolador para los que buscan una vida mejor al norte de sus países de origen. Las políticas migratorias de Estados Unidos y de México son cada vez más duras. "Los intentos de detener la migración reforzando las fronteras nacionales e incrementando las detenciones y las deportaciones -como hemos visto en México y en Estados Unidos-, ignoran una crisis humanitaria real y no frenan el contrabando y el tráfico.
Estas estrategias tienen unas consecuencias terribles en la vida y la salud de las personas en tránsito", argumenta Bertrand Rossier. Y aunque podría pensarse que es Estados Unidos el que más está endurenciendo su estrategia, México ha aumentado el porcentaje de deportaciones de centroamericanos. En 2016 fueron 117.990, un 26% más que en 2010. En el mismo periodo, Estados Unidos deportó a México 204.817 migrantes mexicanos, un 43% menos que en 2010.
Médicos Sin Fronteras denuncia además que la mayoría no tiene acceso al estatus de asilo porque son considerados migrantes económicos, "a pesar de tener que padecer algunas de las peores formas de violencia que hay en el mundo". De ahí que exija un cambio en las políticas migratorias: "Resulta ineludible la puesta en marcha de una acción coordinada y urgente que garantice que estas personas en tránsito queden a salvo de la violencia y la persecución, y sean recibidas con protección internacional en lugar de con más violencia. Y que, sobre todo, sean tratadas con dignidad y humanidad".