Lorenzo Silva: "Franco no puede seguir en un mausoleo que glorifica su figura con cargo al Estado"
- El escritor rehabilita la figura histórica del general José Aranguren en Recordarán tu nombre
- Aranguren se negó a sublevar a la Guardia Civil en Barcelona e hizo fracasar el golpe
- Tres años después fue fusilado por orden de Franco por mantenerse fiel a la República
El fracaso del alzamiento militar en Barcelona el 19 de julio de 1936 y la consiguiente supervivencia de la República y la Generalitat de Cataluña durante los tres años siguientes tiene nombres y apellidos injustamente olvidados: José Aranguren Roldán, el general jefe de la Guardia Civil en Cataluña en el momento del estallido de la Guerra Civil, quien se negó a sublevar a sus tropas. Mantenerse fiel a su juramento de lealtad a la República le costaría su fusilamiento tres años después, el 21 de abril de 1939, por orden de Franco poco días después del fin de la contienda con el triunfo del bando nacional.
Su figura, olvidada por la historia, es rehabilitada ahora por el escritor Lorenzo Silva en su nueva novela, Recordarán tu nombre (Destino, 496 páginas, 19,90€), que pretende "recuperar la memoria de las muchas personas dignas a las que las atrocidades de la Guerra Civil pasaron por encima y les destruyeron la vida injustamente".
"Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor". Con estas palabras respondía ese 19 de julio Aranguren (Ferrol, 1875- Barcelona, 1939) a la petición de adhesión a los sublevados que le hacía el general Manuel Goded Llopis, el que fuera su compañero de armas en la Segunda Guerra de Marruecos y ahora jefe del alzamiento en Barcelona, en una llamada telefónica a su puesto de mando en la Conselleria de Gobernación de la Generalitat Catalana, que tenía las competencias de orden público.
En el momento en que Aranguren pronunciaba esas palabras, a juicio de el autor madrileño, también era consciente de que si vencían los sublevados, estaba condenado pues conocía no solo a Goded, sino también a los otros generales sublevados, como Franco y Mola, y sabía que "no iban a tener piedad con él".
"Sin ninguna duda el papel de Aranguren fue determinante para que fracasara la sublevación en Barcelona", sostiene en una entrevista con RTVE.es Lorenzo Silva, que rebate al argumento de que fuera la fuerza revolucionaria del pueblo, galvanizada por los anarquistas en Cataluña, la que parase a los rebeldes -"esa fuerza revolucionaria también existió en Zaragoza pero cayó el primer día porque la Guardia Civil se sublevó y desarmó y neutralizó a esas masas"-. Y, abunda Silva, dos nacionalistas catalanes como Frederic Escofet, entonces comisario general de Orden Público de la Generalitat, y el diputado Rubió y Tudurí, también admiten en sus memorias que "fue la Guardia Civil la que decidió la jornada y, si se hubiera ido con los rebeldes, el golpe habría triunfado".
El olvido de la historia
A juicio del autor, la razón por la que la figura de Aranguren permanece olvidada obedece a que el "digno papel" que jugó "no ha sido del interés de nadie": ni de los vencedores de la Guerra Civil, porque, no solo no se sublevó como otros generales veteranos de Marruecos, sino que hizo fracasar el alzamiento en Cataluña; ni de la izquierda republicana, porque "el relato de un héroe que era un general de la Guardia Civil afea el relato romántico de que fue el pueblo en armas el que salvó la República"; ni de los nacionalistas catalanes, para quienes no es "especialmente reivindicable que la Generalitat la salvara un general gallego".
El autor de La flaqueza del bolchevique confiesa que llevaba tiempo queriendo escribir sobre la Guerra Civil, una temática de la que no cree que haya "muchos libros" sino "muchos malos libros, tanto literaria como históricamente" y "pocas buenas novelas", por lo que el hallazgo de la historia de Aranguren fue lo que le dio el impulso final. A Silva también le agarró la historia de Aranguren porque cuando vio su fotografía vio la cara de su abuelo Manuel, que no fue guardia civil sino guardia de seguridad, "y no lo mataron, pero sí le echaron de la policía y su vida quedó truncada también por la guerra". Una vez iniciada la investigación, para la que contó con la colaboración de sus descendientes después de que su bisnieto le escribiera ofreciéndosela, descubrió que su otro abuelo, Lorenzo, estuvo casualmente en la Guerra de Marruecos bajo el mando de Goded y que fue este el que le convenció de que no dejara el Ejército para marcharse a Argentina, con lo que pudo conocer luego a su abuela y así nacer su padre y luego él.
Entre las cosas que más sorprendieron en su investigación al escritor, que es Guardia Civil Honorario desde 2010 por su contribución a la imagen del cuerpo por, entre otras cosas, sus novelas policiacas protagonizadas por los guardias Bevilacqua y Chamorro, están el descubrir que Aranguren y Franco tuvieron un trato estrecho cuando coincidieron durante unos meses en 1932 en Galicia, el primero como jefe de la Guardia Civil en Galicia y el segundo como mando de la 15ª Brigada de Infantería de Galicia. Con frecuencia cada uno visitaba al otro en su domicilio acompañado de su familia, pero eso no impidió a Franco fusilar a Aranguren tras el triunfo nacional y desoír todas las peticiones de clemencia de la familia: "Cuando Franco ordena que lo fusilen, ordena fusilar a alguien cuyos hijos conoce, conoce a quienes iba a dejar huérfanos".
Franco, el personaje sin piedad
Mientras que para Silva, si bien Goded jugó un papel histórico "nefasto" al dar el golpe que "desestabilizaría" Cataluña para siempre, fue un hombre "notable", "competente" y "con cabeza" responsable de la victoria en la Guerra de Marruecos gracias a su "pensamiento estratégico".
Por el contrario, no encuentra "ningún tipo de redención" para Franco, como demuestra la orden de fusilamiento de Aranguren: "Es una persona sin piedad, es una persona calculadora que incluso pone a otros por delante para él ir seguro. Me parece un ser humano y un personaje histórico absolutamente nefasto, y además era cruel. No trajo nada bueno y le hizo perder medio siglo a mi país. No puedo reivindicarlo de ninguna manera".
En este sentido, el autor de Recordarán tu nombre no puede entender cómo Franco sigue "enterrado en un mausoleo que es la glorificación de su figura sostenida con copiosos fondos públicos" mientras que Aranguren está enterrado como un rebelde que fue condenado y luego "amnistiado como si fuera un delincuente", por lo que aboga por que se revoque la sentencia que se dictó contra él y se "rehabilite su memoria".
Respecto a la iniciativa aprobada por el Congreso la semana pasada para exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, Silva cree que Franco debe ser devuelto a su familia para que lo entierren con el "respeto que deben tener los restos de cualquier otra persona" pero en el entorno familiar "y no permanecer en un monumento que glorifica su figura con cargo a los fondos del Estado". "Yo creo que si este país en algún momento recupera la cordura, eso sucederá, y sucederá sin alharacas. Tampoco hay que hacerlo como un ensañamiento con los restos de un cadáver. un cadáver debe ser sacado respetuosamente y enterrado respetuosamente en otro lugar, pero no debe estar allí", afirma.
Y es que para Silva la razón de que siga existiendo una brecha en España tras la Guerra Civil estriba en que "en lugar de reivindicar a las personas dignas de los dos bandos, que las hubo a miles, España sigue empeñada en reivindicar, o disculpar, sus crímenes y a sus criminales". "Yo conozco muchas personas dignas del bando nacional y algunas están reivindicadas en mi libro. Cuando alguien se comporta dignamente y procura reducir un mal en lugar de causarlo, me da igual la bandera bajo la que sirva, para mí esa persona en la memoria histórica merece respeto y homenaje. Pero cuando una persona en lugar de reducir el daño lo que ha hecho es aumentarlo y encarnizarse con enemigos indefensos, sea cual sea su bandera, para mí no merece ninguna glorificación", sentencia Lorenzo Silva, cuyo libro cree que "repara mínimamente las heridas que deja la historia avasallando a personas dignas y dejándolas enterradas en la cuneta".