Robert Mueller: el jurista íntegro que salvó el FBI tras el 11-S
- Dirigirá la investigación sobre la injerencia rusa en la campaña electoral
- Sirvió con los Bush, padre e hijo, y con Barack Obama
- Dotó al FBI de más medios antiterroristas y mejor coordinación con otras agencias
El nombramiento de Robert Mueller como investigador especial para analizar la supuesta injerencia rusa en la campaña electoral de Estados Unidos es posiblemente la primera decisión de la administración Trump que ha sido bien recibida por los demócratas.
Mueller, de 72 años, fue director del FBI durante los mandatos de los presidentes George W. Bush (republicano) y Barack Obama (demócrata). Es la persona que más tiempo ha durado en el cargo después de J. Edgar Hoover. Obama reformó la ley para permitirle seguir dos años más después de superar el límite de 10 años.
Dentro del Departamento de Justicia es conocido por su rectitud y por haber regresado a la justicia ordinaria durante un corto periodo tras abandonar las altas esferas.
Larga trayectoria en Justicia
Antes de convertirse en jefe del FBI en 2001, tan sólo una semana antes de los atentados del 11-S, Mueller había acumulado una larga carrera tanto en el sector privado como en la administración.
Graduado en la Universidad de Princeton, máster en la de Nueva York y doctor por la de Virginia, Mueller fue jefe de la división criminal del Departamento de Justicia con Bush padre. Entre sus casos más famosos se encuentran la investigación del atentado de Lockerbie y la acusación por narcotráfico contra el dictador panameño Manuel Noriega.
Tras la marcha de Bush, regresó al ejercicio de la justicia ordinaria y fue fiscal de Homicidios en Washington DC. "¿De repente estaba haciendo crimen callejero? Crimen callejero, literal. Es inagotable. Es la encarnación de la integridad", ha explicado al New York Times Preston Burton, un abogado que conoció Mueller en aquella época.
Reformador del FBI
Pero el principal logro que se atribuye a Mueller es el de haber "salvado" el FBI tras los atentados del 11-S en Nueva York y Washington.
Ante los evidentes fallos de seguridad e inteligencia, muchos abogaron por cerrarlo. Mueller se opuso y modernizó el FBI: dedicó más recursos a las operaciones antiterroristas y mejoró la cooperación con otras agencias federales.
Mueller forjó una buena relación con el que sería su sustituto en el FBI, James Comey, cuando este último era vicefiscal general. En 2004, ambos amenazaron con dimitir cuando la administración de George W. Bush intentó restablecer un programa de escuchas sin orden judicial que el Departamento de Justicia había considerado inconstitucional.
Su salida del FBI coincidió en el tiempo con la filtración masiva de Edward Snowden sobre programas de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a millones de personas dentro y fuera del país, unos programas que según Mueller evitaron al menos una docena de atentados terroristas.
Mueller sirvió en las Fuerzas Armadas, concretamente en el Cuerpo de Marines, y recibió varias condecoraciones tras combatir en Vietnam.