Los divertidos monstruos de una niña de cinco años
- Oriol Malet y su hija Mariona publican el cuento ilustrado Mariona y sus monstruos
- “Este libro es un canto a la creatividad innata del ser humano”, asegura
La única manera de vencer a los monstruos de cada uno es enfrentarse a ellos. Y no hay mejor forma de hacerlo que con imaginación y creatividad. Por ejemplo, si eres una niña de cinco años, lo mejor es dibujarlos. Y si tu padre es un artista convertirá esos dibujos en una maravilla que no nos dará ningún miedo. Ese es el punto de partida del cuento Mariona y sus monstruos (La Galera), realizado a cuatro manos por Oriol Malet (Martorell, 1975) y su hija Mariona (2012).
“Mariona y sus monstruos es un canto a la creatividad innata del ser humano –asegura el autor-. Todos los niños son artistas, y además no tienen claros los límites entre realidad y ficción o entre belleza y fealdad. Con ese planteamiento de base imagino una historia inspirada en hechos reales, donde las pinturas de una niña salen de la pared en forma de monstruos gamberros, para ayudarle a seguir haciendo de su gamberrada una cosa inmensa y maravillosa”.
Pero… ¿cómo ha colaborado Mariona en el cuento? “Mariona, que acaba de cumplir cinco años, es la inspiración del argumento –asegura Oriol-. Un argumento que parte de anécdotas reales (ese momento en que nuestros ángeles pintan en una pared de forma generosa). También la inspiración estética, puesto que los monstruos los he creado a partir de diseños y dibujos suyos reales”.
“De hecho los dibujos que ella hace en las paredes en el cuento –continúa-, son dibujos reales que ella hizo y que yo escaneé para posteriormente aplicar a las ilustraciones. Las manchas que utilizo para pintar son también drippings suyos que he escaneado y he utilizado para implementar el color. También diseñó las guardas. Y la tipografía que aparece en los créditos y las biografías, están creadas a partir de sus propias letras”.
Una historia para compartir
Lo más curioso es que este cuento es mudo. Casi parece que espera que otros padres e hijos completen la historia: “El libro tenía texto -asegura Oriol-, pero me di cuenta de que si lo eliminaba, la historia se leía igual, pero además adquiría una multiplicidad de dimensiones que me interesaban mucho. Los "silent books" exigen varias lecturas visuales para ser "leídos" de forma inicial, y además ofrecen múltiples relecturas posteriores y en muchas direcciones. De padres a hijos, pero también de hijos a padres, por ejemplo. Dan lugar a posibles juegos creativos, u ofrecen la posibilidad de que un niño que no sabe leer pueda "leer" el libro a su modo y a solas, si lo prefiere”.
También es un libro que nos invita a deleitarnos con sus fabulosas ilustraciones: “Sí, la calma es importante aquí –asegura el artista-. Y es buscado. En un mundo donde el niño recibe una cantidad brutal de información visual que a veces satura, reivindico la observación pausada. Lo hago, por ejemplo, situando todas las dobles páginas en el mismo entorno, en el mismo encuadre, el pasillo. Excepto en la última, donde cambio para dar resolución a la historia”.
“Pero me interesaba –continúa- buscar el efecto de obra de teatro o escenario de marionetas, donde todo ocurre en el mismo encuadre. Así nos centramos en las pequeñas cosas y detalles, vemos como se crean los personajes, se desplazan, se relacionan... Es visual y reflexivo, aunque a priori se tenga la sensación de que no ocurre nada”.
Mariona y sus monstruos
Pero... ¿cómo es la auténtica Mariona?: “Es mi hija mayor –asegura Oriol-, y como todos los niños de su edad tiene una imaginación desbordante. Ella además es muy extrovertida y lo exterioriza todo constantemente, de forma verbal, mediante el juego, las artes plásticas, la música, la danza. Es una bomba expresiva que tiene todos los medios a su alcance para poderse expresar. En casa el hecho artístico es una rutina para ella, no es algo especial, es lo habitual”.
En cuanto a los monstruos: “Aparecieron en casa cuando llegó el miedo -asegura Oriol-. De repente nos sorprendió que Mariona tuviera miedo de la oscuridad, empezó a tener pesadillas. La cosa empezó a ser "preocupante" porque el miedo la condicionaba a la hora de hacer según qué cosas, de moverse libremente por la casa”.
“Soñaba con monstruos –continúa-, y como nos explicaba exactamente como eran, decidimos usar el poder terapéutico del arte, propusimos que los dibujara, y funcionó. El hecho de materializar una ficción, de aprender lo que es la abstracción, hizo que el miedo desapareciera y diera lugar a la creación”.
“De repente –añade Oriol- todo lo que le inquietaba o no entendía lo intentaba dibujar. Y los monstruos ya nunca han desaparecido de casa, solo que ya no dan miedo, esos son los que aparecen en el libro, es Mariona aceptando a sus monstruos tal cual son, ¡que no es poca cosa!”.
Un homenaje a los libros y a grandes pintores
Una de las cosas más curiosas del álbum es que en todas las ilustraciones aparecen libros, y siempre son libros de arte. “Es un homenaje al libro, al libro de arte, y una invitación a otros padres para que les lean de todo a sus hijos –confiesa Oriol-. Y es también cierto guiño con sentido del humor. Yo le leo a mis hijas (Mi otra hija, Gal·la, también sale en el libro) libros de artistas con el mismo entusiasmo que cuando le leo sus libros infantiles. De ese modo no solo se interesa por la cultura, sino que aprende jugando y lo situa todo al mismo nivel, lo interioriza”.
“Durante un tiempo –continúa- dibujaba monstruos y decía que se parecían a Miró, que eran monstruos mironianos, Luego le enseñé que Pollock hacía una cosa tan chula como hacer chorrear y salpicar la pintura sobre sus lienzos, y a parir de ahí empezó a decir que pintaba sus dibujos con la técnica del dripping, muy expresiva e interesante, pero que da lugar a situaciones familiares embarazosas; lo dejan todo hecho un desastre. Y así sucesivamente con otros artistas. Eso me dio la idea de mezclar los monstruos con pintores”.
Pero no es lo único curioso, porque esos libros no son de artistas que hayan influido a Oriol: “No, y ahí está el guiño sarcástico, en realidad son pintores de los que yo siempre había renegado y que solo empecé a valorar hace muy poco tiempo. Los tenía como pintores muy aburridos, en especial el caso de Rothko. Pero llega Mariona y te convierte un Rothko en un monstruo divertidísimo y grotesco de mil dientes y ojos saltones. Me pareció genial, no se me habría podido ocurrir a mí nunca”.
“En este libro –continúa- sí se nota una de mis influencias, el ilustrador Ralph Steadman. Ese estilo me fue perfecto para fusionar los dibujos de Mariona y los míos y que funcionara, la línea sucia, irregular, el uso indiscriminado y anárquico del color, que son manchas aplicadas de forma muy poco académica y muy visceral, etc”.
Un cuento pintado
Destacar la enorme importancia del color en este cuento: “El color –asegura Oriol- lo uso a varios niveles. Ese modo de pintar iba perfecto para fusionar mi grafismo y el de Mariona. Pero por otro lado el libro empieza sin color, con líneas desnudas que dejan el blanco del papel. A medida que Mariona va creando, el color va apareciendo, y es cada vez más presente hasta el final, en una doble página que es una orgía de color donde las formas cuestan incluso de identificar a causa de la borrachera cromática”.
“Y al final –continúa- lo uso de forma simbólica, cuando aparece el padre (yo), el padre no ve a los monstruos, solo ve un montón de manchas que han ensuciado su pared, y se enfada, En esa doble página elimino las líneas, que son las que dibujó Mariona y las que dan forma a los monstruos. En cambio, en la última página es al revés, no hay mancha, solo a línea que dibujan los monstruos, ella no tiene consciencia de haber manchado nada, solo de haber creado su universo, con el que se deja acompañar en la soledad, para no estar sola”.
Por último, Oriol Malet nos avanza sus proyectos: “Ahora estoy de lleno realizando un cómic con John Carlin para el mercado franco belga. No sé si haré más libros infantiles, lo que tengo claro es que ahora le "debo" un libro a Gal·la, mi otra hija, aunque no sé si lo haré sobre algún aspecto actual, infantil, o reflexionando sobre otras etapas futuras. Actualmente me está interesando mucho refleixonar sobre la adolescencia, seguro que en unos años tendremos material de sobras para proponer libros sobre ello, y deseo que no sea demasiado dramático, créeme”.