Aprender a leer de adulto provoca cambios profundos en el cerebro
- Reorganiza estructuras cerebrales profundas en el tálamo y el tronco encefálico
- Estas partes adaptan su actividad a la de la corteza visual en la lectura
- Cuanto más tiempo se sincronizan ambas regiones del cerebro, mejor se leerá
La lectura es una habilidad tan nueva en la historia evolutiva del ser humano que no tiene una base genética. Aprender a leer supone un reto para el cerebro y los efectos que tiene en este a medida que se aprende a leer son enormes, aun cuando somos adultos. Esa es la conclusión a la que llega un estudio publicado en la revista Science Advances, que ha descubierto qué cambios ocurren en el cerebro adulto cuando personas completamente analfabetas aprenden a leer y escribir.
Cuando aprendemos a leer, en el cerebro se produce una especie de proceso de reciclaje: áreas desarrolladas para el reconocimiento de objetos complejos, como rostros, se dedican a traducir letras al lenguaje. Algunas regiones de nuestro sistema visual se convierten así en interfaces entre los sistemas visuales y de lenguaje.
Estudios previos habían mostrado que este aprendizaje modifica la corteza, la zona más superficial del cerebro, pero esta investigación realizada por el Instituto Max Planck de Psicolingüística, de los Países Bajos, postula que también sufren cambios otras estructuras como el tálamo y el tronco del encéfalo.
El fenómeno relativamente joven de la escritura humana, por lo tanto, cambia las regiones cerebrales que son muy viejas en términos evolutivos y partes fundamentales de ratones y otros cerebros de mamíferos.
El cerebro se reorganiza hasta lo más profundo
Para realizar su investigación, los científicos trabajaron con personas de India, sobre todo mujeres en torno a los 30 años, en un país en el que un tercio de la población es analfabeta. Tras varios meses, vieron que los cambios en la corteza cerebral efectivamente se producían, pero también observaron que el proceso de aprendizaje llevaba a una reorganización que se extendía a estructuras más profundas.
"Estas estructuras profundas en el tálamo y el tronco encefálico ayudan a nuestra corteza visual a filtrar información importante del flujo de entrada visual, incluso antes de que conscientemente lo percibamos", detalla.
Curiosamente, parece que cuanto más se sincronicen los tiempos de señal entre las dos regiones cerebrales, mejores serán las capacidades de lectura. "Por lo tanto, creemos que estos sistemas cerebrales mejoran cada vez más su comunicación mientras los estudiantes se vuelven más y más competentes en la lectura", explica el neurocientífico. "Esto podría explicar por qué los lectores experimentados navegan más eficientemente a través de un texto".
"La trascendencia social de este tipo de investigaciones es enorme. Miles de millones de adultos son completamente analfabetos en todo el mundo, pero además en los países occidentales como en Estados Unidos hay millones de iletrados funcionales, esto es, personas a las que les es difícil leer incluso oraciones muy simples", dice Huettig.
"Necesitamos entender cómo de flexible es el cerebro adulto para adquirir una capacidad muy compleja como es leer en la vida adulta, para poder crear programas de alfabetización con mejor probabilidad de tener éxito para ayudar a esa gente", agrega.
Leer y escribir, una invención cultural reciente
Desde la perspectiva de las investigaciones, el significado de este estudio también es "muy interesante". "La escritura es una invención cultural muy reciente si miramos a la historia evolutiva de nuestra especie. Las primeras escrituras fueron inventadas hace menos de 6.000 años. Eso significa que no hay un área de lectura o una red de lectura específica en nuestros genes", señala el investigador.
Para él, ver cómo las invenciones culturales han cambiado las funciones y las estructuras cerebrales ayuda a comprender cómo funciona el cerebro a un nivel básico.
Los resultados también pueden tener consecuencias para las investigaciones sobre la dislexia. Una de las posibles causas para el déficit básico observado en las personas con dislexia ha sido atribuida a disfunciones en el tálamo, pero para los investigadores ese tema debe revisarse ahora.
"Como encontramos que solo unos pocos meses de lectura pueden modificar el tálamo, tenemos que escudriñar esa hipótesis", sostiene Huettig.
Los investigadores ahora planean un estudio que directamente compare la adquisición de la capacidad de lectura en la infancia y en la edad adulta y han comenzado un trabajo para evaluar el aprendizaje de habilidades matemáticas.