Susanna Tamaro: "El mundo de hoy convierte a los niños en pequeños cínicos y eso es horrible"
- RTVE.es entrevista a la autora, que publica La tigresa y el acróbata
- Su nuevo libro es una fábula para adultos y su "testimonio espiritual"
Susanna Tamaro (Trieste, Italia, 1957) vive en una casa de campo en Porano, a hora y media de Roma, rodeada de animales y alejada del mundanal ruido de la sociedad moderna. Para ese mundo convulso va dedicada su última obra, La tigresa y el acróbata (Seix Barral, 224 páginas, 18€), una fábula para adultos protagonizada por una tigresa con la que la escritora se siente "completamente identificada" porque, al igual que ella, siempre ha "buscado la libertad".
"Vivimos en un mundo de narraciones, estamos llenos de historias en la televisión o en internet, pero son historias vacías de entretenimiento. Las historias deben tener un nivel más profundo y nutrir el alma y para eso la fábula es el instrumento más adecuado", justifica en una entrevista con RTVE.es la autora, que añade que su nuevo libro representa su "testimonio espiritual, las reflexiones de una vida entera sobre su vida".
Comparada, inevitablemente, por la crítica italiana con El Principito, de Saint-Exupéry, aunque ambas "tienen que ver con el alma y hablan a los adultos", la tigresa es un personaje "más complejo" que el pequeño príncipe y, por tanto, "más rico", según su creadora, que reconoce que este es el libro "más difícil" que ha escrito jamás, hasta el punto de haberlo dejado parado incluso durante un largo año.
La tigresa y el acróbata narra la vida de una tigresa desde su nacimiento, pasando por la temprana pérdida de su madre en la Taiga de Siberia hasta una amistad fortuita con un chamán que la enseña a regirse por la sabiduría del corazón. Una historia alegórica sobre un alma libre y el largo viaje que a veces debemos emprender para encontrar de nuevo el camino de regreso a casa.
El animal sin enemigos
Para la autora de Donde el corazón te lleve (1994), la novela que la catapultó a la fama, convertir en protagonista de su fábula a una tigresa surgió "de manera natural", ya que es un animal al que se siente "muy cercana": "Soy solitaria y tal vez aristocrática en el sentido de que tengo cierta lejanía de lo que me rodea, y practico artes marciales desde los 30 años y cuando se practican el animal al que uno quiere parecerse es al tigre", explica Tamaro, quien este domingo firmó ejemplares de su novela en la Feria del Libro de Madrid ataviada con una camiseta de tigre.
Cree que tigre y hombre se parecen porque ninguno de ellos tiene enemigos, aunque considera que los hombres "odian" al gran felino porque prácticamente los han exterminado, lo que cree que obedece a un sentimiento de "envidia". "Destruir lo bonito es muy característico de nuestra civilización", sostiene.
"Los animales se matan entre ellos solo para comer, pero nosotros ¿por qué matamos? Viven en armonía con la vida; nosotros no", afirma la autora de 59 años, este lunes ataviada con una chaqueta con aves estampadas, que vive rodeada de animales y que asegura que siempre le ha fascinado su autosuficiencia, cómo se mueven o cómo te miran. "Cuanto más vivo con ellos, más cuenta me doy de que no conocemos nada de los animales".
Así, la también autora de Escucha mi voz (2007) confía en que su fábula pueda servir a los lectores a hacerles un poco más libres y para "aprender a mirar las cosas de forma distinta, con los ojos del corazón y no de la conveniencia y el conformismo".
Perseguir los sueños
Su tigresa decide no seguir el camino marcado para ella por otros y perseguir su sueño, una recomendación vital que Tamaro siempre hace a todos los niños. "A los niños siempre les digo que tienen que tener un sueño y luchar por ese sueño. Eso es fundamental porque el mundo de hoy en día es tremendamente cínico y tenemos niños que se convierten en pequeños cínicos, y eso es horrible", afirma la autora, que cree que el cinismo es sin duda uno de los "grandes males" que atenazan a nuestra sociedad.
"Hemos destruido la infancia y transformado a los niños en pequeños hombres crueles y cuando se destruye esto, se destruye la sociedad en su conjunto, y el futuro. ¿Qué sociedad van a poder construir estos niños? Ya no tenemos la capacidad de comprometernos, de llevar a cabo esfuerzos, ha desaparecido el silencio. Son todos factores que están relacionados con la manera en que funciona nuestro cerebro, porque durante millones de años ha funcionado así y ahora en 20 años ha cambiado todo. Y esto es algo tremendamente peligroso. Ahora, si se pone un dedo en una tablet se obtiene inmediatamente respuesta y para los niños esto es malísimo porque es como tener casi una varita mágica, pero no es real. Cuando se dan cuenta de que la vida real no es así, se produce la frustración y la desesperación y es un cambio tremendamente complicado de gestionar", reflexiona la autora italiana descendiente de Italo Svevo.
Para poner remedio a esta situación, la también cineasta y guionista cree fundamental tener "conciencia" de este problema y "tutelar y cuidar" de los niños. En este sentido, cree que muchos padres y tutores tienen esa conciencia pero esta no existe a nivel gubernamental: "Piensan que si los niños ocupan el tiempo con una tablet es bueno porque es síntoma de modernidad, pero al cabo de unos años será una catástrofe total".
Esa modernidad, convertida en ciberacoso a los niños y jóvenes a través de las redes sociales, también "angustia" a Tamaro. "Es algo tremendo para mi generación. Si me hubiesen contado que cuando tuviese 60 años las niñas serían víctimas de este tipo de bullying, no me lo habría creído. Las mujeres hemos dado un paso atrás porque únicamente se ocupan de su aspecto físico. Hay que ser muy delgada o te encuentras fuera de la sociedad, y eso es tremendo. Se levantan antes para estar perfectas y maquillarse para ir al colegio. Hay un lavado de cerebro increíble, sobre todo para las chicas", se lamenta la escritora, que exige alguna forma de control de este fenómeno para dar un uso positivo a estos avances tecnológicos y que las redes sociales no sean un "río de basura" empleadas para "pegar gritos y compartir episodios violentos".