La energía provocadora de Lee Lozano
- El Museo Reina Sofía presenta una retrospectiva de esta artista innovadora
- Lozano exploró las energías vitales con pinturas y dibujos desafiantes
- La autora rompió con todo en 1972 y es una figura "injustamente olvidada"
Fiel a su espíritu libre, Lee Lozano (New Jersey,1930-Dallas,1999) decidió apartarse de todo, y renegó del arte al estilo de autores desencantados como Baudelaire o Duchamp. Esta huida del mundo en 1972 ha provocado que su figura sea “insuficientemente conocida”, como recalca Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía.
La genialidad de Lozano-y sus rarezas- se concentran en una breve carrera, de tan solo doce años, en los que esta artista "díscola, incisiva y transgresora" mostró su obsesión por la energía, la ciencia y el erotismo, unas temáticas que recorren toda su obra.
Estas obsesiones son fruto de los tiempos que le tocó vivir: la América de los años 60, en plena efervescencia política y social, abierta a nuevas vía de experimentación.
El Museo Reina Sofía recupera el trabajo de esta autora rompedora en la exposición "Lee Lozano. Forzar la máquina" (Hasta el 25 de septiembre), en la tradición de la pinacoteca por revisitar la obra de autores “injustamente olvidados”.
La muestra engloba 150 obras entre pinturas y dibujos y es una de las escasas retrospectivas que se han levantado sobre esta artista de la contracultura norteamericana.
“Tiene momentos de altísima intensidad. Tiene mucho interés por la ciencia, por esta filosofía de lo lúdico, del placer por el placer, influida por el contexto. Ella piensa que las piezas más impactantes que puede hacer están estrechamente ligadas a su vida. (…) Lee Lozano está en permanente búsqueda de las energías vitales”, señala a RTVE.es, Teresa Velázquez, que junto a Manuel Borja-Villel comisaria la exposición.
En su deserción, la pintora dejó abandonado su trabajo que fue rescatado por una pareja de amigos en Nueva York. Gracias a su labor, podemos disfrutar de su legado disperso por diferentes instituciones culturales de EEUU.
El trabajo del Reina Sofía ha sido ingente. Durante cuatro años han recopilado las obras y han recurrido como indispensable fuente de documentación a los cuadernos personales de la pintora, plagados de citas con letra minúscula, reflexiones sobre la ciencia, el onanismo o acerca de su intensa vida, que arrojan algo de luz sobre sus motivaciones.
Pulsión erótica
La primera etapa artística de Lozano es plenamente figurativa y se aprecia el lado más salvaje herencia de la Escuela de Chicago. Este periodo es post-surrealista y muestra su interés por lo grotesco y lo abyecto. La pulsión erótica, que también plantea como forma de energía creativa, nutre imágenes repletas de cuerpos fragmentados como bocas lascivas con amplias sonrisas, dientes, penes erectos, pechos y vaginas, en dibujos a carboncillo cargados de sarcasmo.
“Es una sexualidad corrosiva en la que se entrecruzan zonas erógenas con elementos de energía. Un mundo disfuncional donde el placer no tiene propósito”, relata la experta.
Esta calculada irreverencia le sirve para realizar un descarnado ataque a todas las instituciones que guían la conducta social de la época: del matrimonio a la religión.
De este tiempo (1962) también datan sus "Subway Series" que recurren al lenguaje de la publicidad para hacer referencia a la cosificación del cuerpo. Usa las cantinelas de los anuncios con un mensaje obsceno y desvergonzado sobre la incitación al consumo.
Asimismo, la artista incorpora a su obra aviones que se introducen en una oreja y salen por la boca en una metáfora que representa la circulación de la energía, en palabras de la comisaria.
En 1964, se produce una primera vuelta de tuerca en su proyecto artístico. Su paleta vira hacia colores más austeros, y comienza a representar máquinas y herramientas que se pueden utilizar y se autogestionan energéticamente.
Poco a poco, Lozano, que también posee formación científica, va quemando etapas y gira hacia la abstracción: sus creaciones se zambullen en el minimalismo y la conceptualidad.
Los colores provocan emociones en las “pinturas de energía” donde juega con figuras geométricas, en una labor de gran precisión basada en cálculos matemáticos.
“Cuando empieza con la abstracción le interesa la cuarta dimensión, en el sentido de que transgrede el espacio y está más allá de lo que uno ve, de la fusión con lo cósmico. Las abstracciones son bastante impresionantes porque son de formato grande: pinta cohetes que atraviesan el espacio en los que la materia deja penetrar la energía”, explica Teresa Velázquez.
En 1967 arrancaría la que se constituiría como su obra cumbre: las "Wave series" ("Serie de ondas"). Un conjunto de once pinturas que representa una sola onda electromagnética en una fusión entre arte y ciencia.
Las ondas fueron realizadas en un estado de conciencia alterada bajo los efectos de las drogas. Lee Lozano recurría a la marihuana para construir cada trabajo de una sentada durante periodos de unas 50 horas. El resultado supuso un hito. Gracias a su empeño fue expuesto en el Whitney Museum de American Art en 1970, todo un logro para una mujer artista en esa época y lugar.
La espectacular "Serie de ondas" se encuentra localizada en la última sala de la exposición. Los lienzos están de pie en un espacio oscuro que sumerge al visitante en una observación detallada de estas hipnóticas composiciones que invitan a la introspección. Por primera vez, la serie se expone estructurada de la forma en la que deseó la autora.
“Su última pintura le lleva 52 horas y cuenta con 192 ondas, algunas casi imperceptibles. Es como un lápiz que cruza todo el lienzo y tiene 192 ondas perfectas. Ella lo que quiere es tocar fondo para vivir su vida y su arte de forma más profunda”, argumenta la comisaria, que señala que Lee Lozano recurría a las drogas no como "escapismo" si no para forzar los límites del arte.
Paralelamente a las ondas, Lee Lozano pergeña sus “piezas lingüísticas” que la sitúan a la vanguardia del arte conceptual.
Son textos en los que se marca instrucciones autoimpuestas, en las que ya avanza su ruptura con la sociedad. En los manuscritos, traducidos por entero en la muestra, la artista señala su intención de hacer huelga total y no acudir a ningún evento artístico o toma la polémica decisión de boicotear a las mujeres y dejarles de hablar durante un mes como experimento.
Su evolución llega al límite en la Pieza de la deserción (1970-72), un último trabajo que le llevó a alejarse de todo, dejando atrás un legado transgresor y desafiante.
“Parafraseando a Susan Sontang ella sintió que el arte solo puede ser logrado si se abandona”, puntualiza Velázquez sobre la contradictoria y misteriosa trayectoria de Lozano.