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Los expertos contradicen a Trump y prevén perjuicios en la economía estadounidense a largo plazo

  • El presidente de EE.UU. alega que el acuerdo de París perjudicaría el empleo, la industria de combustibles fósiles y el crecimiento económico
  • No contempla la inversión en renovables, un potencial de creación de empleo
  • La industria agroalimentaria, una de las más perjudicadas a largo plazo
  • Trump se enfrenta a algunas de las compañías y petroleras más importantes

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Trump justifica su rechazo al Acuerdo de París en la economía estadounidense

Donald Trump está decidido a derribar el legado de Barack Obama, entre otras muchas más cuestiones, sobre el cambio climático. La economía estadounidense es su principal argumento para abandonar el Acuerdo de París, alegando supuestos perjuicios del mismo a los empleos estadounidenses o a las industrias del carbón y el petróleo. Sin embargo, diversos estudios científicos muestran que los efectos de no luchar por el medio ambiente puede suponer pérdidas económicas mucho mayores, mientras que algunos de los empresarios más importantes del país se han sumado a la condena global por la decisión que Trump emitió el jueves.

“Estados Unidos cesará toda la aplicación del acuerdo no vinculante de París y las draconianas cargas financieras y económicas que dicho acuerdo impone a nuestro país”, alegó el presidente, que lleva cuestionando el cambio climático desde que era candidato a la Casa Blanca, asegurando incluso que se trataba de un “invento” de los chinos.

Para él, el acuerdo encierra a EE.UU. en una “camisa de fuerza” y que perjudicaría especialmente a la industria del carbón y del petróleo, que sofocaría el crecimiento económico de EE.UU. y que redistribuiría la riqueza y los puestos de trabajo a otros países competidores.

¿En qué se basa Trump?

Más allá de las interpretaciones que el presidente estadounidense ha hecho de ciertos estudios científicos para cuestionar el cambio climático, Trump se ha referido recientemente a un informe de la American Council for Capital Formation, que indica que el pacto de París supondría “la pérdida de 2,7 millones de trabajos para 2025”, de los cuales 440.000 trabajan en industrias manufactureras. El estudio también asegura que, para 2040, EE.UU. habría perdido 6,5 millones de puestos de trabajo del sector industrial, tres trillones de pérdidas de producción económica y unos 7.000 ingresos menos en las economías domésticas.

La apuesta de Estados Unidos por el petróleo se hizo evidente a partir de enero de 2016, cuando el país comenzó a exportar crudo a otros países sin las restricciones que ha tenido durante cuatro décadas. Un año después, ya como presidente, Donald Trump resucitó la construcción de los oleoductos que había prohibido Obama durante su mandato.

Por estas cuestiones, Trump está decidido a proteger la industria nacional del petróleo y el carbón, lo cual podría tener beneficios en la economía estadounidense a corto plazo, según los economistas, pero no, aseguran a medio y largo plazo.

Las renovables, un potenciador del empleo

Pero, si bien es cierto que hay un gran número de empleados que trabajan para las industrias tradicionales de energías fósiles y de petróleo, el Departamento de Energía de EE.UU. ha afirmado que el sector de las energías renovables está viviendo un “boom” gracias al crecimiento en torno al 25% del empleo en las plantas solares y del 32% en parques eólicos en 2016.

La perspectiva económica a largo plazo permite deducir que la industria renovable es un buen nicho de mercado para generar empleo, a pesar de que Trump todavía no se ha referido a ello en sus análisis y no ha planeado incluir la innovación en estos sectores para adaptarse a las nuevas regulaciones.

Sí que lo ha hecho China, cuyo gobierno está decidido a que el porcentaje de energía no obtenida de fuentes fósiles sea del 20% para 2030. Para ello, el país asiático necesitará trabajar en sus instalaciones de energía solar, eólica y nuclear, un proceso que ya está en marcha.

Sin embargo, uno de los temores de Trump es que China e India acaparen más trabajo relacionado con el curdo, así como construir más plantas petroleras en detrimento de la economía estadounidense.

“El acuerdo (de París) no elimina los trabajos en la industria petrolera; simplemente los transfiere fuera de América y de Estados Unidos hacia regiones extranjeras”, aseguró el presidente durante una entrevista.

Lo que no ha contemplado es, precisamente, que el potencial económico de las industrias renovables pueda acabar en manos de otros países más comprometidos que EE.UU. contra el cambio climático, ya que Trump no está dispuesto a potenciar sus propios recursos en este terreno. Y esto es lo que ya le advirtió uno de los asesores económicos de Trump, Gary D. Cohn: “El petróleo ya no va a tener mucho sentido como materia prima”.

Los daños del cambio climático a la economía a largo plazo

La revista Nature ha difundido recientemente un estudio de la Universidad de California en Berkley y de Stanford que estima que el cambio climático tendrá serias consecuencias para la economía global a largo plazo y asegura que “reducirá los ingresos globales un 23% para 2100 y contribuirá a incrementar el desequilibrio global, según los escenarios a los que afecte más el cambio climático”.

Porque, aunque los efectos serán posiblemente diferentes en los distintos países alrededor del mundo, los investigadores estiman que tan sólo en Estados Unidos el PIB entre 2016 y 2099 será un 36% menor si la tendencia del cambio climático continúa, en comparación con un mundo en el que la temperatura se estabilice a niveles normales.

Porcentaje del PIB en la economía de los países en 2099, en comparación con 2016.

 OpenStreetMap

Éstos son, desglosados, algunos de los efectos negativos que podrá sufrir Estados Unidos en su economía si el mundo no logra sus objetivos respecto al cambio climático, estimados por la Union of Concerned Scientist (unión de científicos preocupados):

  • Pesca amenazada: el aumento de las temperaturas de los océanos, así como la acidificación de sus aguas está alternando los ecosistemas acuáticos, perjudicando la industria pesquera, que en Estados Unidos. Las aguas más cálidas están interrumpiendo la pesca y empujando a los bancos de peces hacia el norte, mientras que la acidez del mar impide el crecimiento del marisco.
  • Aumento del precio de los alimentos: Uno de los efectos más evidentes del cambio climático es la sequía en los ecosistemas e influyen directamente en la producción agraria y ganadera. En 2012, la sequía redujo en Estados Unidos la producción del maíz, lo que aumentó el precio de estos alimentos. Pero también afectó al ganado, que se alimenta de estos vegetales, y supuso un aumento en el precio de la carne.
  • Mayores costes de energía: Las plantas de combustibles fósiles o nucleares necesitan agua para su enfriamiento. En 2012, la sequía provocó que la central nuclear de Millstone proporcionara la mitad de electricidad en Connecticut y fuera obligada a cerrarse por dos semanas porque el agua del mar estaba demasiado caliente.
  • Perjuicios al turismo: Uno de los efectos del cambio climático estimado por los científicos será la erosión de las playas, incluyendo también las más populares, como las de Florida, influyendo así directamente en los ingresos turísticos.
  • Daños y recortes económicos por los desastres climáticos: La tendencia del ascenso de las temperaturas y el cambio climático pueden aumentar el número de catástrofes naturales, como huracanes y tornados, que pueden suponer la pérdida de vidas y también la inversión de enormes cantidades de dinero para reparar los daños.

¿Qué opinan las empresas?

Si los argumentos de Trump para no involucrarse en la lucha contra el cambio climático ha tenido fervientes adeptos y detractores por igual, también hay división entre los empresarios. Elon Munsk, el director de Tesla Motors (una de las principales compañías automovilísticas que está apostando por la energía eléctrica) y cofundador de Space X, entre otras grandes compañías, anunció que si Trump decidía abandonar el acuerdo de París, “no tendría más opción” que dejar de formar parte del Foro Estratégico y Político de la Casa Blanca y, por lo tanto, asesor económico de Trump.

A su rechazo a la decisión de Trump se han sumado también 28 de las compañías estadounidenses más importantes, la mayoría concentrada en Silicon Valley (el lugar por excelencia de la innovación tecnológica). Entre ellas, Apple, Facebook, Gooble y Microsoft.

El director de General Electric, Jeff Immelt, ha mostrado en la red social Twitter su descontento con la decisión del presidente estadounidense y ha asegurado que “el cambio climático es real” y que “la industria debe ahora liderar y no depender del Gobierno”.

Darren Woods, máximo ejecutivo de la petrolera Exxon Mobil, la mayor del mundo, escribió una carta a Trump a principios de mayo instándole a suscribir el acuerdo, según recoge la BBC. "EE.UU. está bien posicionado para competir con el acuerdo y contar con un sitio en la negociación para establecer las reglas de juego", explicaba.

También, muchos de los mayores actores energéticos del mundo, como BP, Total y Royal Dutch Shell, han invertido miles de millones de dólares en la investigación y el desarrollo de fuentes de energía limpias y sostenibles, mientras que el precio del crudo continúa en aumento.

Ahora, la decisión de Trump perjudica gravemente los esfuerzos de todas estas compañías por adaptarse a las nuevas políticas para preservar el medio ambiente.