Un estudio alerta de riesgo de invasión de especies vegetales en la Antártida
- Se ha centrado en las especies europeas Poa pratensis y Poa annua
- Han sido halladas en el continente antártico, fuera de su rango climático
- Las gramíneas invasoras pueden alterar gravemente el delicado ecosistema
Investigadores del Museo Nacional de Ciencias naturales (MNCN-CSIC) y de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid han descubierto que la gran capacidad de adaptación de ciertas especies vegetales europeas que han penetrado en la Antártida incrementa el riesgo de invasión.
El estudio, publicado en la revista Global Change Biology, se ha centrado en las especies europeas Poa pratensis y Poa annua -conocidas por su gran capacidad de expansión que les hace muy propicias como pasto para campos de golf o de fútbol- halladas en la Antártida, un área fuera de su rango climático conocido.
Miguel Ángel Olalla, investigador de la Universidad Rey Juan Carlos, ha explicado que "las especies de amplio rango de tolerancia climática y una larga historia de coexistencia con el ser humano pueden ser capaces de seguirle donde vaya".
En el caso de ambas especies europeas de gramíneas, "están expuestas a condiciones ambientales distintas a las del resto del mundo y aun así son capaces de soportarlas", ha señalado Pedro Aragón, investigador del MNCN.
Por tanto, el ecosistema antártico puede ser cada vez más vulnerable a nuevas invasiones vegetales que lo transformen y alteren los delicados equilibrios fruto de millones de años de aislamiento, advierte el estudio. Según los investigadores, la expansión de especies vegetales hacia la Antártida puede deberse a que éstas se han adaptado a las nuevas condiciones o a que este potencial ya era inherente a ellas.
Las gramíneas europeas tienen una larga historia de convivencia con la actividad humana y posiblemente están preadaptadas para beneficiarse de las alteraciones antrópicas, así como para dispersarse con la ayuda del ser humano.
Líquenes y musgos
Por ello, los pastos propios de montañas alpinas pueden ser uno de los más agresivos colonizadores de nuevos ambientes fríos como la Antártida, un área del planeta relativamente virgen y hasta hace poco tiempo de difícil acceso.
El continente antártico está prácticamente dominado por líquenes y musgos, debido a sus duras condiciones ambientales y su aislamiento geográfico, y sólo existen dos plantas vasculares nativas, el pasto y el clavel antárticos.