El legado de Martha Graham: la inventora de la danza moderna
- La mítica bailarina y coreógrafa persiguió la innovación durante toda su carrera
- La norteamericana es un referente en la danza contemporánea del siglo XX
- La Martha Graham Dance Company visita el Teatro Real con dos programas
A menudo se califica a la coreógrafa y bailarina Martha Graham como la “Picasso de la danza”. No es un símil fallido. Los dos grandes creadores tienen en común la capacidad de experimentación constante que abrió nuevos caminos creativos. Una premisa que la artista norteamericana aplicó sin tregua a lo largo de su prolífica carrera.
“En mi época de bailarina en los 90 hicimos varias grabaciones para televisión, y ella estaba fascinada con el uso de las cámaras. Estoy segura de que si viviera hoy, le encantaría youtube o instagram”, asegura Janet Eilber, directora artística de la Martha Graham Dance Company y primera figura de la formación durante las últimas décadas de la vida de la creadora, que reivindicaba una férrea disciplina como motor en el trabajo de los bailarines.
Referente de la danza contemporánea en el siglo XX, la revolucionaria Graham se encargó de dinamitar el orden establecido en su arte. La bailarina modernista creó un lenguaje único a través de la mítica “Técnica Graham”, aposentada en un profundo conocimiento del cuerpo humano, que huye del “baile decorativo” y bucea en la expresión pura de las emociones.
El método, que ha influido a grandes figuras de la danza a través del tiempo como Nureyev o Baryshnikov, desarrolla movimientos angulosos basados en la contracción y relajación, que alterna con caídas vertiginosas y giros radicales. “Ella vivía un proceso continuo de perseguir algo e ir un paso más allá cuando lo lograba”, detalla Eilber.
Míticas coreografías en el Teatro Real
La genialidad de la norteamericana, fallecida hace 25 años, es la que inspira al equipo de la Martha Graham Dance Company, la mítica compañía que fundó hace 90 años, cuyo objetivo es mantener su legado y avanzar en nuevas vías creativas.La formación cierra su gira española de celebración de aniversario sobre las tablas del Teatro Real con dos programas distintos (8,10, y 11 de junio).
Es la primera vez que la prestigiosa compañía se sube al escenario del coliseo madrileño, y ofrecerá algunas de las coreografías más emblemáticas de Graham:Ektasis (1933) Chronicle (1936), Deep Song (1937), Cave of Heart (1946), Clytemnestra Act 2 (1958), Diversion of Angels (1948) y Maple Leaf Rag (1990), junto a trabajos de otros artistas contemporáneos como Nacho Duato, Sidi Larbi Cherkaoui y Pontus Lidberg, que han buceado en su técnica.
“Tratamos de buscar coreógrafos con voces muy diferentes a la de ella. Estilos diferentes que estén vinculados a través de las ideas”, señala la directora artística que pilota la formación desde 2005 sin perder la esencia de la fundadora, pero con las miras puestas en las nuevas formas de comunicación.
Como muestra, se han incorporado audio-guías e introducciones habladas a las coreografías para imbuir al espectador en el imprescindible contexto de las piezas. “Es importante porque diversos estudios demuestran que el público no se lee los programas de mano”.
Janet Eilber explica en un encuentro con los medios este martes en Madrid, que Martha Graham nunca le dio indicaciones de cómo llevar la compañía cuando ella desapareciera. “Lo que sí vemos es que los bailarines cambiaban constantemente a lo largo de su carrera, y, como en los Juegos Olímpicos, cada vez tenían más fuerza y los saltos eran más altos en favor de las emociones. Esa es la enseñanza que puedo extraer, que lo físico siempre está al servicio de lo emocional”.
Durante su trayectoria, Martha Graham combinó etapas de abstracción pura, al estilo de Picasso, con piezas modernistas, en paralelo al devenir de las vanguardias en los años 30 del siglo XX.
Un interés al que también incorpora su atracción por la mitología griega, que muestra las emociones sin artificios, o el estudio de la filosofía existencialista que recorre bailes marcadamente oníricos.
Compromiso político y social
El discurso narrativo de esta creadora universal también tiene un fuerte compromiso político y social, en defensa de la mujer o antibelicista, fruto de los tiempos convulsos que le tocó vivir.
Es el ejemplo de trabajos como la desgarradora Deep Song, en la que denunció el drama de la Guerra Civil española; una creación que arrancará el primero de los programas del Teatro Real.
Estrenada en 1937 en Nueva York, la coreografía es un grito de resistencia contra la guerra, donde la tragedia de España se universaliza: “Los bailarines experimentan con la distorsión del cuerpo para expresar la angustia y el horror”, ahonda Janet Eilber.
El compromiso político de la coreógrafa se muestra explícitamente en Chronicle, que nace como reacción al ascenso del fascismo en Europa.Graham había declinado la invitación para participar en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, en rechazo a la persecución nazi contra los artistas judíos. La devastación de espíritu está presente en este alegato antibelicista que sube al escenario a las once bailarinas de la formación, en un recuerdo de cómo “las mujeres encontraron en los años 30 a través de la danza una forma de expresar su fortaleza”.
En paralelo a la preocupación social, el torrente creativo de Martha Graham se extiende a los diseños escénicos y de vestuario, que ella misma realizó o en colaboración con artistas como el escultor Isamu Noguchi, que firma los diseños de Clytemnestra y Cave of Heart que se bailarán en el escenario del Teatro Real de Madrid; la coreógrafa profesaba devoción por la estética oriental que impregna gran cantidad de sus obras.
La bailarina ideó 181 coreografías y fiel a su espíritu indomable, declaró en una de sus últimas entrevistas antes de fallecer a los 97 años su intención de seguir innovando:“Nunca pienso en las cosas que hice; solo en las cosas que quiero hacer, en las que todavía no he hecho”.