Enlaces accesibilidad

Saracho se va cuatro meses después sin haber salvado al Popular

  • Fue elegido como sustituto de Ángel Ron el pasado 1 de diciembre
  • Emilio Saracho no tomó posesión de su cargo hasta el 20 de febrero
  • En abril veía al banco abocado a una ampliación de capital o fusión
  • También subrayaba que merecía la pena luchar por la entidad

Por
Una imagen de archivo de Emilio Saracho
Una imagen de archivo de Emilio Saracho.

Emilio Saracho, presidente del Banco Popular hasta este miércoles, deja su cargo menos de cuatro meses después de haber accedido a él sin haber cumplido los objetivos de futuro que se marcó para la entidad, que pasaban por una nueva ampliación de capital o por una fusión que ofreciera un precio justo por el banco, y que ha acabado siendo vendido al Banco Santander por un euro tras ser intervenida por parte de las autoridades europeas.

Este mismo martes, el Banco Central Europeo (BCE) declaró la entidad inviable y encomendó a la Junta Única de Resolución -el mecanismo europeo encargado de intervenir tras la unión bancaria- que subastara el banco al mejor postor y sin que costara un euro al erario público en lo que supone la primera operación de autorrescate (bail-in) que se acomete en la zona euro. Esto significa que la entidad se sanea con los fondos de accionistas y bonistas, pero no con el dinero de los contribuyentes.

Todo ha ocurrido pocos días después de que enviara una carta a los trabajadores del banco en la que reconocía que la entidad se encontraba en una "situación difícil", pero en la que aseguraba que se trabajaba "en diferentes alternativas".

Menos de cuatro meses en el cargo

Saracho fue elegido como sustituto de Ángel Ron en la presidencia del Popular el pasado 1 de diciembre, pero no tomó posesión de su cargo hasta el 20 de febrero. En su última comparecencia antes de abandonar la entidad, durante la presentación de los resultados de 2016, Ron aseguró que se iba con la "tranquilidad del deber cumplido". Ese año, el banco se apuntó unas pérdidas de 3.485,36 millones de euros tras destinar 5.692 millones a provisiones (meses después reconoció que tenía que corregirlas tras una auditoría).

El hasta ahora presidente del Popular asumió en abril de este año que la entidad estaba abocada a una ampliación de capital, que hubiera sido la cuarta desde el inicio de la crisis. Aunque en algún momento admitió que no descartaba una fusión, siempre se inclinó por la aparición de un comprador, asumiendo que "merece la pena luchar" por la entidad y que en ningún caso podía imaginar "su desaparición".

"Hemos permanecido independientes y eso es un valor diferencial, pero no eso no significa que piense que una operación así no es una opción. Valoraremos todo y tomaremos la decisión que más valor aporte", aseguró entonces. Sus palabras provocaron aquel día una caída del 9,61%.

Pero la desconfianza del mercado hizo inviable esta solución y pronto fue evidente que o aparecía un comprador o la intervención era inevitable. El banco recibió también el tibio respaldo del Gobierno, que aseguraba que era "solvente" pero le urgía a tomar "decisiones importantes en los próximos meses".

El Popular, acosado por los inversores bajistas

Las cuentas del primer trimestre supusieron un nuevo revés, ya que entre enero y marzo registró unas pérdidas de 137 millones de euros, después de dotar 496 millones a provisiones por el negocio inmobiliario, en contraste con el beneficio neto de 93,7 millones correspondiente al mismo periodo de 2016.

Además, sufrió el acoso de los inversores bajistas, los que apuestan por la caída de un valor, que llegaron a superar un 12% del capital. Al cierre de su última sesión bursátil -la de este martes 6 de junio- su capitalización apenas superaba los 1.330 millones de euros tras haber perdido desde enero más del 65% de su valor.

A mediados de mayo se dispararon los rumores sobre el interés que suscitaba el Popular en tres de los grandes bancos españoles, Santander, BBVA y Bankia, después de que la propia entidad se diera de plazo hasta el 10 de junio para cerrar la fusión con alguna de ellas, con objeto de evitar la intervención y una inyección de capital público, proceso que ha culminado este miércoles con la compra por parte del Santander.

Nuevo consejo de administración

Tras esta operación, el Santander ha nombrado a un nuevo consejo de administración, compuesto por cinco miembros y presidido por Javier García Cantera, que será el encargado de gestionar la nueva filial hasta su completa integración en el grupo que preside Ana Botín, algo que "llevará un tiempo" en lograrse, según ha reconocido ella misma en rueda de prensa, donde ha anunciado que el resto de miembros son Javier García-Carranza, José Doncel, Pedro Pablo Villasante y Gonzalo Tejuca, estos dos últimos como independientes.

El nuevo órgano de gobierno de Banco Popular ya ha mantenido contactos al más alto nivel en Popular durante el transcurso de la mañana, incluso en las oficinas de la entidad, según Europa Press.