La genialidad de Miguel Ángel, fotograma a fotograma
- Se estrena el documental Michelangelo, del ciclo "Exhibition on screen"
- La película ahonda en los enigmas de la personalidad del artista
Miguel Ángel Buenarroti (Caprese,1475-Roma,1564) fue el primer artista célebre de la Historia. En vida se publicaron dos biografías, que él mismo supervisó con entusiasmo, y se le consideraba un dios en su tiempo. A pesar de la fama, el misterio flota a través de su enigmática personalidad, marcada por la creatividad extrema y la rebeldía.
El documental Michelangelo (estreno el 15 de junio en 66 cines españoles), dirigido por David Bickerstaff, se adentra en algunas de estas incógnitas a través de la visión de expertos mundiales, que nos guían a través del Arte con afán didáctico.
El filme cierra la temporada de "Exhibition on screen", un ciclo que plasma en los cines la vida y obra de los más grandes autores de todos los tiempos, y bucea en las mejores exposiciones internacionales.
Como ejemplo, ya ha trasladado a la gran pantalla a los impresionistas americanos, Monet o El Bosco, y el próximo año abordará a Picasso, entre otros genios.
En el caso de Miguel Ángel, los especialistas emergen un carácter de contrastes: con su arte abordó el sentido de la vida, pero a su vez se mostró interesado en hacer dinero, de hecho, acabó poseyendo una gran fortuna.
Autor multidisciplinar, el italiano abordó la pintura, la escultura, la arquitectura o la poesía con maestría, siendo está última faceta “la que más le gustaba que le alabaran”, ya que se consideraba un “intelectual”, como nos cuentan los especialistas en el filme, que desgrana los motivos de inspiración y la sexualidad del artista.
En la película se narra cómo el maestro profesaba una profunda admiración por el cuerpo masculino, que plasmó con detalle en sus obras, y sentía atracción sexual por los hombres aunque “solo como un amor neoplatónico”, que le remitió a mantenerse célibe toda su vida, indican los historiadores.
La cinta también muestra cómo la precisión con la que plasmaba el cuerpo humano, proviene de su interés por la anatomía, a través de la observación de cadáveres, y que le llevó, junto a Leonardo da Vinci, a avanzar conocimientos científicos muy adelantados a su época.
Perfección y rebeldía
El afán de perfección es patente en la ejecución de sus primeras obras, como el excepcional conjunto de la Piedad (1498), que Miguel Ángel creó a la edad de 25 años para “darse publicidad”.
Los expertos describen la gran potencia emocional de la escultura, con un excepcional pulido que la hace “muy táctil”, y que el autor talló en un solo bloque de mármol.
“Demuestra su capacidad para competir con los artistas de la antigüedad”, detalla la historiadora del arte Jennifer Sliwka, sobre la destreza del italiano y su enorme legado.
Michelangelo también desgrana la laboriosa ejecución del David (1501), que fruto de su obsesión por crear la mejor escultura de todos los tiempos, le llevó a encerrarse durante meses en una carpa sin dejar a nadie ver su trabajo.
Un coloso desnudo, algo muy poco habitual en el Renacimiento, con el que puso a prueba los límites escultóricos, en una talla de una enorme expresividad en su mirada y gestos, de la que se han realizado varias copias.
El documental también nos desvela los proyectos inacabados que dejó el artista, que nunca tomaba ayudantes por su obsesión por tenerlo todo controlado, y que le llevaba a saltar de una obra a otra en su viaje por la creatividad, en el que se movió entre Roma y Florencia donde se encontraban sus grandes mecenas, los Medici y los papas romanos.
Fruto de esta pasión, es su magno trabajo en la bóveda de la Capilla Sixtina, en el que el artista se quejó con ironía en sus escritos del inmenso esfuerzo físico que le supuso permanecer horas y horas tumbado pintando.
Menos conocida es su faceta de arquitecto: Miguel Ángel participó en el diseño de las fortificaciones de Florencia durante el asedio en 1529, un compromiso con la ciudad por el que fue perseguido.
El torrente creativo del renacentista, que despertó la rendida admiración de sus contemporáneos que le calificaban como el “Divino”, también se derramó en sus preciosos dibujos, un arte que cultivó durante su larga vida, ya que falleció con 89 años.